al pairo
Luces de Navidad
fernando conde
Desde que lo políticamente correcto se instaló en nuestras vidas, todo es menos auténtico, más impostado, casi como de cartón piedra. Lo de «al pan, pan, y al vino, vino» ha quedado limitado al reducto familiar, a la isla de los amigos, a la celda ... de lo íntimo. Abducidos por esa nueva religión que domina el mundo, hemos ido perdiendo frescura, ganando fachada y sublimando, de paso, una suerte de meapilismo compartido. Uno de los ejemplos que por estas fechas hace más patente esa estupidez en la que nos movemos, es la que ha llevado a muchas instituciones públicas a sustituir la iconografía navideña, con sus estrellas, sus personajes y sus adornos, por una mucho más abstracta, menos inteligible y, supuestamente, más laica.
Ahora es bastante más complejo rastrear semióticamente qué hay detrás de una guirnalda iluminada en plena calle, o en las fachadas de los edificios públicos más emblemáticos. El hecho contrasta, además, con la tradición que sí conservan negocios privados como algunos grandes almacenes, algunas cadenas y, por supuesto, las tiendas de toda la vida. Pero lo que realmente es inexplicable es que algún lumbrera haya pensado que con sustituir la parafernalia clásica por otra más progre el sentido varíe lo más mínimo. Si lo que realmente buscan los apóstoles del laicismo a ultranza es vaciar de contenido la Navidad, entonces deberían eliminar cualquier rastro de ella. Pero tengo para mí que, en el fondo, quien más, quien menos, todos creemos a nuestra manera, y la natividad de un niño que ha marcado la historia del mundo en los dos últimos milenios forma parte inseparable de nuestra vida, de nuestra cultura y de nuestras creencias.
Así pues, con luces o sin ellas, con adornos de siempre o con modernos adefesios, a todos, Feliz Navidad.
Luces de Navidad
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete