Los resultados definitivos dan a Kagame el 93% de los votos

Para Chrysologue Karangwa -portavoz de la comisión- la comunidad internacional debe felicitarse de «cómo han ido los comicios, desde la campaña hasta el día de la votación. Ya que no tenemos constancia de intimidación en ninguna parte». Sin embargo, Karangwa parece ofrecer muestras evidentes de fragilidad memorística.

El pasado mes de julio, el vicepresidente del opositor Partido Democrático Verde, André Kagwa Rwisereka, fue decapitado en las cercanías de la ciudad de Butura . Un crimen cometido tan sólo dos semanas después del asesinato del periodista disidente Jean-Leonard Rugambage.

De igual forma, los líderes opositores Bernard Ntaganda y Victoire Ingabire se encuentran en la actualidad encarcelados bajo la acusación de apología del genocidio.

Unas acciones que se unen a la larga lista negra de infamias cometidas por el Gobierno de Kigali y que ya motivaron, en 2008, la imputación por parte del juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu de 40 militares ruandeses por delitos de genocidio y lesa humanidad, incluidos los asesinatos de nueve cooperantes españoles. Unos crímenes cometidos durante el periodo 1990-2000.

Pero pese a las carencias evidentes en materia de derechos humanos, el régimen de Kagame representa el modelo por excelencia del desarrollo económico regional.

El pasado año, el Banco Mundial situó al país africano como «el mejor reformista de negocios del mundo», mientras que para este ejercicio fiscal el Gobierno de Kigali anuncia que espera un crecimiento cercano al 6%.

Unas cifras de las que se vanagloria con frecuencia Kagame en su cuenta personal de «Twitter» , pero que contrastan con el 90% de la población, que en la actual Ruanda, no tiene acceso a la electricidad.

Así que con estos números no resulta extraño que de los cuatro millones y medio de electores que el pasado lunes dieron su apoyo al dictador, tan sólo 1.400 sean seguidores suyos en el popular servicio de «microblogging».