Llamamiento histórico del líder del PKK kurdo a deponer las armas y disolverse
La guerra entre el movimiento armado y el Estado turco comenzó hace cuarenta años y ha dejado decenas de miles de muertos
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El líder del PKK, Abdulá Öcalan
Desde su reclusión en una cárcel turca, donde fue encerrado hace 25 años, el líder del movimiento armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdulá Ocalan, ha hecho un llamamiento a sus seguidores para que depongan las armas y dejen de combatir al Estado ... turco. El conflicto se prolonga desde hace cuarenta años y ha dejado decenas de miles de muertos en ambos bandos, que incluyen bajas civiles por incontables atentados del PKK. El movimiento de Ocalan es considerado terrorista tanto por Turquía como por los gobiernos europeos.
El acuerdo con Ocalan para que firme el llamamiento a la disolución del PKK ha sido negociado desde hace meses por el principal partido kurdo de Turquía, el DEM, y por políticos nacionalistas de confianza del presidente Erdogan. A cambio de que llame a sus lugartenientes a deponer las armas -es de esperar que le obedezcan desde sus escondites en las montañas fronterizas con Irak-, el Gobierno turco se compromete a conceder más autonomía y derechos políticos a su población de etnia kurda.
La nueva fase esperanzadora que podría inaugurar el fin del conflicto guarda sin duda relación con la nueva geografía política de Oriente Próximo, tras las guerras de Israel y la caída de la dictadura de Bachar al Assad en Siria.
Con su eventual decisión de dejar las armas, los kurdos más radicales de Turquía renuncian por ahora a su sueño de crear un nuevo Estado independiente en la región. La etnia kurda -que cuenta con lengua propia y una cultura milenaria- está actualmente repartida en cuatro países: Turquía, donde supone al menos el 15 por ciento de sus 80 millones de habitantes, Irak, con un porcentaje similar, Irán (10 por ciento) y Siria (8 por ciento). La mayoría de los kurdos siguen un islam moderado, aunque cuentan con una minoría cristiana.
Los kurdos coinciden con los palestinos en ser el único pueblo de Oriente Próximo sin Estado propio. Una aspiración que además arrancó en las mismas fechas. Al término de la Primera Guerra Mundial, y tras la desaparición del imperio otomano, las potencias vencedoras aprobaron la creación de un Estado kurdo, el Kurdistán; por entonces, los británicos habían dado también esperanzas de lograr un ente nacional tanto a judíos como a los árabes de Palestina. Al final solo surgió el Estado de Israel, y palestinos y kurdos fueron repartidos por otras entidades nacionales de la región.
La aparición del PKK hace más de cuarenta años fue producto de la desesperación de los kurdos radicales, que no veían otro camino que el de la violencia, y de las doctrinas marxistas, presentes en otros movimientos 'liberacionistas' de la época como la OLP de Arafat. La renuncia a la lucha armada es una buena noticia para los kurdos de a pie, que aspiran a tener más libertades dentro del Estado turco, y también para los kurdos de los países vecinos. Entre otros, los kurdo-sirios y los kurdo-iraquíes, que cuentan con autonomía política y están bajo una amenaza permanente exterior precisamente por sus relaciones con el PKK.