La campaña de Carlos III para conquistar el corazón de sus súbditos
A cuatro meses de su coronación, el Rey de Inglaterra se vuelca en regalar afecto a sus ciudadanos, que en este momento de la historia tienen la llave de una institución que ya no depende de la gracia divina
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CRISTINA MUÑOZ OSUNA
Nunca es tarde para dar la mejor versión de uno mismo. En el discurso más importante que pronuncian los Reyes desde que su bisabuelo Jorge V inició esta tradición en 1932, Carlos III se ha lanzado a conquistar el corazón de su pueblo. El mensaje, ... centrado en los más débiles, ha rozado la perfección como así ha reconocido la prensa británica. Para el catedrático emérito de la Universidad de Manchester y miembro de la Real Orden Victoriana por sus servicios al derecho constitucional de Reino Unido, Rodney Brazier, «el primer mensaje navideño del Rey a la nación y a la Commonwealth ha sido excelente». El autor de 'Los ministros de la Corona' confirma que el discurso «ha sido muy apropiado y mencionó con acierto, sin ser político, las preocupaciones actuales de la gente, sobre todo el coste de la vida» y lo califica de «espontáneo y atractivo». Ha sido el mensaje de Navidad más seguido de los últimos veinte años, desde que se miden las audiencias, con 10,6 millones de británicos pendientes de lo que iba a decir su Rey.
El escenario elegido para su estreno fue «la exquisita capilla de San Jorge en el castillo de Windsor», con un gran árbol de Navidad lleno de luces y cinco velas encendidas. Como iluminador fue también su discurso, con numerosas referencias a «la luz», la palabra más repetida, hasta en nueve ocasiones. «En tus calles oscuras brilla la luz eterna»; así comenzaba su mensaje de Navidad después de que las televisiones emitieran God save the King, (Dios salve al Rey), cantado por el coro de la capilla, en el hogar donde la Reina vivió su infancia, sus últimos once años de vida y donde «la llorábamos», decía el monarca. Un mausoleo de reyes con una enorme carga emocional para Carlos III como emotivo fue su discurso: «Tan cerca de donde mi amada madre, la difunta Reina, descansa junto a mi querido padre». Es la primera Navidad huérfano de la Reina y al recordarla conectaba su pérdida con la de todos «los que hemos perdido a seres queridos». En Navidad «sentimos su ausencia en cada momento familiar» y al agradecer «el amor y la simpatía que tantos de ustedes han mostrado a toda nuestra familia» enviaba el mensaje de que se siente querido por su pueblo. Casualidades de la historia, si la muerte de San Juan Pablo II eclipsó su boda con Camila en Windsor, por pocos días el fallecimiento del Papa Benedicto XVI no ha empequeñecido su discurso.
Cinco minutos y 9 segundos
Cinco minutos y nueve segundos, muy del gusto británico por ir a lo esencial, utilizó la palabra 'love' (amor) en cinco ocasiones, al igual que 'heart' (corazón) y 'The Sun' lo bautizaba como «rey de corazones». No sólo por el contenido del mensaje sino también por la forma, Carlos se mostraba como un hombre agradecido, amable y con «fe en las personas», regalando afecto a sus ciudadanos, que en este momento de la historia tienen la llave de una institución que ya no depende de la gracia divina. Se refirió a «la extraordinaria capacidad de cada persona para tocar, con bondad y compasión, la vida de los demás y hacer brillar una luz en el mundo que le rodea»: fuerzas armadas, profesionales de la sanidad o «nuestros profesores» y añadía que todos los servidores públicos «son el corazón de nuestras comunidades». Con un mensaje dirigido a los más vulnerables impulsaba a hacer el bien: «Quiero rendir un homenaje a todas aquellas personas maravillosamente amables que tan generosamente dan alimentos, donaciones o su tiempo, para apoyar a quienes más lo necesitan». Y al afirmar que «en la verdadera humildad que reside en nuestro servicio a los demás es donde creo que podemos encontrar esperanza para el futuro», Carlos daba en la clave: para la supervivencia de la monarquía hay que servir a los más necesitados. Esa es la modernización posible de una institución que aspira a ser eterna.
Más emotivo
A diferencia de las icónicas retransmisiones de Isabel II, en las que aparecía sentada junto a una mesa con fotos familiares y en actitud hierática, Carlos se mostraba de pie, una posición corporal más dinámica acorde con su deseo de mostrarse activo sirviendo a su pueblo y evitaba la espinosa cuestión de las fotos de familia. Según la experta en lenguaje corporal Judi James, «Carlos ha compartido mucho más sus emociones internas y personales de lo que solía hacerlo su madre» y «mostrando los dientes inferiores daba a entender que tenía una determinación férrea para afrontar el Año Nuevo». En más de quince ocasiones bajaba levemente la cabeza, transmitiendo naturalidad y humildad y cuando cerraba los ojos conectaba con los sentimientos.
Aunque por primera vez, menos de la mitad de la población de Inglaterra y Gales se considera cristiana, el discurso del Rey ha tenido un profundo contenido religioso: desde la elección de un lugar sagrado como la capilla con la advocación del santo patrón de Inglaterra, el villancico O Little town of Bethlehem al que se refirió y que también cantaron las voces celestiales de San Jorge al finalizar el discurso, hasta el contenido del mensaje enlazando con la fe personal de la Reina que ella misma desvelaba en sus mensajes de Navidad. «La creencia de mi madre en el poder de esa luz era una parte esencial de su fe en Dios, pero también de su fe en las personas, y es una fe que comparto de todo corazón». Carlos resaltaba que su fe personal reside en los ciudadanos. Precisamente esa es la idea que ha destacado la Casa Real británica en su página web: «Reflexiona sobre la fe de la Reina Isabel II en las personas y da las gracias a quienes han dedicado su tiempo a los demás». En diferentes momentos el mensaje se ilustraba con imágenes de archivo como las de su visita a Belén hace tres años, cuando pudo cumplir «un deseo de toda la vida, (…) bajé a la Capilla del Pesebre y permanecí en silenciosa reverencia». También se mostraban imágenes de los Príncipes de Gales en su reciente visita a Gales, «iluminando ejemplos prácticos de este espíritu comunitario», señalaba el Rey.
En defensa de la fe
Como gobernador Supremo de la Iglesia Anglicana, se ha presentado como un Rey inspirado en la Biblia y ha enlazado las virtudes cristianas con la realidad multireligiosa de su nación. «Nuestras iglesias, sinagogas, mezquitas, templos y gurdwaras se han unido una vez más para alimentar a los hambrientos (una referencia a esta obra de misericordia cristiana que hacía común a todas las creencias), proporcionándoles amor y apoyo durante todo el año (…); es la expresión más inspiradora de amar al prójimo como a uno mismo». Así unía este mandamiento de la Ley de Dios con las demás religiones. Con ese encaje diseñado al milímetro en el que extrapolaba los principios cristianos a los de otras creencias, Carlos se mostraba como algo más que un monarca integrador, un Rey que desde la defensa de la fe cristiana también quiere abrazar a todas las religiones. Y para los que «no creen en nada» también hay un sitio en su corazón. Una muestra de su complicidad con el arzobispo de Canterbury es que cuatro horas antes de que a las tres en punto se emitiera el mensaje, Justin Welby, en su sermón de Navidad, también expresaba su preocupación por la «inmensa ansiedad y dificultades», las mismas palabras que diría el Rey para referirse al sufrimiento de muchas personas en todo Reino Unido por el incremento del coste de la vida.
Para el ex capellán de la Reina, que se convirtió al catolicismo, Gavin Ashenden, «el único electorado que puede salvar a la monarquía si la política progresista se desplaza más hacia los valores de los Montecito sans-culottes, será el electorado cristiano» y considera que con este discurso la intención del Rey «es cambiar el papel de la monarquía para preservar el futuro de la Casa de Windsor».
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