semana clave en el nuevo banco

Las antiguas «caixas» enfilan la etapa final de su tortuosa mutación a banca

La mañana del viernes 27 las fachadas de media Galicia aparecerán rotuladas con el nuevo nombre de la entidad. Las 1.500 oficinas anteriores serán ahora 650, cien más de las previstas en el plan de la fusión

Las antiguas «caixas» enfilan la etapa final de su tortuosa mutación a banca efe

pablo alcalá

El resultado del naufragio, cuestionada fusión, rescate, nacionalización y venta de 170 años de evolución de los montes de piedad en Galicia encara esta semana la fase definitiva de su transformación a banca privada.

Será el próximo jueves cuando la nueva denominación de la ... actual Novagalicia se haga pública, en una operación que en menos de 24 horas habrá mudado el aspecto de más de 600 fachadas en Galicia. Son las oficinas actuales del banco, hoy propiedad del grupo venezolano Banesco, desde que el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) adjudicase el que es el primer banco de Galicia por un precio de 1.003 millones de euros .

La nueva entidad, que ayer ya desveló a sus empleados su rebautizo en un acto en el Coliseum coruñés, afronta no solo un lavado facial, sino que ha hecho en seis meses una silenciosa revolución interna, que ha afectado a directivos, empleados y, sobre todo, de filosofía y modelo.

Entretanto, el banquero venezolano Juan Carlos Escotet, junto a quien se ha convertido en su mano derecha, Francisco Botas, anterior consejero delegado de Banco Etcheverría, también adquirida por Banesco, han logrado el más visible —o mejor dicho, audible, dada la naturaleza de las protestas— de los éxitos de la nueva entidad: callar a las vuvuzelas , mercadillos ambulantes, silbatos, tambores y gaitas que a las puertas de las principales sedes han hecho sonar durante años los afectados por la compra de participaciones preferentes y subordinadas. Nace una entidad que lejos de ser cola de león o cabeza de ratón, es considerada por sus nuevos propietarios como cabeza de león territorial.

Una banca que pretende volver a dedicarse a la «banca aburrida», renegando de aventuras accionariales en terceras compañías para ser simplemente un aliado de acceso a la financiación —pese a ello mantendrá su participación en alguna de las más rentables aventuras empresariales en que se embarcó la entidad en el pasado, como R o Pescanova, Terras Gauda...— y de tentaciones de expansión nacional más allá de la red actualmente existente.

Caixa Galicia y Caixanova, germen último del actual banco, vieron desplomarse su cuenta de resultados al tiempo que estallaba la burbuja inmobiliaria y se acentuaba el paro y, con ello, aparecer los impagos, las demoras y las bancarrotas de compañías y familias a las que habían prestado dinero, o incluso de las que eran parte societaria.

De aquella aventura, que llegó a expandirse hasta tener una red de oficinas superior a 1.500 sedes en toda España, se quedará el nuevo banco en 640, salvando de la quema a 90 sucursales condenadas por el plan inicial de repliegue de los anteriores gestores. Sometido aún a las exigencias procedentes de Bruselas , lo que no ha variado en el nuevo banco es la necesidad de seguir adelante con el ERE planteado de antemano. La nueva banca debe reducir en 1.000 puestos de trabajo los 4.300 actuales, medida que se llevará a cabo con decisiones paliativas como la reducción de jornada y que recaerá, aproximadamente, sobre 300 empleados al borde de la jubilación. Todo ello no impedirá que el heredero de NCG siga estando entre las cinco empresas con más empleados en Galicia, incluyendo entre ellas a la administración pública.

Así será el nuevo nombre

La nueva denominación, que englobará cuando se produzca la fusión oficial las oficinas actuales de NCG y del Banco Etcheverría, es un secreto guardado por 5.000 almas, del que se puede adelantar solamente —si la época de las redes sociales y la comunicación de masas unipersonal no va más lejos desvelando su nombre antes de su presentación pública— su ingeniosa capacidad para ser a la vez un nombre en gallego en Galicia y sin referencia lingüística más allá de las fronteras de la Comunidad, su oportunidad alfabética para no pasar inadvertida en ningún listado y una sutil referencia a la fortaleza y a la solvencia.

Las oficinas de Galicia ya están empapeladas con lonas que mantienen su actual denominación y que descubrirán el nuevo nombre este viernes. Los cajeros han hecho desaparecer el letrero de Novagalicia y serán rotulados de nuevo en un día frenético en el que se borrará todo rastro de la corporación existente.

La operación conlleva el riesgo de no acertar ya que los clientes de NCG Banco han seguido fieles a la marca actual pese a todo. Quienes hace años abrieron una cuenta en Caixa Ourense, Caixa Vigo, Caja de Ahorros de La Coruña o cualquiera de las entidades que conforman el embrión del actual gigante gallego, las han mantenido en NCG. Las cifras de clientes, activos, circulante y otros parámetros de la entidad siguen siendo envidiables.

Su vocación gallega, de la que presumirán en su campaña de lanzamiento hasta con la música de un reconocido gaiteiro, se refleja también en su escasa pretensión de expansión geográfica, que no irá más allá de la provincia de León, cuna del padre del propio Escotet, manteniendo la presencia simbólica y ya existente en todas las comunidades de España y con concesiones al mercado iberoamericano, donde el arraigo de la entidad es tanto como pasaportes españoles circulan al otro lado del Atlántico.

Otro de los objetivos del nuevo banco pasa por eliminar la dualidad norte-sur. Establecida y estigmatizada desde la caída de las dos principales cajas y su forzosa fusión, la operación no ha sido un simple ejercicio de cosmética de cara al ciudadano. Los nuevos propietarios de la entidad se encontraron con dos modelos diferentes de negocio, filosofía, modo de actuación y política interna que han tratado de homogeneizar para cerrar ecos localistas, pero también para convertir el nuevo banco en una sola empresa y no en el ficticio hacer común de dos corporaciones radicalmente diferentes.

Más allá de nueva imagen

El consejo del nuevo banco estará formado por Raúl Baltar, Francisco Botas, Javier Etcheverría, Juan Carlos Escotet y cinco independientes (algunos viejos conocidos de la gestión bancaria en España) cuyos nombres serán desvelados en breve.

La creación de áreas específicas y la atención especializada y personalizada forman parte de la nueva filosofía que tratará de recuperar «clientes a los que el banco cree que hizo daño» entre particulares y empresas. Entre estas últimas, aquellas que, opina la nueva estructura directiva, «se encontraron de la noche a la mañana sin banco», compañías a las que se le negó la confianza en el momento más difícil y que «no hubieran cerrado si hubiera habido comprensión bancaria».

El próximo jueves, la caja de siempre, renace.

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