Madrid, a la caza del pederasta sin rostro

A estas las capta en distintas zonas del distrito, en parques o inmediaciones de colegios, a última hora de la tarde. Tras retenerlas entre cuatro y cinco horas en las que son sometidas a agresiones sexuales, las abandona junto a estaciones de Metro. Así se asegura que sean halladas cuanto antes y que la búsqueda de sus familiares y de las Fuerzas de Seguridad cese de inmediato, con lo que se su huida no peligra. Actúa en la misma franja horaria: entre las 18 y las 19 horas, por lo que podría trabajar en la zona.

Los testigos aportan descripciones opuestas del sospechoso: «Es moreno», «es canoso»... En cuanto a su nacionalidad, sucede igual: todo apunta a que es español, si bien no se descarta por su acento que tenga otro origen. La corta edad de las crías tampoco ayuda ni el hecho de que sean drogadas.

Con estas premisas investigan los agentes del Grume y de Servicio de Atención a la Familia (SAF) al meticuloso agresor sin rostro, que se caracteriza por extremar las medidas de seguridad con el fin de no dejar ninguna pista que pueda incriminarle. Se le atribuyen, al menos, dos ataques perpetrados los pasados 10 de abril y 17 de junio. Las víctimas, niñas de 9 y 6 años, de nacionalidad española y china, respecticamente. No se descarta que otro episodio sufrido en septiembre por una niña de 8, de origen dominicano, corresponda al mismo autor, si bien se quedó en tentativa, indicaron fuentes de la investigación a ABC. El caso fue también denunciado y el juzgado que lo instruye ha ordenado el secreto de las actuaciones.

La Policía ha puesto en marcha un dispositivo especial con el fin de capturarle. Al asunto le ha dado prioridad y está intensificando su búsqueda. El pederasta, a la hora de actuar, escoge lugares que ha visitado previamente, no solo para asegurarse de que no hay cámaras de videovigilancia; sino para controlar los movimientos de la gente y de los pequeños. Adopta todo tipo de precauciones y escoge a niñas que frecuentan los mismo lugares y que juegan confiadas con sus amigos, a la vista de sus padres. Después, aprovecha el mínimo descuido para atraer su atención. A las menores las suele llamar por sus nombres e, incluso, les explica que es amigo «de mamá» y las engaña con alguna excusa para que le acompañen voluntariamente. Por ello, no emplea la fuerza cuando se las lleva -por lo que no llama la atención de los viandantes- y las conduce hasta su vehículo, aparcado en las inmediaciones.

El sospechoso baña a las pequeñas tras las agresiones para no dejar rastros biológicosLes suministra un sedante para que no opongan resistencia y no sepan adónde son conducidas ni lo que les va a suceder. Después de cometer las vejaciones, las baña escrupulosamente, con el fin de que no quede ningún resto biológico suyo (ADN). Finalmente, las abandona de noche, en lugares donde no haya ningún bar abierto en las proximidades, pero cerca de estaciones de Metro. Lo hace en las inmediaciones de la M-40 y la A-2, lo que le permite la rápida salida hacia diversas zonas de la capital y alrededores, como el Corredor del Henares.

El primer episodio se produjo el 10 de abril en el parque de San Juan Bautista cuando un niña de 9 años que estaba jugando en el parque le pidió permiso a su madre para ir a comprar «chuches» con sus amigas. Al salir del comercio, las crías explicaron que un hombre se dirigió a ella por su nombre de pila y le dijo: «Tienes que venirte conmigo porque tu madre me ha pedido que te pruebes una ropita». Eran las 20 horas. Apareció a la una de la madrugada junto al Metro de Canillas (Hortaleza). Estaba llorando, aturdida, y la mujer que la vio cuando salía del suburbano avisó a los vigilantes y estos a la Policía Municipal.

Apenas dos meses después abusó de una niña de origen chino, de 6 años. Fue el 17 de junio cuando la menor estaba en el comercio que regentan sus padres, en calle de Luis Ruiz de Ascao. «Entraba y salía, jugando con su hermano. A las 19.10 horas, su padre se inquietó porque no la veía. La empezaron a buscar por todas partes y no la volvieron a ver hasta cerca de la medianoche», indican sus vecinos.

El guión se repite como una fotocopia. A las 23.30 horas, fue hallada hecha un mar de lágrimas y desconcertada a la altura del número 44 de la calle del Jazmín. «Estaba sentada en el portal muy asustada. Bajó otro chico y llamamos a la Policía», dijo la chica que la vio cuando sacaba a su perro.

Cuando llegaron los agentes, la chiquilla se aferraba a la pierna de uno de los funcionarios sin soltarla. Al preguntarle qué había ocurrido, indicó: «Me ha traído en coche un amigo de mamá». Ya le han dado el alta y se recupera. Ahora, todos se preguntan cuándo volverá a actuar.