adrede
¡Y tanto fue el cántaro a la fuente…! Una desgracia, doña Brígida
La bebé, inocente e involuntaria protagonista de esta nefasta cadena de negligencias, no soportó tanta espera ni tanta ineficacia política
chema ayaso
Sensibles con la situación general de la sanidad en Canarias y especialmente con lo que se ha estado viviendo en el unidad de cirugía cardiaca infantil del Hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria, a todos los ciudadanos canarios nos ha golpeado ... como un mazo lo sucedido el martes pasado, 12 de marzo, con el fallecimiento de una bebé de alrededor de tres meses aquejada de una cardiopatía.
Y es que ya en más ocasiones de las que pudieran ser deseables, la mezcla de la mala gestión, el exceso de tecnicismo y la soberbia política dan unos resultados que, como en el caso que hoy nos ocupa, terminan con unos hechos que a todos nos hubiera gustado que nunca hubieran ocurrido.
El pasado 5 de marzo, en el Hospital de la Candelaria, en Tenerife, se había programado el traslado de una bebé de apenas tres meses de edad al Materno Infantil de Gran Canaria para ser intervenida quirúrgicamente por la unidad de cirugía cardiaca infantil al día siguiente, es decir el miércoles. Ese mismo miércoles, doña Brígida Mendoza —como ustedes saben, todavía aciaga consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias—, se reunió en la sede de su consejería con todas las partes implicadas en relación con la cardiología infantil en Canarias.
Para sorpresa de todos, excepto de los suyos , doña Brígida comunicó a los asistentes que a partir de ese momento sería el Hospital de La Paz, en Madrid, el encargado de realizar las intervenciones de los niños canarios afectados de patologías cardiacas.
Fruto de ello y, supuestamente con algún criterio médico que todavía no conocen ni familiares ni asociaciones de padres de pacientes de cardiología infantil, la consejera, en consecuencia con la decisión tomada y fiel a su férrea postura inicial desde que este tema salió a la luz pública en este mismo periódico, decide que la bebé a la que el equipo de cirugía esperaba en el Materno Infantil pasaba a estar en una lista de espera para ser trasladada de inmediato a Madrid, donde recibiría el tratamiento quirúrgico programado para su caso.
El avión medicalizado en el que se debería haber llevado a cabo este traslado tuvo que ver suspendidas durante tres días sus posibilidades de realizar el viaje debido al temporal que sufrimos en nuestro archipiélago durante aquella semana.
Sin embargo, no ocurrió lo mismo para los vuelos entre las islas de Tenerife y Gran Canaria que sí se voló, tal y como queda demostrado en los viajes que el mismo día seis realizó la directora del Servicio Canario de la Salud que, por lazos del destino, coincidió con algunos de los padres de las asociaciones de pacientes cardiópatas infantiles.
Señalo este punto porque, si ellos pudieron viajar , entonces un helicóptero podría haber despegado y trasladado a la paciente a Las Palmas de Gran Canaria. Además, los médicos italianos que colaboran con la unidad de cirugía cardiaca infantil del Materno tenían previsto llegar a la capital el sábado , día 9.
Y, sin embargo, no lo hicieron al recibir una llamada de doña Brígida Mendoza para decirles que no vinieran, porque ya estaba todo arreglado con los médicos del Hospital de La Paz en Madrid.
El martes, día 12, la bebé, inocente e involuntaria protagonista de esta nefasta cadena de negligencias, no soporta ni tanta espera, ni tanta ineficacia política y fallece víctima de una serie de decisiones tal vez más administrativas que científicas o técnicas.
Todavía habrán de aclararse las circunstancias para, tal y como me comentan las asociaciones de padres de pacientes con cardiopatías infantiles, caiga quien tenga que caer, se puedan depurar hasta las últimas responsabilidades , con la única intención de evitar que se vuelvan a repetir situaciones como esta que afectan directamente a nuestra población infantil.
¡Y tanto fue el cántaro a la fuente…! Una desgracia, doña Brígida
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