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EL CONTRAPUNTO

De la convicción a la conveniencia

El PP, este PP, amaga, pero no termina de dar la batalla de las ideas

Isabel San Sebastián

Apenas las separan unas líneas en el diccionario, pero la distancia conceptual que media entre estas dos palabras es tan gigantesca como la que aleja una política basada en los principios de otra asentada en el cálculo: un abismo.

¿Qué razón ha llevado a ... Barack Obama a desdecirse de sus propias palabras y renunciar a lanzar un ataque de castigo contra el presidente sirio, en represalia por la utilización de armas químicas contra civiles? ¿El temor a complicar todavía más un escenario de guerra civil endiablado y dar alas al fundamentalismo islámico o las encuestas que muestran el rechazo de la opinión pública norteamericana a esa ofensiva? Si estuviéramos en el primer supuesto, que comparto, aplaudirá su decisión. Pero, a juzgar por los tiempos y la rectificación, tengo para mí que ha sido la demoscopia la que le ha hecho corregir su postura inicial, llevándose por delante buena parte de la credibilidad de los Estados Unidos y, con ella, su capacidad de disuasión. Es decir, resquebrajando peligrosamente el escudo que nos protege a todos de la amenaza terrorista. Porque la conveniencia ayuna de convicción conduce inevitablemente a la debilidad, mientras que la convicción suele generar la fortaleza necesaria para alcanzar lo que conviene. Una lección de la Historia que algunos parecen olvidar.

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