Crítica de «Velvet»: Galerías a tutiplén
No le faltó de nada al inicio de Velvet. Bueno, yo estuve esperando que en el papel de Miguel Ángel Silvestre (MAS) de niño apareciera Jorge Sanz
Crítica de «Velvet»: Galerías a tutiplén
Un accidente de tráfico, un flashback, un coche sin luces que no pudo frenar, un suicida, gente indiscreta escondiéndose las cartas, dos niños sin madre y un coma en suspenso. No le faltó de nada al inicio de Velvet . Bueno, yo estuve esperando que ... en el papel de Miguel Ángel Silvestre (MAS) de niño apareciera Jorge Sanz. Eso hubiese sido la apoteosis, pero no se puede tener todo.
La música de Lucio Godoy logra un aire de profundo romanticismo. Cada vez que MAS y Paula Echavarría (PE) se acercan parece que va a aparecer un perfume en la pantalla. Ella es buena y pobre, él es guapo y rico, hay alguna lagarta y una pugna entre los Almacenes Oxford y las Galerías Velvet . Es decir, estructuralmente es un culebrón estilizado.
Las sastras viven en régimen de internado, pero toman San Franciscos porque el sector del patronaje, del corte y confección, permite mezclar años 50 (todo lo pre-sesentayocho nos interesa) y esbozos de emancipación femenina.
MAS habla un poco raro, pero es muy detallista. Las lágrimas le caían por la cara como secreciones impersonales y colíricas. Las emociones le resbalan un poco, pero logra algo aproximadamente humano. Difícil es entender por qué pasó medio episodio con una cazadora en la mano.
Cara de pena infinita en el rostro de Pepe Sacristán . Bien Tito Valverde haciendo el clásico papel de señor intransigente con bigote y prometedoras Celia Freire y el resto de chicas. Será distraido asistir al desarrollo de sus amoríos de modistillas.
Fue un no parar de actorazos (¡hasta salió Pep Munné!). No le haremos caso a Tito Valverde aunque nos conminara congestivamente: “¡Fuera de mis Galerías!”.
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