CLIMA
Los eventos extremos marcan 2013, más allá del tifón Haiyan
Huracanes, tormentas, inundaciones y terremotos han causado daños materiales y humanos en cada continente. Y parecen insinuar que los malos presagios en cuanto a catástrofes se extenderán también en 2014
Los eventos extremos marcan 2013, más allá del tifón Haiyan
El año 2013 estuvo marcado por las catástrofes naturales. Provocaron daños -materiales y humanos- en prácticamente cada continente, fueron portada de medios de comunicación y llevaron a Barack Obama y muchos otros políticos a exigir medidas para mitigar los daños. A finales de diciembre, la ... tormenta invernal Hércules, que asoló el Medio-Oeste de Estados Unidos, precedió al «vórtice polar» que dejó temperaturas espectacularmente bajas en toda Norteamérica, lo que parece insinuar que los malos presagios en cuanto a catástrofes se extenderán también en este 2014.
Pero, ¿ha sido la de 2013 una temporada especialmente dañina en retrospectiva, o solo un año en que un puñado de fenómenos han atrapado la atención de los medios y sobrerrepresentado la realidad? La aseguradora Munich Reinsurance (MunichRe) elabora al término de cada año un informe sobre catástrofes naturales. En el último, publicado hace unos días, se advierte de que las pérdidas totales generadas en 2013 por eventos extremos superaron los 91.000 millones de euros, por debajo de la media de los diez últimos años, situada en 135.000 millones de euros y coronada por 2005 con 161.000 millones (de los que el 78% se atribuyen a los destrozos provocados por el huracán Katrina) y 2011, el año en que se batió el récord con 194.000 millones, atribuibles en un 83% al terremoto y posterior tsunami de Japón, en marzo de aquel año.
Las pérdidas generadas por eventos extremos en 2013 superan los 91.000 millones de eurosDel mismo modo, las desoladoras imágenes del desastre de Filipinas, asolada por el tifón Haiyan el 7 de noviembre provocando más de 6.000 muertos, llevan a pensar que 2013 fue un año especialmente destructivo. Sin embargo, la cifra de 20.000 muertos proporcionada por el estudio global de MunichRe, aunque mayor que en 2012, también queda por debajo de la media de 106.000 víctimas anuales de la última década.
«Algunos de los eventos de 2013 ilustran bien cómo las medidas de precaución y minimización de pérdidas pueden restringir el impacto de catástrofes naturales. En el caso de las recientes tormentas invernales en Europa, por ejemplo, las pérdidas fueron comparativamente bajas», apunta Torsten Jeworrek, miembro de la aseguradora que elaboró el informe. «Al mismo tiempo, eventos como el de Filipinas demuestran la necesidad urgente de que hay mucho por hacer en países emergentes y en desarrollo para proteger mejor a la gente. Esto incluye edificios más estables e instalaciones de protección, así como programas para ayudar -con apoyo del Estado- a los afectados tras el desastre».
En total, hubo 880 eventos con pérdidas registrados en 2013, casi cien más que la media de los últimos años. En muchos de ellos, como el tifón Haiyan o las inundaciones de la India, se ha aludido a la influencia del cambio climático en estos eventos extremos. El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, en el adelanto de su 5º Informe de Evaluación, es sin embargo conservador en estos pronósticos. Los estudios que se han realizado al respecto son aún pocos, por lo que el grado de confianza del IPCC en que el cambio climático afecte a las sequías, ciclones tropicales, tormentas o huracanes «permanece bajo».
Investigación
Del mismo modo se expresaba Isaac Held, profesor en la Facultad de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de Princeton , en declaraciones a este periódico al recoger el Premio BBVA Fronteras del Conocimiento en 2012: «Hay que ser cuidadoso al hablar de este asunto, está aún en desarrollo. Creo que los huracanes se volverán, poco a poco, más intensos y, por ejemplo, la lluvia que acompaña a un ciclón tropical aumentará. Pero las últimas investigaciones en las que he participado sugieren que quizá el número total de tormentas decrecerá. Bajará la frecuencia pero aumentará la intensidad». Esta tesis de Held está apoyada en trabajos ya publicados sobre el tema, en particular el estudio de James Elsner y sus colegas de la Universidad de Florida State , publicado en Nature en 2008.
Los expertos suelen recordar en estos casos que una catástrofe natural no es más que un evento extremo -de los miles que a diario suceden en el planeta- que tiene lugar cerca de asentamientos humanos.
Esta distinción se hizo pertinente el 7 de noviembre, cuando el tifón Haiyan se convirtió en «el tifón más potente en tomar tierra jamás registrado», con velocidades máximas de alrededor de 300 kilómetros por hora. Sin embargo, poco antes, se habían detectado sobre el océano Pacífico ráfagas de hasta 379 kilómetros por hora.
De acuerdo con el informe de MunichRe, Haiyan fue el evento con más pérdidas humanas del año y el segundo con más pérdidas materiales, por detrás de las inundaciones veraniegas en Centroeuropa. Pero hubo más actividad en este aspecto.
Un mes antes, en octubre, el tifón Fitow se cernió sobre Japón y China provocando 12 muertos y 3.700 millones en pérdidas. En México sufrieron dos huracanes, Ingrid y Manuel, en menos de una semana, en septiembre. Más arriba, en la franja central de Estados Unidos, los tornados se repitieron todo el mes de mayo, y uno de ellos alcanzó en Oklahoma la categoría 5 el día 21.
Menos huracanes
En cualquier caso, y pese al peligroso precedentes del Sandy el año anterior, 2013 fue un año raro para los huracanes en el Atlántico. Solo dos (Ingrid y Humberto) alcanzaron cierta fuerza -y sin pasar de la categoría 1- frente a la media de 6 a 8 huracanes anuales.
«En la principal zona de desarrollo de huracanes, el aire estuvo excepcionalmente seco durante un largo periodo, con un viento de alta tensión, condiciones que frenan el desarrollo de ciclones», explica Peter Höppe, director de riesgos globales de MunichRe, «pero estos fenómenos son impredecibles a corto plazo, por lo que la situación de riesgo sigue inalterada. Seguimos asumiendo que continuaremos en una fase natural caliente en el Atlántico Norte con una alta actividad de huracanes».
El terremoto de magnitud 7,7 ocurrido el 24 de septiembre en la provincia pakistaní de Baluchistán fue el más destructivo del año, matando a 825 personas y provocando destrucción generalizada en su epicentro de 66 kilómetros, daños que se agravaron con otro terremoto, de 6,8 grados, sucedido cuatro días después. No fue el único destacado. El 20 de abril, la tierra tembló en Sichuan, China, con una intensidad de 7,0, provocando casi 200 muertes y unas pérdidas materiales cuantificadas en casi 5.000 millones de euros.
El meteorito Chelyabinsk fue el objeto más grande en atravesar la atmósferaEn el verano de 2013 vimos la temperatura más alta jamás registrada en un mes de junio, 54ºC en el Valle de la Muerte (California). Y como suele suceder en muchas regiones, las prolongadas olas de calor y los meses de sequía acaban violentamente al comenzar las lluvias. Así sucedió en la India, uno de los países más castigados por la naturaleza el año pasado. Primero una persistente racha de altas temperaturas, seguida de dos semanas de fuertes lluvias que provocaron inundaciones, terminaron con la vida de más de 6.000 personas.
En Europa sucedió lo mismo, una ola de calor coronada por severas inundaciones en Alemania, Austria, República Checa y países del Este. Los daños se estimaron en unos 11.700 millones, lo que para Höppe significa que «el control de inundaciones funciona». En 2002 el desbordamiento del Elba y otros ríos causó pérdidas de 16.800 millones de euros.
Por último, 2013 fue un año peculiar por la presencia de un desastre natural de origen extraterrestre, el meteorito Chelyabinsk que cayó en Rusia el día 15 de febrero. Este asteroide, que en origen tenía un diámetro de 20 metros, explotó a 20 kilómetros de altura hiriendo a más de un millar de personas. El meteorito fue el objeto más grande en atravesar la atmósfera en más de cien años, desde el llamado evento de Tunguska.
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