Eliska Junek, una bella historia de amor en las carreras
Una vieja foto de 1928. Al volante de un Bugatti, una dama sonríe a la cámara. Su nombre era Eliska Khasova pero pasará a la historia de las carreras como Eliska Junek
Eliska Junek en plena acción
La I Guerra Mundial ha quedado atrás. Europa intenta recuperar la vida normal. Los soldados que vuelven del frente han encontrado muchos cambios, sobre todo, en las mujeres. Su aspecto no es el mismo, su vestimenta ha cambiado, y su forma de pensar también. El ... sustituir a los hombres en los trabajos de las fábricas, o su labor en los campos de batalla, hace que estas mujeres de 1918 poco tengan que ver con las de 1914.
En Praga, Vizenzes Junek, un joven banquero apasionado por los automóviles, debuta en competición el año 1921. Tiene talento y lo demuestra al volante de un potente Mercedes. Su prometida se llama Eliska Junek. Apasionada por los viajes, sin embargo, los automóviles no la atraen demasiado. Pero decide que, si estos son la gran pasión de Vizenzes, no está de más dedicarles un poco de «amor», sobre todo a sus Bugatti. Y nace así, casi sin querer, una verdadera afición.
En la siguiente temporada, la pareja ya convertida en matrimonio, adquiere un Bugatti. En un principio lo comparten en varias pruebas, pero pronto Eliska, ahora Junek, que aprende muy rápido, hace que su nombre empiece a sonar por méritos propios en el ambiente de las carreras.
Eliska Junek sentada ante uno de sus queridos Bugatti
En 1924 empieza a participar en competiciones internacionales y gana la clasificación general de la carrera en cuesta de Pilsen. Al siguiente año logra diez triunfos, seis de ellos en la clasificación general.
En 1925, un Bugatti de dos litros entra en el garaje de los Junek, en Praga. La joven pareja compite en numerosas pruebas por toda Europa. Eliska acumula victorias, bate a todos sus rivales masculinos en Praga y Brno. La segunda plaza en la clasificación de damas en el Gran Premio de Suiza de montaña, en Klaussenplass. la proporciona una gran fama. Apenas tiene 25 años.
En 1927, Vinzenzes Junek compra otro Bugatti, un 35B 2,3 litros con compresor, y le cede el antiguo a su mujer. Ambos deciden participar en la Targa Florio donde los Bugatti ya han logrado el triunfo en 1925 y 1926. Eliska acude a Molsheim, la cuna de la marca. Constantini, el jefe de equipo y ganador en 1926 no es muy entusiasta, pero al gran Ettore Bugatti si le gusta el proyecto de la joven piloto.
Eliska Junek se va a Sicilia y empieza de inmediato a entrenar. La opinión es unánime entre pilotos y aficionados: una mujer no puede resistir la exigencia física de la Targa. Pero Eliska trabaja mucho su preparación psicológica como un arma para hacer frente a la dureza de esta carrera: por vuelta 108 kilómetros, y mil curvas… ¡y son cinco vueltas!
Elizabeth_Junek, en sus últimos años, en una reunión de aficionados a los Bugatti
Su meta es cubrir la vuelta en dos horas y media. En el primer paso deja el crono en 1 hora y 54 minutos, y envía un telegrama a su marido: «todo va bien, pero he debido leer mal el cronómetro». Al día siguiente aún rebaja más el tiempo: 1 hora y 50 minutos.
Tres semanas antes de la carrera, llega su marido. Todo parece estar a punto, pero en el curso de la última sesión de entrenamiento, se sale en una curva y golpea una piedra. Hay que cambiar la dirección. Llega el día de la prueba, Eliska ha recorrido tan solo 12 kilómetros de carrera cuando se ve obligada a parar: la dureza de la dirección es tal que el Bugatti resulta inconducible. Se intenta resolver el problema y reemprende la carrera. Pero en la segunda vuelta, después de una curva, la dirección no responde y el coche termina en una cuneta. Eliska está indemne, pero ha de retirarse.
El resto de la temporada le irá mejor: gana en su categoría en el Gran Premio de Alemania, la Copa de Damas en el circuito parisino de Linas Montlhery con el Bugatti 2.3 litros, y el «Grand Prix du Salon L'Automobile».
En la targa Florio
Una moderna preparación
El invierno de 1927 a 1928, lo dedican a preparar una nueva participación en la Targa Florio. Eliska trabaja de una forma muy moderna para la época: establece un esquema de la carrera kilómetro a kilómetro, curva a curva. Y también recurre a la ayuda de fotografías aéreas del recorrido. Ambos memorizan la relación de cambios en la que deben afrontar cada zona, cada curva. Sin duda un trabajo exhaustivo.
Y tres semanas antes de la carrera, Eliska llega a Sicilia para entrenar sobre el terreno. Y surge el primer problema: el recorrido se ha modificado en parte. El segundo problema es la participación: los mejores pilotos de la época están presentes: Materassi, Divo, Chirón, Campari, Fafioli, Alfieri Maserati o el joven Tazio Nuvolari. Y por si fuera poco, la condesa alemana Einsiedel le dice a los periodistas que batirá a Eliska Junek pues «soy más fuerte».
Cambiar la forma de conducción
Pero la joven piloto no se asusta. En efecto sabe que la fuerza física no le acompaña y, por tanto, lo mejor es cambiar su forma de conducción para superar los 540 kilómetros de dura carrera con un buen resultado. «Sabía que tenía que lograr un estilo de conducción que no exigiese una gran fuerza física. La técnica del pilotaje demanda generalmente frenadas enérgicas y reducciones de marcha antes de las curvas, pero yo tenía la intención de modificar un poco esos principios. Frenando en las curvas y cambiando de velocidad a bajo régimen, me di cuenta que no perdía tiempo. Rodar con Louis Chiron me ayudó mucho pues, como piloto poco amante de los derrapajes, su técnica de conducción me convenía a la perfección». Su objetivo era terminar la prueba en torno a una décima posición.
Eliska y Vinzenzes Junek
Acariciar el triunfo
Llega la hora de la verdad. Los coches salen de uno en uno cada dos minutos. Eliska arranca detrás de su compañero de equipo Albert Divo. Al termino de la primera vuelta, es cuarta tras Chiron, Campari y Divo. En la segunda vuelta entabla un duelo con Divo y su Bugatti azul. Y en la tercera vuelta, el Bugatti negro y amarillo de Elisabetta, como la llamaban los italianos, lidera ya la carrera, por delante de Conelli, Divo y Chiron.
Llega la quinta y última vuelta. Parece que una mujer va a ganar la Targa Florio. De pronto, la aguja de la temperatura del motor del Bugatti empieza a subir. Eliska utiliza siempre una marcha de cambio superior para llevar la mecánica a un régimen más tranquilo. Los vapores del calor le queman la cara, y el motor pierde de forma paulatina potencia. Han de parar y el mecánico que la acompaña, levanta el capó: es una simple fuga en la conexión de un manguito con la bomba de refrigeración. Reparan rápidamente la avería, reponen el agua y vuelven a la carrera. Pero han perdido demasiado tiempo. Cuando pasa bajo la bandera a cuadros, es quinta tras Divo, Campari, Conelli y Chiron. Y detrás de ella muchos de los mejores pilotos de la época (incluidos ganadores de ediciones anteriores). La condesa Einsiedel llegará casi una hora después.
Epílogo
Tras la Targa, Vinzenzes prepara su participación en el Gran Premio de Alemania, que se disputa en Nurburgring. En su categoría, el Bugatti 2.2 litros ha hecho el mejor tiempo y además ocupa una excelente posición en la parrilla de salida. Llega la carrera. De pronto en los altavoces se anuncia un accidente en Breidscheid.
Eliska llora la muerte de Vizenzes Junek. No quiere volver a competir y vende los Bugatti. Su carrera como piloto ha durado tan solo cuatro años, de 1924 a 1928. Y la victoria que podía haber consagrado su vida se le escapó en la última vuelta de la Targa Florio de 1928. En 1994 Eliska Khasova se reunió con su querido Vinzenzes. Se cerraba así una bella historia de amor en las carreras y por los Bugatti.