low cost festival
El festival cerró ayer su quinta edición con todas las entradas agotadas
La organización promete la pernanencia del festival en Benidorm hasta 2020
marta moreira
Entre bases de trip-hop y capas de sonido superpuestas, se abrió paso poco a poco la voz herida de Beth Gibbons. Y entonces se impuso el silencio. Para muchos de los 25.000 espectadores congregados la noche del sábado en el escenario Budweiser del ... Festival Low Cost de Benidorm, el concierto de Portishead significaba la culminación de un sueño largamente esperado. La banda británica no traía ningún disco nuevo bajo el brazo –el último, «Third», se publicó en el año 2008-, pero a nadie parecía importarle. Los primeros compases de «Sour times», «Roads» y «Glory Box» se recibieron con ovaciones y algún que otro gemido de emoción. Hay que entenderlo, «Dummy» fue la banda sonora de muchas adolescencias torturadas.
Durante un intenso concierto de poco más de una hora de duración, Portishead demostraron varias cosas. La primera de ellas es que incluso un género tan superado como el trip hop puede volver a sonar fresco como el primer día, si se pone en las manos adecuadas. La segunda es que esta banda solo puede entenderse en toda su envergadura cuando la escuchamos en su versión más dura: muros de distorsión, loops y frecuencias bajas que golpean el estómago. Ahí vemos la huella de Geoff Barrow (amante del krautrock, el hip hop y la música electrónica), complementada después con los acentos de jazz que aporta Adrian Utley y la voz soul de Gibbons. Después de repartir besos y abrazos entre las primeras filas del público, Portishead se despidió con una monolítica interpretación de “Machine gun” que, sumada a las hipnóticas proyecciones de la pantalla trasera, dejó a los presentes en estado de trance.
Y qué contar de Belle and Sebastian que no se haya dicho ya. El grupo escocés, incondicional de los festivales españoles, tocaba minutos antes en el mismo escenario que sus colegas de Bristol. No importa las veces que se les vea, son unos genios de las melodías y los arreglos, que saben trasladar al escenario con una elegancia y saber hacer incontestable. Acompañados como es habitual de una sección de cuerdas, también los de Glasgow se dedicaron a desgranar sus canciones imperecederas («I didn't see it coming», «I’m a cuckoo»), coreadas por un público inoculado de optimismo.
Poco más que destacar del cartel del sábado, excepto el dúo canadiense de «electrónica indie» Crystal Castles, resultones pero algo intrascendentes. El festival cerró ayer su quinta edición con un programa mucho más modesto, encabezado por Glasvegas, Love of Lesbian, Fangoria y Stand Still.
Con el aforo completo y gente buscado desesperadamente entradas de reventa en la puerta, podemos afirmar que el Low Cost ha pasado su primer lustro con nota. De ahí que el Ayuntamiento de Benidorm haya garantizado la continuidad del festival durante siete ediciones más; concretamente hasta el año 2020.
El festival cerró ayer su quinta edición con todas las entradas agotadas
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