El teatro de la Comedia reabrirá en octubre

La Comedia volverá a ser la sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) -como era desde 1986-, y levantará el telón con «El alcalde de Zalamea», de Calderón de la Barca, en un montaje protagonizado por Carmelo Gómez y dirigido por Helena Pimenta; casualmente, fue otra función dirigida por la directora salmantina -«La dama boba», de Lope de Vega- la última que pudo verse en el escenario de la Comedia antes de su cierre.

«Este espacio -dijo ayer una especialmente contenta Helena Pimenta- tiene un gran valor sentimental para toda la gente del teatro; este es un lugar mágico. Si abrir un teatro es siempre un acontecimiento, en este caso es de fuegos artificiales».

Había ayer caras de evidente satisfacción entre los responsables de Cultura -con el secretario de Estado, José María Lassalle, a la cabeza-, por el fin de un proceso de rehabilitación que parecía no tener fin. Desde que fuera cerrado hasta que comenzaron las obras, en septiembre de 2010, transcurrieron más de ocho años, y los trabajos de recuperación de este teatro han atravesado muchas dificultades; las características del edificio, que data de 1875 (un incendio lo destruyó completamente en 1915, y hubo de ser reconstruido), han sido el principal escollo. Cultura previó un presupuesto inicial de 27,65 millones de euros, rebajado más tarde al ser adjudicado el proyecto a los arquitectos Araújo & Nadal y a la empresa constructora OHL. Finalmente, el coste de la rehabilitación ha sido del 20,3 millones de euros (12,5 millones correspondientes a la obra civil y 7,8 al equipamiento escénico).

Una de las intervenciones más destacadas afecta al escenario, cuya mejora con respecto al anterior es evidente. Posee una estructura independiente del resto del edificio, se ha elevado para instalar el peine y contrapeine, y ahora tiene una altura, desde el contrafoso a la cubierta, de 28 metros. En la sala, por su parte, se han restaurado todas las pinturas decorativas y las barandillas de palcos y escaleras. El lienzo del techo se tuvo que extraer para su restauración y después se ha reinstalado. El aforo de la sala ha quedado finalmente en 672 espectadores.

Otras intervenciones en el teatro han sido la consolidación del edificio (cuya estructura era de hormigón armado) y la construcción, bajo el patio de butacas, de un gran aljibe «que garantizará el funcionamiento del nuevo sistema de extinción de incendios».

Especialmente satisfechos se mostraban ayer los arquitectos y los responsables de la CNTC de la creación de un nuevo espacio, creado de la nada sobre el patio de butacas: una sala multidisciplinar, bautizada como Tirso de Molina, que servirá tanto para los ensayos de la compañía como para ofrecer diferentes espectáculos. Tiene 300 metros cuadrados, un acceso independiente desde la calle y un aforo previsto de cien personas. Como curiosidad: se ha quitado la placa de la fachada que recordaba que en este teatro se fundó, en 1933, Falange Española, aunque en Cultura no sabían ayer si se repondría.