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Macrofiesta, drogas y desfase desbordan un pueblo

La tranquilidad de Moralzarzal, de 12.000 habitantes, mutó en desenfreno ayer con las 8.000 personas de botellón que atrajo el festival de Año Nuevo

Macrofiesta, drogas y desfase desbordan un pueblo óscar del pozo

tatiana g. rivas

Los escasos cebolleros —como se conoce a los habitantes de Moralzarzal— que ayer se atrevieron a salir a la calle no daban crédito. Su pueblo había sufrido una metamorfosis el 1 de enero. «Es normal que haya una macrofiesta en Madrid para celebrar el Año Nuevo , pero no que se tome un pueblo para ello», expresaba un joven por la tarde cuando paseaba a su perro. Caminaba atónito en paralelo al gran «botellódromo» que se montó en el aparcamiento de la vía del Berrocal, en una zona residencial de chalés que cambió su asidua tranquilidad por un batiburrillo de música «techno» que estallaba desde centenares de vehículos.

No importó la lluvia para que más de 8.000 jóvenes se acercaran a este municipio ubicado junto a la Sierra de Guadarrama, a 46 kilómetros de la Puerta del Sol, para ser testigos del Madrid Winter Festival que ofrecía «un buen cartel» de música electrónica en la plaza de toros de la localidad. El músico y Dj Richie Hawtin fue la principal atracción.

Los grupos fueron llegando a las tres de la tarde, hora en que abrió las puertas el coso. Pero hasta las nueve de la noche, momento en que actuó Hawtin, el «megabotellón» desbordó el pueblo. Cualquier tejadillo era una buena opción para resguardarse de la lluvia y desplegar su bar de maletero. Muchos se cubrían con capuchas, otros con paraguas. Dos grupos incluso establecieron un verdadero campamento etílico con pérgolas de campo. Dentro, grupos de diez y quince personas bailaban el «jumpstyle» —dando saltos al son del «techno»—. «Venimos de Moratalaz. Normalmente vamos a la Fabrik, pero este año hemos cambiado. En cuanto termine la fiesta —a las seis de la mañana del día 2—, yo me voy a trabajar a la gestoría», explicaba David, un chico de 19 años. «¡Llevamos pastillas!», gritaba un amigo suyo tras él.

«Pollos» de cocaína y «speed»

Otros jóvenes también pegaban brincos a la intemperie, sin toldo, frenéticos, sin importar mojarse por la lluvia y el líquido que se derramaba de sus cubatas directos a sus prendas a cada salto. «¡Una foto! ¡una foto! ¿queréis que saquemos los pollos [gramos de sustancia estupefaciente, generalmente cocaína]?», llamaba la atención un chaval procedente de Málaga.

Sin dudarlo mostraba su particular botiquín, que guardaba en un pequeño bolsillo de su chaqueta: «Esto es “speed” y estos dos papelillos coca. Pero no me saques la cara, ¿eh?», explicaba. Este chico, de 20 años, había pasado la Nochevieja en un autobús con dos amigos más para asistir a la Winter. «Sin droga esta fiesta no es lo mismo», aseguraba mientras daba un sorbo a su vaso.

El aire puro de la dehesa del Arroyo de Fuentidueña que cerca el aparcamiento donde ayer se instaló buena parte del «megabotellón» se desvanecía entre la nube de marihuana y hachís de los presentes. Da igual el recinto donde se celebre este tipo de macrofiestas: el pabellón del Madrid Arena , la Caja Mágica , la Fabrik, su público es el mismo año tras año, tal y como lo ha contado este periódico desde que comenzaron este tipo de festejos de Año Nuevo.

Para leer el reportaje al completo acceda a la edición de Kiosco y Más de ABC

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