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POSTALES

Los catalanes silenciados

¿Cuánto durará este juego de argucias, infundios, fingimientos, invenciones y disimulos?

José María Carrascal

La visita de Rajoy a Cataluña no ha sido el choque de trenes que muchos temían y los amantes de catástrofes deseaban, sino un choque de personalidades. Rajoy ha ido a decir en voz alta y firme que Cataluña es plural, que nadie tiene derecho ... a arrogarse su entera representación, y menos quien se olvida de dos tercios de los catalanes, con el que está dispuesto a hablar, pero no sobre descuartizar España. Por eso mismo, su Gobierno, que ha salvado a Cataluña de la quiebra, pagando facturas atrasadas, sueldos de funcionarios, pensiones de jubilados, manteniendo abiertos hospitales, escuelas y otros servicios públicos, seguirá ayudándola. Mas lo tiene más sencillo: quiere que se le permita celebrar la consulta soberanista que el 9-N se quedó en mero ensayo. Ni el uno ni el otro van a conseguir lo que desean. Treinta años de adoctrinamiento nacionalista, de «España nos roba», de «somos distintos» (léase superiores), de falseamiento de la historia y caldear los ánimos no se borran en un fin de semana por más cifras que se exhiban. Y Rajoy no puede ni quiere conceder lo que él mismo ha dicho sobrepasa sus poderes. En cuanto a dar a Cataluña algún regalito o regalazo como consuelo, debe andarse con cuidado, pues tiene encima los ojos de los presidentes de las demás comunidades, listos a exigirle lo mismo, con lo que volaría por los aires lo conseguido con el sacrificio de los españoles los tres últimos años. Lo que sí puede es levantar el ánimo de los catalanes silenciados que se sienten también españoles. A eso ha ido. Era hora.

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