'Brava gente'

Tal y como explica el profesor Paul Corner en su libro 'Mussolini in Myth and Memory', la ignorancia ha terminado por convertirse en una percepción bastante indulgente entre los propios italianos sobre sus dos décadas fascistas. Berlusconi habló en nombre de bastantes compatriotas cuando en 2003 dijo a Boris Johnson que Mussolini, era «benigno» y «no mató a nadie», ignorando a la vez el reino de terror de los camisas negras, la invasión de Etiopía y la complicidad en el genocidio judío perpetrado por los nazis.

Aunque el fascismo creó en Italia una maquinaria de represión social equiparable a la desarrollada por los comunistas en Alemania Oriental, demasiada gente se ha olvidado. Todo el mundo reconoce la Gestapo y el KGB pero pocos son capaces de identificar la OVRA (Organización para la Vigilancia y la Represión del Antifascismo) o la PolPol (Policía Política).

Al argumento del mal menor, según el cual los horrores del fascismo italiano se minimizan en comparación con los infligidos por Hitler y Stalin, se suma la opinión exculpatoria de que Mussolini «hizo muchas cosas buenas» pero cometió solamente «un error»: aliarse con Hitler. Es verdad que el gesticulante Duce hizo «cosas buenas» pero no mucho más que otros gobiernos democráticos de la época.

Según el profesor Porter, los italianos se perciben de forma bondadosa como 'brava gente'. A partir de los años setenta, el mito victimista de posguerra empezó a ceder ante otra ortodoxia simplista: existió un consenso de masas a favor de Mussolini. De ahí el argumento de que si los italianos son «buena gente» y el régimen fue popular, entonces, lógicamente, el fascismo no pudo ser tan malo.