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Clausuran otra sala por rebasar el aforo, suciedad y taponar la salida de emergencia
La sala Tribeca había sido cerrada tras una redada por drogas y armas, pero continuaba abierta. El sábado por la noche había 247 personas dentro, cuando el aforo máximo era de 70
Clausuran otra sala por rebasar el aforo, suciedad y taponar la salida de emergencia
La Policía Municipal desalojó la madrugada de ayer la sala Tribeca, ubicada en la calle de Valverde, 8, junto a la Gran Vía, por exceder casi cuatro veces su aforo permitido, como ocurrió esa misma noche con la conocida Sala Stella . Pero es que, ... además, esa misma mañana se le había comunicado en personal al encargado del local que el establecimiento estaba clausurado, por una redada anterior.
El 4 de julio pasado, dos días antes de la celebración central del Día del Orgullo Gay , una operación conjunta entre los municipales y la Policía Nacional en Tribeca acabó con la incautación de drogas y armas.
Por ello, el coordinador de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid ordenó su cese y clausura, el 18 de julio. Este sábado, a las 8.45 de la mañana, le fue entregado en mano un documento con esa decisión a responsable de la sala.
Pero los agentes recelaban y horas después, de madrugada, acudían funcionarios de la Unidad de Distrito Centro Norte a Valverde, 8. No sólo el local funcionaba, sino que estaba a pleno rendimiento: se contaron 247 personas en su interior, cuando el límite era de 70.
Además, el portero que trabajaba allí no sabía cuántas personas había dentro ni cuál era el aforo máximo. Eso sí, cobraba 10 euros a cada cliente por su entrada.
En cuanto a la higiene del local, dejaba muchísimo que desear. Los baños estaban sucios, sin papel higiénico, ni toallas ni jabón. Se permitía el consumo de tabaco en el establecimiento, como demostraba la gran cantidad de humo y colillas que los funcionarios policiales hallaron.
Suelo sucio y pegajoso
Lo peor era la puerta de emergencia, que rozaba con el suelo y era difícil de abrir. Para colmo, daba a un patio interior lleno de cubos de basura.
El suelo del local, detallaron, estaba excesivamente sucio y pegajoso, resultando difícil hasta caminar. Tampoco tenía permiso para vender tabaco, aunque lo hacía mediante una máquina expendedora que, además, no contaba con el bloqueo para menores.
Eso sí, mientras los policías muncipales rellenaban el acta, el encargado y la camarera seguían nutriendo las cámaras frigoríficas para el día siguiente.
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