El G-7 se propone combatir la «coerción económica» de China

Además de establecer una plataforma para vigilar las inversiones y que la tecnología no sea usada con fines militares, la cumbre de Hiroshima promete 600.000 millones de dólares para infraestructuras en países en desarrollo

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Los líderes del G-7 durante su reunión en Hiroshima reuters

Pablo M. Díez

Enviado especial a Hiroshima

En una jornada marcada por la llegada a Hiroshima del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, el G-7 se ha propuesto este sábado combatir la «coerción económica» de China, la otra gran protagonista – o sería mejor decir antagonista – de esta cumbre junto a Rusia.

Además de la guerra en Ucrania, el otro foco del encuentro era China, como se ha visto en el comunicado final emitido por los líderes del G-7, que incluye a las democracias más avanzadas, Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá, más la Unión Europea. «Buscaremos afrontar los retos que entrañan las políticas y prácticas de China ajenas al mercado, que distorsionan la economía global. Contrarrestaremos las prácticas malignas, como la transferencia ilegítima de tecnología o la revelación de datos. Fomentaremos la resistencia a la coerción económica. Reconocemos también la necesidad de proteger ciertas tecnologías avanzadas que podrían ser usadas para amenazar nuestra seguridad nacional sin limitar demasiado el comercio ni la inversión», reza el documento, que dedica buena parte de su atención a las relaciones con el régimen de Pekín.

Aunque el G-7 asegura que sus políticas «no están diseñadas para dañar a China ni buscan impedir su progreso económico y desarrollo», aboga por «reducir los riesgos de la excesiva dependencia de nuestras cadenas de suministro críticas», pero no «desacoplarse ni volverse hacia dentro».

Para ello, establecerá una Plataforma de Coordinación sobre la Coerción Económica que vigilará las inversiones en China para impedir que tecnología más avanzada pueda ser utilizada de forma militar. Entre los sectores más sensibles destacan los semiconductores, las baterías y los minerales críticos.

Derechos humanos

Junto a estas medidas económicas, el G-7 alerta sobre otras cuestiones políticas como la situación de los derechos humanos y las libertades en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong, al tiempo que pide a Pekín que «presione a Rusia para que detenga su agresión militar y se retire de Ucrania de forma incondicional, completa e inmediata». De igual modo, advierte a China sobre la importancia de la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán y aboga por un «Indopacífico abierto y libre», rechazando «cualquier cambio unilateral y por la fuerza del statu quo».

Con el fin de competir con la creciente influencia de Pekín en los países en vías de desarrollo gracias a su músculo económico y a iniciativas como las Nuevas Rutas de la Seda, el G-7 prometió «movilizar 600.000 millones de dólares a través de la Alianza para la Inversión Global en Infraestructuras». Entre sus destinatarios figurarán las potencias emergentes invitadas a la cumbre de Hiroshima, como la India, Brasil o Indonesia, y países de África y el Pacífico, representados por sus respectivas organizaciones regionales y cuya presencia se prometió potenciar en foros internacionales.

Frente al avance de regímenes autoritarios como China y Rusia en el mundo en desarrollo, el G-7 no solo propone sus valores democráticos y de libre mercado, sino también una lluvia de millones y reconocimiento internacional en esta trascendental y simbólica cumbre de Hiroshima.

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