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CAMBIO DE GUARDIA

El peronismo y la muerte

Fulgor malévolo de Borges: «Los peronistas no son ni buenos ni malos; son incorregibles»

Gabriel Albiac

Horas más tarde de aquel día, el fiscal Alberto Nisman hubiera debido exponer ante la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados una denuncia. Contra la presidenta, contra un ministro, contra dirigentes del partido casi único. Cargos por encubrimiento de asesinato en masa: ochenta ... y cinco muertos, sin más motivación que su origen judío, crimen tipificado como genocidio. Hubiera debido. Pero, a las 3 de la madrugada del 19 de enero, el fiscal Nisman estaba muerto. Un proyectil de pequeño calibre en la cabeza. La presidenta proclamó el suicidio en su Facebook ( https://es-es.facebook.com/CFKArgentina ): un suicidio que ella atribuye a misteriosas claves conspirativas internacionales. Las armas de fuego dejan trazas de pólvora en la mano que dispara. En las manos de Alberto Nisman no fue hallado ningún residuo. Pero, en el país de Perón y Evita, nada es más común que el milagro.

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