EL ÁNGULO OSCURO

Academy awards

Es admirable que un septuagenario como Scorsese lleve en las venas tanto brío narrativo, tanta intuición y sabiduría cinematográficas

Juan Manuel de Prada

VISTAS las películas candidatas a los Óscares de este año –con la única excepción de Dallas Buyers Club, todavía no estrenada–, habría que empezar diciendo que no hay ninguna que pueda competir con El lobo de Wall Street. Lleva más cine en las entrañas un ... cuesco de Martin Scorsese que la filmografía entera del pelmazo de Steve McQueen, quien –aparte de tener el mal gusto de usurpar el nombre a un actor mítico– firma en 12 años de esclavitud un bodrio pestífero y telefilmero, pringoso de corrección política y plañidos antiesclavistas y, lo que es peor, rezumante de esa maldad rencorosa y babosilla que se disfraza con la máscara acaramelada del bien (como, en otro sentido, ocurre con la también abominable y telefilmera Philomena), para provocar el llanto de las señoritas de buena familia y de los señoritos que comen nardos, a la vez que los hace sentir culpables por pertenecer a una raza muy maaaaaaala. Pero el bodrio de McQueen es el «gran favorito»; lo que nos confirmaría que las masas alienadas (y los botarates de Hollywood) tienen asumido el complejito de culpabilidad, y que son capaces de premiar cualquier cagarruta pinchada en un palo, con tal de sentirse (¡masoquillas!) fustigados.

Pero decíamos que El lobo del Wall Street es muy superior a las demás candidatas. Es, en verdad, admirable que un septuagenario como Scorsese lleve en las venas tanto brío narrativo, tanto sentido de la planificación, tanta intuición y sabiduría cinematográficas. Hay secuencias antológicas en esta película a veces desternillante, a veces desoladora (y, con frecuencia, ambas cosas), llena de nervio, de ritmo, de elegancia y de zafiedad; y en todas ellas refulge como un dios de la interpretación Leo DiCaprio, que ha logrado crear con Scorsese una simbiosis admirable, como en otro tiempo hiciera Robert De Niro (aunque, «a nuestro parescer», DiCaprio le da sopas con honda, sobre todo al De Niro terminal de hogaño). Su composición de ese soplagaitas llamado Jordan Belfort, embaucador y amoral, es un recital pasmoso que, por supuesto, los botarates envidiosos de Hollywood no premiarán, porque no perdonan que DiCaprio sea monarca absoluto de las taquillas desde hace casi veinte años. Si algo podemos reprochar (por viejos y resabiados) a El lobo de Wall Street es que se parezca demasiado –en estructura y en su tratamiento de farsa impúdicamente admirativa de los truhanes que retrata– a Uno de los nuestros; pero esto al espectador cándido (que es el fetén) y no demasiado lastrado por la memoria cinéfila le pasará inadvertido.

Otras películas notables entre las candidatas son, por razones muy diversas, Gravity, de Alfonso Cuarón, y Nebraska, de Alexander Payne. La primera nos propone una trama inverosímil y rocambolesca, pero logra mantener al espectador acogotado por la angustia, en un estupefaciente tour de force narrativo y técnico. Nebraska es una recia y emocionante (sin emotivismos) zambullida en las telarañas y arrabales de la vejez, una reflexión nada edulcorada sobre el amor filial y una implacable muestra de las geografías arrasadas de una América con aspecto de hangar, habitada por zombis lobotomizados. Capitán Phillips brinda lo que promete, pero en términos cinematográficos nos parece mazorral y desaborida como un plato de alfalfa. Decepciona La gran estafa americana (salvo a los que ya conocieran a su director, David O. Russell, tan eunuquito y convencional), que es una suerte de El golpe sin chispa (y con protagonistas mucho más feos). Y Her, de Spike Jonze, se nos antoja una fantasía superferolítica (una patochada, vaya) para pajeros con pretensiones geeks.

En fin, que el dúo Scorsese & DiCaprio no tiene parangón.

Academy awards

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios