El laboratorio del doctor Milei

Si el presidente electo de Argentina fracasa va a ser muy difícil volver a levantar las banderas de la libertad económica en Iberoamérica

Cinco claves para entender qué pasa con Argentina tras el triunfo de Milei

Por qué me llamo John

Javier Milei comparece tras imponerse en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Argentina AFP | vídeo: abc

La victoria de Javier Milei en Argentina supone el inicio de un experimento socioeconómico sin precedentes en un régimen democrático: el desmantelamiento del Estado clientelar que el populismo peronista ha disfrazado de Estado de bienestar desde hace décadas. Lo dijo el mismo Milei en ... su discurso de la victoria el domingo: Argentina ha votado «el primer presidente liberal-libertario de la historia de la humanidad».

Está claro que los votantes han elegido entre lo malo conocido que es un peronismo que ha llevado al Estado argentino a la condición de fallido, donde 6,2 millones de contribuyentes sostienen a 18,7 millones de personas que viven o reciben subsidios del Estado –son cálculos del periodista Andrés Oppenheimer–, y los innumerables sacrificios que supondrá poner en marcha un país agostado aplicando una reforma liberal radical. Lo que explica que casi el 56 por ciento de los votantes, un respaldo sin precedentes en la historia de las presidenciales argentinas, haya decidido marchar hacia lo desconocido tras el flautista Milei es el enorme hastío y repudio que despierta lo que han conocido en los últimos 75 años.

La cuestión es si este experimento convocado bajo el lema populista de «que se vayan todos» contará con el respaldo coherente de una población que es la que tendrá que pagar el precio inicial y que sólo empezará a apreciar los beneficios dentro de muchos años. Este es el mismo dilema que paralizó a Mauricio Macri en 2015 y que convirtió su presidencia en una ocasión perdida por su apuesta por el gradualismo.

Al centroderecha en Argentina le ha costado darse cuenta de que la principal política populista es la mediocridad y que ésta es la que convierte en radical cualquier otra solución porque se dedica a malversar lo público en nombre del pueblo. Milei no parece tener dudas al respecto: el domingo avisó que «no es fácil la gesta que se viene» porque «la situación de Argentina es crítica: los cambios son drásticos, no hay lugar para el gradualismo, no hay lugar para la tibieza, no hay lugar para medias tintas».

Hay países que han intentado lo que quiere hacer Milei sin libertades (como Chile o Singapur), pensando que la democracia podía ser aplazada. Argentina misma tiene como precedente en la década de 1960 al general Onganía que teorizaba que sus reformas se adaptaban a 'tres tiempos': un tiempo económico que sería seguido de un tiempo social y, por último, de un tiempo político. Lo de Milei, entonces, es el triple salto mortal.

Al centroderecha en Argentina le ha costado darse cuenta de que la principal política populista es la mediocridad y que ésta es la que convierte en radical cualquier otra solución porque se dedica a malversar lo público en nombre del pueblo. Milei no parece tener dudas al respecto

Hay varias cuestiones que tener en cuenta. Desconocemos el grado de 'sangre, sudor y lágrimas' que los argentinos están dispuestos a empeñar en el cambio. Tampoco conocemos la fortaleza real de las instituciones argentinas y si no se quebrarán a la primera de cambio. Tenemos indicios de que es una democracia imperfecta a partir del momento que acepta que el ministro de Economía intente ganar las elecciones disponiendo del erario. Sin embargo, es un sistema institucional bastante sofisticado a la hora de entender el funcionamiento de sus partidos en un marco administrativo complejo (municipios, provincias federales, gobierno nacional).

Paradójicamente, el gradualismo en las reformas probablemente no sea el primer debate que surja. Y a eso contribuirá el hecho de que Macri está profundamente arrepentido de haber dilapidado su presidencia atrapado en esa indecisión. Es muy probable que la discusión se centre en el orden en que se deben aplicar las reformas para ir obteniendo el efecto deseado.

Milei ha prometido que su país volverá a ser una potencia mundial dentro de 35 años. El nuevo presidente está pidiendo el aplazamiento de la recompensa, que dejen de comerse un caramelo hoy a cambio de disfrutar de tres al cabo de unos años. Un sacrificio en nombre de otra generación. ¿Serán capaces de esperar tanto tiempo los argentinos? Ante esta tarea abrumadora, dijo en su discurso: «A los argentinos quiero decirle que Argentina tiene futuro, pero ese futuro existe si ese futuro es liberal». Es notable como Milei ha conseguido convocar a su pueblo tras el conjuro del «¡viva la libertad carajo!». Pero invocar a la libertad en esta tesitura hace que el experimento de Milei no sólo sea crucial para Iberoamérica y para el mundo, sino para el pensamiento liberal. Si fracasa, va a ser muy difícil volver a levantar las banderas de la libertad económica, del libre comercio y del imperio de la ley en tierras iberoamericanas.

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