La imputación consolida a Trump como líder (y problema) de los republicanos
Las legislativas del año pasado abrieron la puerta a que el partido pasara página con el expresidente. Ahora eso parece imposible
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Trump es arrestado y acusado de organizar pagos ilegales
Corresponsal en Nueva York
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Iniciar sesiónEs indiscutible que Donald Trump es más líder del partido republicano y más favorito para ganar las primarias para 2024 que hace un mes, cuando su imputación todavía era solo una posibilidad. Lo dicen las encuestas, su protagonismo apabullante en los medios, la acusación ... generalizada de los republicanos –también de los pocos que le han dado la espalda– de que sufre una «caza de brujas» y el bloqueo de sus rivales –y posibles rivales– en las primarias para contestar su dominio.
Los cargos por falsificación documental relacionados con los pagos para silenciar una relación extramatrimonial con una actriz porno –con un armazón jurídico calificado de «endeble» incluso por voces rivales– han servido para cerrar filas alrededor de quien es el jefe del partido desde 2016. En este caso, esta endeblez ayuda a que los republicanos se alineen con Trump, pero en el pasado no ha hecho falta: siempre han encontrado la manera de acomodar, justificar o ignorar los excesos del multimillonario neoyorquino: desde su respuesta amable con los grupos neonazis en los incidentes trágicos de Charlottesville en 2017 a la campaña para dar la vuelta a los resultados electorales de 2020, rematada con el asalto al Capitolio. La base leal de votantes de Trump y su tratamiento implacable con rivales políticos han estado detrás de ese acomodo.
Hace no tanto, sin embargo, el partido parecía estar dispuesto a pasar página con Trump. El pasado noviembre, tras las elecciones legislativas, muchos republicanos empezaron a convencerse que el expresidente se había convertido en un lastre para lo que necesita el partido: ganar elecciones.
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En esa cita con las urnas, ante candidatos demócratas afectados por la impopularidad de Joe Biden y con la inflación por las nubes, se esperaba una goleada republicana. En las quinielas estaba recuperar la Cámara de Representantes con una mayoría amplia, con esperanzas de arrebatar también el Senado y tomar el control del puesto de gobernador en estados decisivos. Los resultados, sin embargo, fueron mediocres: los demócratas no solo conservaron la Cámara Alta sino que ampliaron levemente su peso, la mayoría republicana en la Cámara Baja quedó muy por debajo de lo esperado y tampoco hubo buenas noticias en las carreras a gobernador.
Muchos republicanos y sus aliados en los medios apuntaron a Trump como culpable. El líder del partido había apoyado a candidatos muy de su cuerda en primarias que, después, en los estados donde las fuerzas están parejas –los que deciden las presidenciales, como Pensilvania, Georgia o Arizona–, perdieron contra los demócratas.
Sin grandes alegrías
En realidad, llovía sobre mojado. Trump ganó las elecciones de 2016 pero, desde entonces, no ha procurado grandes alegrías al partido republicano. Perdieron la Cámara de Representantes en 2018. En 2020, también la Casa Blanca y el Senado (este último, tras una segunda vuelta en Georgia en el que la campaña de Trump contra su derrota electoral perjudicó a los republicanos).
«Trump es el mayor perdedor del partido republicano», clamaba un editorial de 'The Wall Street Journal', uno de los grandes medios menos combativos con Trump. 'The New York Post', muy amable con el expresidente, se mofaba de él en su portada con una caricatura. Fox News, la cadena amiga del multimillonario neoyorquino, le quitaba protagonismo, sus influyentes analistas nocturnos empezaban a deslizar que había que encontrar otro candidato para 2024. Algunos de los grandes grupos de donantes conservadores –Club for Growth, la red de Charles Koch–- buscaban otro líder en el que poner sus millones.
Ron DeSantis, estrella ascendente del partido, involucrado en la batalla cultural 'anti woke', que acababa de conseguir su reelección como gobernador de Florida con suficiencia, era la opción obvia. Desde noviembre, DeSantis, que todavía no ha presentado su candidatura a la Presidencia, subió como espuma en las encuestas, incluso rebasando en algunas a Trump.
Eso ha cambiado en los últimos meses. Trump se ha puesto el traje de campaña y ha atacado a DeSantis como sólo él sabe hacer. Desde entonces, empezó a subir en las encuestas. Su capacidad de atraer la atención con la imputación –han pasado tres semanas desde que anunció que le arrestarían de manera inminente; algo que no ocurrió, pero que puso el foco en él– le ha hecho despuntar en los sondeos. En dos diferentes –Fox News y Yahoo News/YouGov– la noticia de la imputación permitió a Trump duplicar la distancia frente a DeSantis.
La situación deja a los líderes republicanos en un callejón sin salida. Muchos coincidirán en que Trump no es su candidato con mejores opciones para ganar en 2024, con las lecciones de 2020 y 2022, y con la previsión de que a un Trump todavía más desatado le cueste conseguir el voto indispensable de republicanos moderados e independientes. Pero nadie se atreverá, al menos durante un tiempo, a enfrentarse a un Trump impulsado en las bases por su batalla judicial. Ni siquiera quienes no tienen otra opción que hacerlo: sus rivales en primarias.
Sin alternativa a Trump
«Todos quieren ser el último en ser devorado por el cocodrilo», ha explicado con gracia esta semana Matt Mackowiak, presidente del partido republicano en el condado de Travis (Texas), a 'The Atlantic'. Nadie quiere ni puede, de momento, presentarse como una alternativa real a Trump. Porque eso supone ofrecer una visión política alternativa y, sobre todo, convertirse en el centro de los ataques de un animal político implacable.
Hay un problema adicional: los tiempos. El eventual juicio por la imputación recibida esta semana no empezaría, si no hay retrasos, hasta comienzos del año que viene, en la antesala de las primarias (Iowa celebra sus caucus en febrero). El recorrido de las otras investigaciones que persiguen a Trump es impredecible. Todo apunta a que la campaña de primarias se mezclará con sus peleas judiciales. Eso ayudará a convertir a Trump en un candidato inevitable.
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