CRÍTICA DE:
'El río', de Alfredo Gómez Morel: corrientes turbulentas
Narrativa
Cabaret Voltaire edita en España este clásico radical de las letras suramericanas, el crudo autorretrato de un 'mal hombre' y la miseria que le anegó
Jean Genet sería 'streamer'
Alfredo Gómez Morel
Hospedarse una temporada en prisión no anula la ilusión sobre el libre albedrío. En una celda de aislamiento, Antonio Escohotado escribió su extraordinaria 'Historia de las drogas', un periodo compensatorio con la sociedad que definió como «vacaciones cochambrosas» completamente solo pero mejor… junto al ... resto de convictos «estás completamente en manos de cualquiera que diga 'mátalo'». Acaba de publicarse en Impedimenta también 'Condenados a escribir: escritores entre rejas', de Daria Galateria, un breviario con las desventuras de grandes nombres de la literatura y algún cineasta cuyas rebeldías fueron encapsuladas entre barrotes por tropelías diversas. O aquel 'Código de barras', una antología de relatos ideados por presos de Soto del Real. Y este preámbulo para hablar de Alfredo Gómez Morel, el Jean Genet (otro célebre bandido) chileno, y su 'El río', de 1962, en donde refuta, mejor que bien y sin buscarlo, por qué quizá no exista eso del libre albedrío.
NOVELA
'El río'
- Autor Alfredo Gómez Morel
- Editorial Cabaret Voltaire
- Año 2025
- Páginas 401
- Precio 23,95 euros
Cabaret Voltaire ha editado en España el novelesco 'autorretrato' de este 'mal hombre', cuya trayectoria es de mear y no echar gota en este 'río' de 400 páginas de turbia poética innata. Escrito como terapia de rehabilitación durante una condena de tres años en la cárcel de Valparaíso, habemus el relato extremo, contado en crudo y desde niño, de un presidiario profesional que sabe manejar los tiempos literarios para el golpeo en la boca del estómago del lector, que nunca termina de anestesiar su capacidad de perturbarse ante lo que lee, por ejemplo, cuando nuestro hombrecito pubescente codicia tener sexo con su madre, prostituta, que le abandonó a los tres meses y varias veces más, y casi la convence en «aromas de selva y sangre». Y le preguntan páginas después: «¿Te gustaría tener una madre buena y cariñosa?». «¿Las hay así?», responde el sistemáticamente apalizado zagal.
Y todo para arribar finalmente en su miseria y soledad a las aguas chocolateadas del río Mapocho, como las del Ebro a su paso por El Pilar, con sus pandillas de infantes despojados de toda inocencia para iniciar un carrerón espectacular de criminalidad que cristalizó en esta obra que es un clásico radical de las letras suramericanas. ¿Pudiera decirse un fracaso vital entonces? Se cuenta en la solapa que estuvo preso 288 veces, que fue guardaespaldas de Perón... Y una ética 'libre' como el viento, apaleado y despreciado. Así cuando ante un individuo con el que coincide en un avión tras salir del trullo una vez más, este primero le retira la mirada y luego se ajusta un brazalete nazi para decirle: ««Estamos en guerra. ¡Viva el Tercer Reich!»». Y pienso: «¿qué le podré robar a este cobarde»». De tales palos, tales astillas en el corazón.
Ver comentarios