Irán e Israel no son lugares para el Nobel de la Paz
El estado hebreo ha negado la entrada a la norirlandesa Mairead Corrigan Maguire y Shirin Ebadi decidió abandonar Irán tras las elecciones de 2009
mikel ayestaran
Irán e Israel no parecen lugares para los premios Nobel de la Paz. El estado hebreo impidió el pasado martes la entrada de la activista norirlandesa Mairead Corrigan Maguire al país, y ésta apeló a la Corte Suprema.
La Justicia hebrea le ha dado ... la espalda y ha autorizado a las fuerzas del orden que le devuelvan a su lugar habitual de residencia porque sobre Maguire pesa un veto de diez años que le impide entrar en el país, un veto que tuvo que firmar tras ser apresada por su participación en la Flotilla de la Libertad este verano .
Maguire fue detenida en el aeropuerto internacional de Ben Gurion y en los días que ha pasado a la espera de la sentencia declaró que “Israel promueve el apartheid en Oriente Medio”, opinión tachada de “propaganda” por las autoridades locales.
Es el último desencuentro de la que fuera galardonada con el Nobel de la Paz en 1976, premio compartido con Betty Williams por sus esfuerzos por lograr la paz en su tierra, ya que este verano se embarcó en el barco Rachel Corrie junto a otros diez activistas pro derechos humanos rumbo a Gaza para intentar romper el bloqueo impuesto por el estado judío. Se trataba del séptimo barco de la Flotilla de la Libertad que las fuerzas israelíes detuvieron por la fuerza en una operación que costó la vida a nueve personas.
Ebadi, en el exilio
La expulsión de Tel Aviv se produjo pocos meses después de que otra Nobel de la Paz decidiera exiliarse de Irán por las presiones de las autoridades de la república islámica. Tras una vida entregada a la defensa de los derechos humanos en su país, Shirin Ebadi (Premio Nobel de la Paz 2003, primera ciudadana iraní y primera mujer musulmana en recibir este premio) dejó Teherán tras las elecciones presidenciales de 2009 en las que Mahmoud Ahmadineyad resultó vencedor. La oposición reformista acusó al dirigente ultraconservador de manipular el recuento de votos y entonces se desató la mayor crisis interna sufrida por el régimen de los ayatolás desde el triunfo de la revolución. Una crisis marcada por las protestas callejeras y la detención y persecución de los opositores por parte de las autoridades.
Su carrera en Irán no fue nada sencilla, y tras muchos años de lucha en los que pasó de juez a oficinista por la gloria de la revolución islámica, Ebadi terminó por exiliarse, esa vía que siempre rechazaba en cada entrevista porque lo que ella quería era “luchar por el cambio desde el interior”.
Abogada, jueza, profesora, escritora, pacifista, feminista y profesora, Ebadi trabajaba desde dentro por el cambio de las leyes de su país y eso le costó amenazas de muerte, suspensiones de licencia como abogada y hasta la cárcel.
“Ningún gobierno de Irán me ha prestado nunca ayuda alguna. Nunca. Lo único que he recibido de nuestros dirigentes son presiones para impedir el desarrollo de mis tareas. En dos ocasiones mi labor ha sido censurada de forma oficial, primero cuando fui pionera en la defensa de los derechos de los niños y ahora, a causa del apoyo a los presos políticos. En el trabajo del día a día también nos complican la vida porque niegan los permisos de trabajo a muchas personas que quieren empezar a trabajar sobre los derechos humanos”, confesaba a ABC en la última entrevista en su ahora clausurado despacho de Teherán. Sin soltar el cigarro de la mano y con su habitual tono cortante.
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