El recrudecimiento de la guerra de Ucrania golpea a los niños
Save the Children alerta de que 148 menores han muerto o resultado heridos entre mayo y agosto
El incremento de los combates desde la primavera y de los ataques contra civiles pone en peligro a los pequeños
El día que nos invadieron
Madrid
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Iniciar sesiónDentro de la sucesión de noticias sobre una guerra que empezó hace un año y medio y que nadie parece saber cuándo acabará, contemplar con detenimiento los rostros de las víctimas contribuye a tomar conciencia sobre todo el alcance de su horror. Kolomyia es una ... pequeña ciudad ucraniana de unos 60.000 habitantes, situada en las proximidades de la frontera con Rumanía, lo suficientemente alejada de la zona más afectada por los combates como para que sus vecinos hicieran un caso poco escrupuloso de las alertas antiaéreas.
Un espejismo de paz que desapareció brutalmente hace apenas un par de semanas, el viernes 11 de agosto, cuando Volodímir Balabanik, un chico de 8 años, murió después de que un misil hipersónico ruso impactara contra el jardín trasero de su casa. A juzgar por la fotografía que publicó de él en X –antes Twitter– el medio 'The Kyiv Post', Balabanik tenía gustos de su edad –como una conocida serie de dibujos animados, por ejemplo– y un gesto, como es frecuente en los niños, en el que se mezclaba la perspicacia y la inocencia.
Balabanik integra una de las listas más lamentables de la guerra de Ucrania. Después de dieciocho meses de conflicto, en el que miles de personas han muerto por culpa de la invasión rusa y otras muchas –unos 6,2 millones, según la ONU– han tenido que abandonar su país, las víctimas silenciosas, las que todavía no poseen ni la madurez ni las herramientas para reflexionar sobre lo que está ocurriendo, son los niños.
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Según advertía el miércoles Save the Children, los más pequeños conforman uno de los grupos de población que más sufre por las ambiciones expansionistas del Kremlin. Entre mayo y agosto, un total de 148 menores –un 7 por ciento más que en los cuatro meses anteriores– han muerto o resultado heridos.
Más violencia
La sucesión de datos resulta demoledora. Desde el inicio de la invasión, en febrero de 2022, se calcula que 1.700 niños han sido víctimas de la guerra. De ellos, 545 han perdido la vida, y, dentro de ese grupo, 24 han muerto durante el verano, según Save the Children. Además, como también recordaba la organización, el mes de junio fue particularmente violento, dejando a once niños muertos y a 43 heridos. Ese empeoramiento de los números se enmarca en un período muy duro de la guerra, como se puede analizar con los datos. Según los informes, entre enero y abril se produjeron 459 ataques aéreos y de aviones no tripulados contra civiles ucranianos, una cifra que aumentó hasta los 1.432 entre mayo y agosto.
La explicación de ese incremento fatídico del número de víctimas desde la primavera se encuentra en el inicio de la esperada contraofensiva ucraniana –cuyos resultados todavía no se pueden valorar– y, en definitiva, en el aumento de la temperatura y en el consecuente derretimiento de la nieve, que facilita que los carros de combate se muevan por el terreno. Se trata de un tiempo propicio para la lucha y la muerte.
«La guerra a gran escala llega ya a los dieciocho meses. Hemos sido testigos de numerosos ataques contra zonas pobladas que se han cobrado la vida de menores y personas adultas, han dejado a cientos de personas heridas o gravemente angustiadas y han dañado o destruido viviendas, sumiendo a miles de familias en la incertidumbre», denunciaba el miércoles Amjad Yamin, director de Incidencia Política de Save the Children en Ucrania, en la nota informativa enviada por la organización.
Aunque al presidente ruso, Vladímir Putin, le gusta presumir de su voluntad por aumentar la natalidad y cuidar de las familias –el mandatario, que ha calificado ese asunto de «deber histórico», apostó en enero de 2020 por aplicar exenciones fiscales, aumentar las plazas en las guarderías y ofrecer ayudas para las madres primerizas–, el daño que está causando a la infancia ucraniana pone en cuestión su pretendida sensibilidad en ese asunto.
«El legado de esta guerra será una generación traumatizada», denunciaba Serhii Lukashov, director de la oenegé SOS Children's Village, en un artículo publicado en marzo de 2022 en el medio 'Al Yazeera'. De manera somera y precisa, explicaba cómo los menores se ven expuestos a los estragos de la violencia en todas sus formas, tanto en lo económico –ausencia de recursos básicos, como medicamentos o comida, y de calefacción durante los duros inviernos– como en lo psicológico –la exposición a la amenaza aleatoria de la muerte y a la pérdida de seres queridos–, sin olvidar los riesgos de ser víctimas de traslados forzosos.
Orden de detención
Ese punto, precisamente, ha sido uno de los más controvertidos de la contienda y el que quizá pueda costarle más caro a Putin. En marzo de 2023, la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra el presidente y contra Alekseyevna Lvova-Belova, comisionada rusa para los derechos de los niños, por crímenes de guerra. En concreto, por «deportación ilegal de población», es decir, por trasladar a niños ucranianos desde las zonas ocupadas a territorio ruso, donde se les intenta adoctrinar en las virtudes del Kremlin mediante un chaparrón de propaganda. En palabras de la primera dama ucraniana, Olena Zelenska, son sometidos a un proceso de 'rusificación', por el que se les priva de sus «familias, nombres, idioma, raíces».
Según datos de las autoridades ucranianas proporcionados a través de la plataforma Children of War, alrededor de 19.546 menores de las zonas ocupadas por los rusos han sido deportados. El despiece de esa cifra produce un escalofrío: del total, se considera que 503 han muerto, 1.116 han resultado heridos y 1.162 han desaparecido, y tan solo 386 han regresado a sus hogares. Otros, unos 2.000, han sido enviados a Bielorrusia, según informaba esta semana 'The Wall Street Journal', tras un acuerdo alcanzado entre Moscú y Minsk.
Acabar con el sufrimiento de esos menores, rescatarles y traerles de vuelta, es uno de los objetivos primordiales de Ucrania. La vida siempre conlleva esperanza. Sin embargo, para otras familias, como la de Balabanik, la guerra solo está teñida de desesperación.
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