Orbán boicotea en el parlamento húngaro la adhesión de Suecia a la OTAN

La cadena sueca SVT había informado el sábado sobre los planes de boicot del partido de Orbán, citando fuentes húngaras que advertían que Fidesz solo se pondrá manos a la obra después de las vacaciones de verano, en el mes de septiembre. Pero el hecho de que el propio Orbán hubiese dado por desbloqueado el proceso a principios de julio, restaba credibilidad a esa información. Repasando la declaración de Orbán en Viena, donde participaba en una cumbre sobre inmigración con Austria y Serbia, cobra sin embargo ahora especial relevancia el comentario que siguió a su mensaje de luz verde. Orbán afirmó que el su gobierno apoyaba la ratificación, pero acto seguido responsabilizó al parlamento húngaro de cualquier retraso que pudiese producirse.

El secretario de Estado de Comunicaciones Internacionales del gobierno húngaro, Zoltán Kovács, ha argumentado reiteradamente en sus contactos con la prensa internacional «motivos por los que el parlamento húngaro tiene razón al tener dudas sobre la admisión de Suecia en la OTAN». Ha defendido que Suecia debe resolver «un gran número de agravios» con Hungría antes de que el país pueda ratificar su entrada en la Alianza y se ha referido a las reservas de «algunos parlamentarios húngaros» sobre el «continuo cuestionamiento del estado de la democracia en Hungría» que han expresado algunos miembros del gobierno sueco en los últimos años.

«Han seguido insultando a los votantes y diputados húngaros, y por lo tanto a toda Hungría», ha dicho también el propio Orbán, que acusa a algunos funcionarios suecos de «utilizar su influencia política para dañar los intereses de Hungría» y cita declaraciones del actual primer ministro Ulf Kristersson, todo ello referido a que Estocolmo se alinea con las autoridades de Bruselas en las críticas a la democracia deficiente de Hungría. «Hay una hostilidad declarada y abierta que ha persistido durante años», explica Kovács, «una superioridad moral percibida (de Suecia) que es ridícula». Kovács critica que determinados políticos suecos hayan tachado de xenófobo al Gobierno de Orbán, mientras que el Gobierno sueco permite tales acciones al amparo de la libertad de expresión y bajo la fachada de un «racismo descarado bajo el disfraz de la superioridad moral». «El trono de la superioridad moral se está cayendo», concluye.

Varios medios húngaros publican que los legisladores de Fidesz esperan «garantías» de Suecia de que no habrá más críticas a las políticas húngaras en Bruselas, pero el ministro de Relaciones Exteriores de Suecia, Tobias Billström, ha dado reiteradas muestras de que tal cosa no sucederá. «No hay un acuerdo especial con Hungría y no tenemos la intención de concluir uno», ha dicho, «Finlandia tiene los mismos puntos de vista que Suecia sobre cuestiones de estado de derecho y, de todas formas, no veo que esto tenga algo que ver con el proceso de adhesión a la OTAN».

La politóloga Anamaria Dutceac Segesten, de la Universidad de Lund, describe a Suecia como en una «situación de rehén», sencillamente porque Hungría quiere más acceso a los fondos de cohesión europeos. Bruselas ha congelado 22.000 millones de euros destinados a Budapest hasta que Hungría garantice que los programas a los que pretende destinar el dinero respeten los valores y normas comunitarias en materia de independencia judicial, leyes de educación, libertad de cátedra, derecho de asilo y lucha contra la corrupción. Sara Svensson, de la Universidad de Halmstad, ve por su parte la maniobra como «un juego político interno sobre la espalda del país escandinavo». «Este tipo de sesiones iniciadas por la oposición se han llevado a cabo muchas veces antes y nunca han tenido éxito, es más bien una oportunidad para que la oposición llame la atención», dice sobre la votación convocada ayer por la oposición húngara, «la moción tendrá solamente opciones de prosperar el día que la votación sea convocada por Fides».