Lawrence de Arabia y su pasión por las Brough
Thomas Edward Lawrence, «Lawrence de Arabia», un nombre que aglutina todos los elementos de una leyenda, pero también un hombre que amaba las motos, y a una marca muy especial, como él
Santiago de Garnica Cortezo
Madrid
Nacido en Gales en 1888, la familia de Thomas Edward Lawrence se mudó a Oxford en 1896, donde asistió al Jesus College, prestigiosa institución con 400 años de antigüedad en sus muros. Entre 1910 y 1914, trabaja como arqueólogo para el Museo Británico, principalmente en ... Carquemish, en la Siria otomana. Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, se encuentra en Oriente Medio. Y no duda en alistarse para luchar. Sus conocimientos le conducen al Servicio de Inteligencia Árabe del Ejército Británico, en Egipto. Dos años más tarde, viaja a Mesopotamia, donde se ve envuelto en la revuelta árabe contra el Imperio Otomano.
Después del final de la guerra en 1918, Lawrence entra en el Ministerio de Asuntos Exteriores británico, donde continúa trabajando con agente en el Oriente Medio. Así hasta que, en 1922, decide unirse a la RAF. A pesar de su rango de coronel en el ejército, Lawrence se alista en la RAF, con el nombre falso de T.E Shaw, como un piloto más. Pero, estaba claro incluso para los observadores menos atentos, que no se trataba de un personaje común. Y es en esta etapa donde comienza toda su pasión por la moto. Y como medio de transporte personal elige una Brouhh MK1 de ocasión. Al igual que su propietario, no es una moto cualquiera, es algo especial.
El Rolls de las motos
Eran, decimos, unas motos muy especiales. George Brough, el fundador de esta firma, fue un prolífico ingeniero, piloto y empresario con gasolina «circulando» por sus venas: su padre, William Edward Brough era un reconocido fabricante de bicicletas, coches y motos. Tras discutir con su progenitor, funda la marca de motos que lleva su nombre en Nottingham, Inglaterra, en 1919. Su experiencia como piloto le permitió crear motos que transmitían sensaciones muy especiales. Una acertada combinación de elegancia, técnica de alta calidad e ingeniería práctica distinguían las Brough Superior de la competencia. Y, realizadas a mano (en un complejo proceso), eran algo así como los Rolls Royce de las dos ruedas. En realidad a Rolls no le gustó este eslogan. La historia cuenta que cuando George Brough se enteró de que Rolls les enviaba a un representante a su fábrica para decirle que se detuviera en su publicidad, hizo que sus hombres usaran batas y guantes blancos. El inspector de Rolls quedó tan impresionado con la atención al detalle que decidió que Brough tenía los mismos estándares y Rolls-Royce le permitió continuar usando el eslogan.
Amphicar, el coche anfibio que triunfó en los años 60
Patxi FernándezUtilizaba un motor británico de 4 cilindros, 1.493 cc y 53 CV de potencia, con los que lograba una velocidad de 120 km/h en tierra, y 7 millas en el agua
Brough, en realidad, utilizaba componentes de otras marcas, pero con sentido e inteligencia. Los primeros modelos, con motor JAP de 750 cc, aparecieron en 1920, y llamaban la atención, entre otros elementos, por la curiosa forma del diseño del depósito, un elemento identificativo de la marca. En los veinte años de actividad, hubo modelos con motores JAP, MAG y V2 de Matchless, aunque también de cuatro cilindros, e incluso una moto con motor de coche, de Austin, para sidecar. Pero nos centramos en los modelos más conocidos, en las joyas de la corona, las Superior SS80 y SS100.
Las legendarias Superior SS80 y SS100
A la venta en 1922, la SS80 con motor JAP de 986 cc alcanzó fama cuando una versión de carreras conducida por el propio George alcanzó en Brooklands más de 100 mph.
Brough entró en la década de 1930 con una gama completamente impulsada por JAP y luego, después de una breve ausencia, la SS80 reapareció en 1935 como SS80 Special, esta vez con un motor construido por Associated Motor Cycles. Aunque muy similar al Matchless, el v-twin de válvulas laterales de 982 cc tenía importantes mejoras. La SS80 continuó usando el motor AMC hasta que cesó la producción en 1939.
Pero la Brough por antonomasia fue la legendaria SS100. Mostrada al público por primera vez en 1924, la SS100 empleaba inicialmente el motor V-twin JAP de 980 cc completamente nuevo (en 1937 montará también el Matchless)
Se ideó un cuadro de tipo cuna, que poco después de su lanzamiento estuvo disponible con la distintiva horquilla delantera Castle, con influencia de Harley-Davidson, patentada por George Brough y Harold «Oily» Karslake. Y en caso de que los posibles clientes tuvieran alguna duda sobre el rendimiento del SS100, cada máquina venía con una garantía por escrito de que había sido cronometrada a más de 100 mph durante un cuarto de milla, es decir, más de 160 km/h. Y hablar de esta velocidad en los años veinte no es lo mismo que en la actualidad: suspensiones, frenos, dirección, chasis, nada tenía que ver con una moto actual. Y tampoco había muchos coches que alcanzasen esa velocidad. Por cierto, que ante los ojos de quien disfrutaba de estas sensaciones, aparecía el curioso velocímetro Bonniksen Isochronous con un movimiento tipo reloj: contaba con dos agujas que se turnaban para indicar la velocidad.
No es extraño que máquinas tan fantásticas sedujeran a muchos personajes de la época como el dramaturgo George Bernard Shaw, o el protagonista de nuestra historia Thomas Edward Lawrence
Las siete Brough de TE
Thomas Edward Lawrence fue dueño de siete Brough, a lo largo de su vida, si bien serían ocho si incluimos la primera, la MK1 adquirida de ocasión. Pero sin duda las joyas de esta colección eran cuatro SS100.
Amigo del propio George Brough, Lawrence bautizó a sus siete Brough, en su honor: desde «George I» hasta «George VII». De hecho, por alrededor de 200 libras cada una, podría haber adquirido una casa de campo por aproximadamente el mismo precio en la década de 1920. Pero sus preferencias iban por otros caminos.
Además, conducir sus Brough a máxima velocidad no era lo único que le gustaba hacer con ellas. Siendo un escritor de corazón, Lawrence descargó su lírica sobre aquellas bellas motos, y en particular sobre una a la que llamó «Boa» o «Boanerges», que significa «Hijo del Trueno» en arameo. Así, su libro de «The Mint», incluye un capítulo titulado «The road», que es una de las más bellas odas a la conducción en moto:
«Otra curva: y tengo el honor de conducir por una de las carreteras más rectas y rápidas de Inglaterra. El burbujeo de mi escape se desenrolló como una cuerda larga detrás de mí. Pronto mi velocidad lo rompió, y solo escuché el grito del viento que mi cabeza golpeada partió y apartó. El grito se elevó con mi velocidad hasta convertirse en chillido: mientras la frialdad del aire corría como dos chorros de agua helada hacia mis ojos que se disolvían. Los entorné hasta convertirlos en rendijas y enfoqué mi vista a doscientas yardas por delante de mí en el mosaico vacío de las ondulaciones del asfalto».
Lamentablemente, Lawrence sucumbiría a su amor por los Brough y la velocidad, mientras conducía su séptima Brough en 1935, una Superior SS100. Fue en Dorset, en los alrededores de su casa de campo Clouds Hill, cerca de Wareham, solo dos meses después de dejar el ejército. En una zona de poca visibilidad, de pronto se encontró con dos niños en sus bicicletas; se desvió para evitarlos, perdió el control y salió disparado por encima del manillar. Murió seis días después, el 19 de mayo de 1935, a la edad de 46 años. El lugar del accidente está marcado por un pequeño monumento al borde de la carretera.
Uno de los médicos que lo atendió fue el prestigioso neurocirujano Hugh Cairns. Las lesiones de Lawrence le impactaron de tal forma, que dedicó mucho de su tiempo al estudio de los efectos en la cabeza de las caídas de moto. Sus investigaciones le llevaron a convertirse en uno de los primeros y más influyentes promotores del uso del casco.
Muchos personajes célebres acudieron al funeral de Thomas Edward Lawrence, como Winston Churchill que lo describiría como «uno de los seres vivos más grandes de este tiempo».
Por su parte la producción de las Brough finalizó en 1940, cuando la industria británica de automoción se convierte en industria de guerra. La marca ha renacido en este siglo XXI, pero eso, ya saben, es otra historia.
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