Según ha desvelado el 'Daily Star', las pesquisas empezaron por parte de los servicios sociales cuando descubrieron que la hija de un preso no estaba escolarizada. Al buscar registros médicos de la pequeña, tampoco encontraron ninguno y se temieron una desaparición o, incluso, un asesinato, como fue el caso.
La policía detuvo inmediatamente a la madre (el padre estaba en la cárcel cuando sucedieron los hechos), acusada de violación de las leyes de bienestar infantil. Cambió su versión varias veces: primero dijo que estaba con unos familiares, luego que la había abandonado en la calle y, finalmente, reconoció que la habían matado.
El frasco con los restos del bebé apareció en un falso techo de la casa familiar, que fue incautado y llevado a un laboratorio para ser estudiado. Según los datos que existen en los registros, la pequeña llevaba algo más de tres años muerta.
Los padres se enfrentan a una pena de prisión de cinco años, si son encontrados culpables.
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