COSAS MÍAS
Que salgan del armario
El fútbol es un negocio que crea grandes beneficios por sí mismo
Edurne Uriarte
Me encantaría que fuera verdad lo que dice el escritor Santiago Roncagliolo sobre la salida del armario de los escritores en lo que a fútbol se refiere (entrevista de Laura Revuelta en el ABC Cultural del sábado). Lo dice por él mismo, colchonero confeso, por ... cierto, y su última novela «La pena máxima» y la dificultad de los literatos para hablar de fútbol por considerarlo una afición «demasiado plebeya». Y por otras razones, añado. El complejo de algunos de ellos, dotados intelectualmente pero no físicamente, respecto de los chicos y chicas fuertes y hábiles. Y, sobre todo, un tremendo papanatismo sobre el significado de la inteligencia y su supuesta incompatibilidad con la fuerza física e incluso con la belleza.
Pero eso de que han salido del armario está lejos de generalizarse todavía. Han salido algunos, pero faltan otros muchos. Y, cuando se trata de mujeres, los complejos se desbordan. Incluso algunos hombres que creen haber salido del armario tienen todavía dificultades cognitivas para entender la afición de las mujeres al fútbol. Pero, sobre todo, son las mujeres las que tienen un auténtico bloqueo mental, producto de los complejos intelectuales sumados a la educación sobre la feminidad en su infancia. Entre ellas, los armarios siguen a rebosar, muchos, llenos de supuestas feministas que aún asocian el fútbol a una actividad de brutos reñida con la feminidad y la civilización.
Son un tipo de feministas a las que tienes que dar sales para evitarles desmayos cuando les provocas soltándoles que, como madridista apasionada, estás como en la viñeta de Puebla del pasado viernes, más pendiente de la final de la Champions que de las Europeas del día siguiente. Lo que es más irritante que divertido, no solo por la preocupante concepción de la inteligencia y de la cultura de todos estos intelectuales encerrados en el armario. Además, por su incapacidad para entender el papel sociológico, político y económico del fútbol.
El papel político en la difusión de la Marca España, por ejemplo. Esta semana, con la participación del Sevilla en la final de la Europa League. Y la semana que viene, con el Real Madrid y el Atlético de Madrid en la final de la Champions. Eso sí es vender España en el exterior, y con un coste mínimo para el Estado porque el fútbol es un negocio que crea grandes beneficios por sí mismo. Y, antes, nuestra Liga, la más vista en otros países, después de la del propio país, como recordó la semana pasada Miguel Cardenal, secretario de Estado de Deportes.
Si fuera verdad que los intelectuales han salido del armario, prestaríamos un poco más de atención a ese papel del fútbol en favor de la Marca España y de la economía de nuestro país. En lugar de que las escasas intervenciones intelectuales sobre el fútbol se centren siempre en su exceso de dinero, o en su corrupción, o en lo que deben algunos clubes a Hacienda, o en el racismo. O, simplemente, en lo poco inteligentes y cultos que serían los futbolistas en comparación con ellos mismos. Sobre todo, esto último, obsesión principal del interior del armario.
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