«Con la muerte de Prigozhin, es difícil que Wagner sobreviva»
El ataque contra los cabecillas de la fuerza paramilitar abre interrogantes sobre el futuro del grupo
Miles de mercenarios siguen desplegados en Bielorrusia y varios países africanos
Rusia confirma la muerte de Prigozhin, jefe del grupo Wagner, al estrellarse su avión
En una entrevista de 2018, un periodista preguntaba a Vladímir Putin sobre si era necesario perdonar. «Sí, pero no todo», respondía el líder ruso. «¿Qué es lo que no se puede perdonar?», repreguntaba el periodista. «La traición».
Dicho y hecho. Para Putin, la intentona ... de golpe de Estado del pasado 24 de junio, cuando mercenarios del Grupo Wagner estuvieron a punto de entrar en Moscú y derrocar al Gobierno, fue una traición, y hace tiempo que en la Rusia de Putin, la traición es imperdonable. Se vio en el envenenamiento de Alexander Litvinenko en 2006, un antiguo agente del servicio secreto ruso, o el tiro en la nuca al político Valentín Tsvetkov en 2002.
El presidente ruso ha impuesto un precio a quienes actúan en su contra, aunque el Kremlin nunca a reconocido su implicación en las desgracias. Prigozhin está muerto y Serguéi Surovikin, excomandante de las tropas rusas en Ucrania y cercano al líder de los mercenarios, fue despedido, arrestado y puede enfrentar cargos (o algo peor).
«Putin no perdona. Ya se habían producido casos, aunque no tan radicales como la muerte de Prigozhin. Estaba claro que había una voluntad de no sólo eliminar a la persona que ha humillado a Putin, también ha eliminado al otro líder de Wagner«, señala Frederic Mertens, profesor y coordinador de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Valencia. «Se trata de un comportamiento digno de una película de 'El Padrino', pero no tiene que sorprendernos porque lo que Putin hace es seguir los manuales de la KGB», continúa el experto.
En el avión que estalló anteayer no sólo murió el líder de los paramilitares. También estaban Dimitri Utkin y Valery Chekalov. Utkin era uno de sus aliados más cercanos y otra figura principal para Wagner. Exoficial del servicio de Inteligencia de Rusia (GRU) y jefe de operaciones del grupo, había estado implicado en la organización del convoy Wagner que intentó llegar a Moscú. Por su parte, Chekalov estaba a cargo de la logística.
La muerte de los tres deja al Grupo Wagner sin sus principales líderes y abre interrogantes sobre el futuro de la organización. En Ucrania, donde protagonizaron la toma de Bajmut, ya habían sido desarticulados, pero contaba con una creciente presencia en África.
Varios escenarios posibles
En las últimas semanas, Prigozhin estaba tratando de recuperar parte de la influencia que había adquirido gracias a sus operaciones en África a instancias del Kremlin. Se vio en un vídeo donde el líder de los mercenarios estaba reclutando para operaciones en África, al tiempo que invitaba a inversores rusos a poner dinero en la República Centroafricana.
«Wagner, tal y como lo conocíamos, ha desaparecido. Con la muerte de Prigozhin, es difícil que el grupo sobreviva. Ahora existen dos escenarios posibles. El primero, que Putin coja personalmente el control; y el segundo, que se diluya en otros grupos paramilitares como los Patriot, controlado por el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú«, explica Mertens.
Los Patriot (SMP, por sus siglas en ruso) son una empresa militar y de seguridad privada, competencia directa de los Wagner, que trabaja en estrecha colaboración con Shoigú, enemigo público número uno del desaparecido Prigozhin.
De momento, en el aire está lo que pasará con los 3.000 mercenarios de Wagner desplegados en Bielorrusia. Estos han estado entrenando a las fuerzas especiales bielorrusas cerca de la frontera con Polonia, alarmando al país de la OTAN y a las potencias occidentales. También queda por ver qué harán los miles de mercenarios que están desplegados en países africanos. Wagner ha enviado a estas milicias para apuntalar regímenes autoritarios o luchar contra grupos rebeldes en la República Centroafricana, Mali, Níger, Siria, Libia y Sudán, donde parecen haber permanecido en las semanas posteriores al motín.
Debate interno
Las opciones ya se las ofreció Putin a los mercenarios cuando dos días después del intento fallido de golpe les prometió su protección, pero sólo si regresaban para servir en el Ejército convencional ruso, bielorruso o si decidían dejar las armas.
El estallido del avión donde viajaba Prigozhin no sólo ha puesto profundamente en duda el futuro de la fuerza mercenaria, sino que también ha fortalecido la posición del presidente Putin, después de que la breve rebelión que justo cumple dos meses lo sorprendiera.
Aunque existen algunas dudas sobre que la desaparición de Prigozhin signifique una victoria de Putin. «Históricamente, el cambio político llega a Rusia cuando están presentes tres factores: una élite dividida, un público insatisfecho y ausencia de miedo. Si Prigozhin hubiera quedado impune, el miedo habría desaparecido de la ecuación y el régimen habría estado en peligro», explica Brian Whitmore, del Centro Eurasia del Atlantic Council, en un análisis publicado por el 'think tank' estadounidense.
En el siniestro, cuyas causas aún se desconocen, murieron los diez ocupantes de la aeronave. Según una de las versiones preliminares, el jet privado, que se precipitó a tierra desde una altura de 8,5 kilómetros, sufrió un atentado con bomba, que estaría escondida en el compartimento del tren de aterrizaje del aparato. Por su parte, funcionarios estadounidenses de Inteligencia aseguraron a Reuters que un misil tierra-aire procedente del interior de Rusia probablemente derribó el avión.
Ayer, decenas de rusos se acercaron a los centros del grupo Wagner en San Petersburgo y Novosibirsk para depositar flores en memoria del líder de los mercenarios.