Federer, el descanso del campeón

Sin duda, quien más ruido genera en la soleada Caja Mágica después de Nadal es Roger Federer, un fijo del torneo y dueño de la corona de 2012. Se impuso en el suelo azul sin rechistar y es el escenario elegido para regresar 53 días después de su último partido, muy lejana aquella derrota en Indian Wells. Perdió, precisamente, ante Rafa Nadal en la enésima versión de la batalla del tenis por excelencia y ni siquiera llegó a competir en condiciones por problemas en la espalda. Respetado históricamente por las lesiones, no consta ningún abandono en su carrera en más de 1.000 tardes de magia, pero su cuerpo le envía señales con más frecuencia. De ahí que regule su calendario y sea más selectivo.

Durante estos casi dos meses, a Federer le ha dado para cumplir con sus obligaciones en casa, atender a sus gemelas y preparar la gira europea de arcilla. Reduce sus participaciones a Madrid, Roma y Roland Garros y de ahí pasa a su parte favorita de la temporada, feliz en la hierba de Wimbledon y siempre presente en el cemento norteamericano. «Estos días he estado en casa entrenándome duro, me siento en forma. Me ha llevado un poco poder volver después de mi problema de espalda, pero eso coincidió con mi periodo de vacaciones en casa. Estuvo bien», apunta.

En esas vacaciones, le dio tiempo a disfrutar con bufanda al cuello de las semifinales de la Europa League entre el Basilea y el Chelsea y practicó a los pies de las montañas suizas, bucólica la imagen en una pista tan arenosa que parecía una playa. Desde ahí confirmó que el circuito también vive sin él y que sus máximos rivales seguían enfrascados en sus asuntos, luchando por cada título. «Los jugadores suelen tener miedo a hacerlo, pero tengo confianza en poder tomarme un respiro y volver con fuerza. Estar fuera seis o siete semanas no es mucho, pero ves que hay diez o doce ganadores diferentes en ese periodo. Es duro ver cómo otros ganan y tú estás sentado en casa», explica.

A Federer nunca le gustó demasiado entrenarse porque a él lo que le mueve es triunfar. «Jugamos para estar frente a los fans y ser parte del espectáculo», señala, imposible intuir su adiós porque siempre que se le ha dado por muerto resucita. «A veces necesito alejarme de todo para volver motivado y con ganas, es importante para mí», se justifica. Lleva 17 encuentros por los 23 de Murray o los 28 de Nadal y Djokovic.

Viaja por la parte del cuadro de Rafa Nadal, hipotético cruce en semifinales. Hasta entonces, seguro que la Caja Mágica se vuelca con el número dos del mundo. «Los españoles aman el tenis y Rafa es un héroe en España, pero noto que a mí también me aprecian mucho». Stepanek prueba si al campeón le ha sentado bien su descanso.