La oposición polaca exhibe músculo en Varsovia: «Al poder le aterroriza perder»
El Ayuntamiento de la capital polaca cifra en un millón de personas las concentradas en la manifestación
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Manifestación en Varsovia este domingo
Según el Ayuntamiento de Varsovia, un millón de personas participó este domingo en la manifestación convocada por la oposición polaca, a dos semanas de las elecciones en las que el partido gobernante, Paz y Justicia (PiS), lidera todavía las encuestas. El Gobierno polaco ... cifraba los manifestantes en sólo 60.000, pero más allá de la disparidad de valoraciones, quedó claro que la marcha contó con una multitudinaria participación y que en Polonia late un pulso de cambio, sin poderse precisar todavía si lo hace con la suficiente fuerza como para desalojar al PiS de Willa Parkowa.
«Cuando miro estos cientos de miles de caras sonrientes, siento que se acerca el punto de inflexión en la historia de nuestra patria», vendió la piel del oso el líder de la oposición, Donald Tusk, «el gigante se ha despertado: puedo sentir que se está produciendo un gran cambio».
La palabra 'patria' jugaba un importante papel en la escenificación. Con cientos de miles de personas ondeando banderas polacas, Tusk mostraba al electorado la prueba de que es posible otra Polonia, también patriótica pero orientada hacia Europa. La liberal Plataforma Cívica (PO) de Tusk confía en poder aprovechar en estos comicios el relevo generacional y jubilar por vía de las urnas a toda una forma de hacer política, cuya cabeza visible sigue siendo el gemelo superviviente, Jaroslaw Kaczynski.
Tras la muerte de su hermano en el accidente aéreo de Smolensk de 2010, en el mismo avión en el que volaba buena parte del Gobierno, los principales militares y la cúpula de la Judicatura polaca, y sobre el que siempre ha pesado la sospecha de un sabotaje ruso, Jaroslaw ha venido liderando en solitario la la generación política de Juan Pablo II.
En las dos últimas legislaturas, sin embargo, esa visión ha ido perdiendo base sociológica y el país se ha ido dividiendo en dos bloques, separados geográficamente por el Vístula. «Ya hemos tenido suficiente de lo que estamos experimentando ahora», explicaba su presencia en la marcha Kazimierz Figzal, de 65 años, que había llegado en autobús desde el suroeste de Polonia, siete horas de viaje para quejarse de que la libertad de la gente está «restringida».
«Queremos democracia, para nuestros hijos y nietos», decía por su parte Derek Niwrozcki, profesor en Varsovia; «hay que dar una alternativa al PiS, porque no sacará tantos votos como para gobernar en solitario y entonces se asociará, con la ultraderechista Konfederacja, y eso es lo peor que le puede pasar a Polonia, un retroceso de décadas en la historia europea».
Socavar las insituciones
Los críticos acusan al partido nacionalista de derecha PiS de socavar las instituciones democráticas, especialmente el Poder Judicial, además de no afianzar al ritmo deseado los derechos de las mujeres y las minorías. Recientemente, además, las declaraciones del Gobierno sobre un posible cese de la ayuda militar a Ucrania han causado irritación y desconcierto, incluso a pesar de que Polonia ha sido hasta ahora uno de los partidarios más fuertes de Ucrania en la lucha contra Rusia.
Otra gran baza de la oposición es el escándalo sobre la venta de visas a inmigrantes ilegales por parte de funcionarios de varias embajadas. Y sin duda juega en contra del PiS un lenguaje anticuado, que no llega a las nuevas generaciones de polacos, como demuestra el hecho de que se haya esforzado en la campaña en remover un sentimiento antialemán ya prácticamente inexistente. Según una encuesta reciente del Instituto Ibris, el PiS sigue siendo el más votado con el 35%, mientras que la alianza opositora de Tusk obtendría el 27%. Según Tusk, sin embargo, las encuestas encargadas por su partido reducen la ventaja del PiS a solo dos puntos porcentuales. De ahí la conveniencia de esta 'Marcha de un millón de corazones'.
El PiS, por su parte, contraprogramó con su propia convención. Con la intención de jugar en casa, la celebró en Katowice, capital de la Silesia minera y hogar de Karol Wojtyla hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Bajo el título 'Polonia segura', el primer ministro Mateusz Morawiecki llamó a «sentir el corazón palpitante de los polacos sonrientes y positivos, preparados para implementar un plan específico polaco». «Es una convención típica de movilización de nuestras estructuras y partidarios», describió el portavoz del Gobierno, Piotr Müller. El analista de Gazeta Wyborcza, Pawel Wronski, al final del domingo, reconocía que las elecciones son todavía «impredecibles, pero el líder va dopado por el apoyo de los jueces y el ladrillo, está cansado y, cada día, más aterrorizado de perder».