Los Juegos Olímpicos golpean a los bares y restaurantes de París con una caída alarmante de la frecuentación

La crisis no afecta solo al sector de la restauración, pues también hay una baja sensible en el sector hotelero

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La Policía vigila los alrededores de la cafetería Les Deux Magots de París J.P.Q.

Juan Pedro Quiñonero

Corresponsal en París

Los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) comienzan por ser una catástrofe económica para los restauradores parisinos, víctimas de una caída alarmante de la frecuentación de bares y restaurantes.

Varias asociaciones de comerciantes, restauradores, bares y clubs, han publicado un rosario de comunicados oficiales, denunciando ... al unísono el mismo desastre: «A pesar de todas las previsiones optimistas, la actividad está paralizada y ha retrocedido desde mediados de junio. Muchos profesionales sufren una caída del 30 al 35 % de la cifra de negocios, con respecto a años anteriores».

La situación es grave en todo París, pero afecta muy particularmente a los barrios, avenidas, bares y restaurantes más famosos.

Un camarero del Café de Flore, en el corazón del barrio de Saint-Germain-des-Prés, que prefiere guardar el anonimato, comenta: «En nuestro café y en el Deux Magots, el otro de los grandes cafés del barrio, la baja de la frecuentación es muy llamativa. Normalmente, en hora punta, los clientes tienen que hacer cola y esperar lo suyo, antes de poder conseguir una mesa. Desde hace días, no hay cola, la terraza y la interior del café están medio vacía».

Frente al Deux Magots y el Café de Flore, el restaurante Lipp, otra de las enseñas célebres del barrio, es víctima de la misma frecuentación. De la calle Saint-Pères al bulevar Saint-Michel, los barrios de Odeón y Saint-Germain-des-Prés, los más 'radical chic' de París, con mucho, son víctima de la misma crisis coyuntural, indisociable de los JJ.OO.

Necesidad de 'pasaporte'

El problema tienen muchos flecos. El primero es muy visible: todas las esquinas del barrio están cortadas y controladas por soldados, gendarmes o policías armados.

Para cruzar el Sena, que divide París en dos orillas, es necesario tener un 'pasaporte', en papel, en plástico o en el móvil. Quien no tenga ese 'pasaporte' lo tiene muy crudo para cruzar el Sena, en bicicleta, en moto o en coche. Los autobuses han cambiado o cortado sus trayectos. El metro funciona, pero hay un largo rosario de estaciones cerradas.

La crisis no afecta solo al sector de la restauración. También hay una baja sensible en el sector hotelero, en contra de todas las previsiones. En varios hoteles de barrios turísticos por antonomasia, hay muchas camas y habitaciones libres.

«A pesar de todas las previsiones optimistas, la actividad está paralizada y ha retrocedido desde mediados de junio»

Calles históricamente asociadas al copeo son también víctimas de las restricciones policiales. La calle de Buci, modelo canónico de la calle de marcha, de bar en bar, está parcialmente bloqueada; y estará cerrada varios días. En el barrio de Les Halles (Los Mercados, el «vientre» de París inmortalizado por una novela de Zola), bastantes bares han cerrado. Y otros son víctimas de una caída significativa de la frecuentación.

Grandes avenidas, como la calle de Rivoli o los Campos Elíseos, no se escapan de la crisis generalizada. La 'marcha tradicional' ha quedado reducida. Las patrullas de soldados, policías y gendarmes armados dan al vagabundeo turístico un perfume negro agravado por la canícula. Para colmo, la restauración parisina desconoce el aire acondicionado.

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