Adiós a Julián Marías

DESDE que Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro se enzarzaron en su brillante y fecunda polémica sobre la esencia y la realidad de España, ha sido Julián Marías el más notable y constante, el más esforzado, de todos los intelectuales atentos al sentido y el ... significado de una Nación que es grande aún en la pequeñez de algunos, bastantes, de sus protagonistas. Ayer, cumplidos los 91 años de edad, se fue de este mundo con la elegante discreción con la que supo vivir, después de dejarnos una obra literaria y filosófica a la que muchos debemos agradecimiento porque nos sirvió de guía para adentrarnos en el mundo del pensamiento y entrar, de puntillas, por la puerta que abre su Historia de la Filosofía.

Marías fue alumno de José Gaos, Manuel Gómez Morante, Xavier Zubiri y, sobre todo, de José Ortega y Gasset -la «Escuela de Madrid»-, y de este último, además de discípulo, continuador. Supo pensar nuestra Historia y destilar de ella, sin caer en los aspavientos de un nacionalismo españolista, sus rasgos fundamentales e identitarios. Su Consideración de Cataluña, por ejemplo, cuarenta años después de su escritura, sigue siendo válida y cabal para entender las raíces y la naturaleza de uno de nuestros mayores problemas actuales. También con valor de actualidad nos deja todo su pensamiento cristiano, luminoso y crítico, del que nunca abdicó ni consintió en transacción alguna.

Era un gran liberal, defensor de las libertades y predicador de la búsqueda de la excelencia que, de hecho, es la sustancia principal de una ideología conservadora. Por eso, en la hora de la verdad, debe caer sobre el PP la vergüenza de no haberle concedido, en sus ocho años de instalación en La Moncloa, el Premio Cervantes. Como demuestran los hechos y los jurados que se van sucediendo, ése es un premio con el que el Gobierno de turno favorece a sus amigos. Cuando manda el PSOE, claro está, se lo otorga a los más meritorios entre sus próximos y, cuando manda el PP, en virtud del complejo más viejo de la derecha española, también se lo atribuyen a los próximos al socialismo. Por eso el autor de «Cervantes clave española», uno de sus últimos libros, se quedó compuesto y sin un premio que sin él en la nómina de sus favorecidos pierde mucho de su sentido.

Para quienes escribimos en ABC, Marías es una referencia obligada. La obra publicada en estas páginas, especialmente en las Terceras, le convierte en uno de los maestros que, en más o en menos, a todos nos ha orientado, especialmente en el sentido de buscar en el pasado las raíces y la continuidad de nuestra cultura, de nuestra conducta individual y social, y de abandonar la obsesión por la ruptura que, sea cual fuere su modalidad, tanto complace a quienes no quieren, quizá porque no pueden, ser españoles. Se nos ha ido uno de los pocos filones de rigor intelectual que nos quedaba en explotación.

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