cultura
Los secretos que esconde el armario de Los Miserables
Cerca de 2.000 prendas distintas de alta costura, fieles a los bocetos de su primera representación, hace 28 años, pueden verse a lo largo del montaje
david alonso
Faltan dos horas para el inicio de la función pero el ritmo detrás del escenario es frenético. Recoger la ropa, plancharla, repartirla y acicalarla. «Todo va tan rápido que no hay tiempo para fallar», reconoce Gurutze Esteban, jefa de la sastrería de Los Miserables. El ... espectáculo, que llega al teatro Calderón de Valladolid el 10 de abril , abre las puertas de su «backstage» para conocer lo que se esconde tras el vestuario de la célebre obra de Victor Hugo, ambientanda en el Paris postrevolucionario de principios del siglo XIX. Los diseños utilizados por Jean Valjean, Javert o Fantine en la actual gira siguen «fielmente» los primeros bocetos elaborados para la primera representación, hace ya 28 años en Londres. «En esta ocasión si que le hemos dado un poco más de color a las prendas», reconoce Esteban.
Para la confección del vestuario, apunta, se emplean materiales nobles como «las sedas, el algodón o la lana». Unos trajes y vestidos que llegan desde Londres y que sólo se fabrican en España si al actor o actriz «no le valen de talla». Las experta asegura que las vestimentas más complicadas de tejer son los empleados en la bodas por su sofisticación y nivel de detalle. Además, señala los utilizados por Monsieur y Madame Thénardier como los más difíciles para mantener.
La responsable de sastrería resalta la labor de montaje que tiene el imponente vestuario de Los Miserables. «Utilizamos entre 1.700 y 2.000 prendas por actuación», detalla. Para gestionar este volumen de material cuando llegan a una nueva ciudad, descargan los armarios para distribuirlos en los distintos departamentos. «Lavar, planchar y arreglar los desperfectos», es el siguiente paso en cada plaza, aunque reconoce que las prendas de las escenas de barricadas no suelen plancharse porque «deben tener un aspecto más desgastado». Cuando llega el momento de la actuación, todo tiene que estar en su sitio. «Son tantos cambios y tan rápido que no hay tiempo de subir a los camerinos», apunta. Además, ayudan a los intérpretes a cambiarse y vestirse para que el ritmo de la obra no se detenga. «The show must go on».
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