La II Guerra civil de los Windsor
La serie de Netflix protagonizada por los Duques de Sussex ha abierto el debate sobre el racismo en la monarquía de Reino Unido. Unos primeros meses difíciles para Carlos III con el añadido de la lucha de popularidad entre miembros de la Familia Real británica
CRISTINA MUÑOZ OSUNA
Cualquiera en la piel del Rey de Inglaterra podría calificar de 'calvarium' los primeros cien días de su reinado, también su antepasado Carlos II, que se escondió en un roble para escapar del Ejército de Cromwell tras ser derrotado en Worcester en 1651, finalizando ... así la Guerra Civil entre los partidarios del Parlamento y los realistas. En la imagen que puedan tener los británicos de aquel episodio de la historia de Carlos II y el árbol, podríamos encontrar algún paralelismo con la actualidad.
En la fotografía oficial de su 74 cumpleaños, el nuevo Rey se apoyaba en otro roble centenario símbolo de vida y de inmortalidad; resguardado en la naturaleza, por la que tanto ha luchado, vestido de campo, con un bastón de madera, como un pastor que contempla desde la distancia la guerra civil de su propia familia.
Aunque la preocupación en Reino Unido es lo que va a costar calentar la casa este invierno, con una ola de frío que ha dejado al país congelado, y las huelgas porque los sueldos no suben tanto como la inflación, los asuntos más turbios de la casa Windsor ocupan diariamente los principales titulares de la prensa. El excapellán de la Reina Isabel, Gavin Ashenden, es el primero en afirmar que la Familia Real británica se encuentra en estado de «guerra civil» y que podríamos estar viviendo otro «momento Diana». «El peligro es que Enrique está continuando la misma guerra civil que inició su madre y Meghan se ve a sí misma también como una continuación de la Princesa Diana, lleva la misma ropa, ha seguido con el mismo estilo y la emula psicológicamente», indica Ashenden.
El enemigo en casa
Precisamente en uno de los episodios de la docuserie global 'Harry&Meghan', cuyos tres últimos capítulos lanzó Netflix el pasado jueves, el Duque de Sussex subraya lo mucho que 'Meg', a la que conoció a través de Instagram, se parece a Diana: «Tiene la misma compasión, la misma empatía (…) esa calidez que la caracteriza». Otros, sin embargo, la comparan con un personaje menos querido de la historia de Inglaterra, Wallis Simpson, también americana y divorciada por la que tuvo que abdicar Eduardo VIII.
Se acerca la primera Navidad sin la Reina y van a ser fechas amargas para Carlos, Camila, Guillermo y Kate, en vilo hasta saber exactamente contra quienes dispara Enrique en sus memorias. 'Spare' (recambio), titulado 'En la sombra' para la edición en castellano, se publicará el diez de enero en 16 idiomas. Antes, la prensa y algunos de los millones de británicos que hayan visto la docuserie 'H&M' analizarán cada palabra del primer mensaje de Navidad del Rey, en el que hablará la 'persona interior', como hacía la Reina. Un mensaje que 'Haz' y 'Meg' seguirán por televisión, porque nadie les espera en Sandringham. El Rey tiene el enemigo en casa y los que hayan visto la serie pueden entender por qué y los motivos de esta guerra. «Tener el enemigo en casa es muy peligroso, la posición de la monarquía es realmente muy precaria en este momento porque los Duques de Sussex están mucho más en sintonía con los tiempos y con la cultura que el anciano Rey».
Daños a la institución
Han pasado 26 años desde su divorcio, con las famosas entrevistas: primero Carlos confesando su infidelidad y la posterior de la Princesa Diana a Panorama, y esta nueva guerra en la familia Windsor vuelve a librarse en la televisión y en los periódicos, aunque ahora la población toma partido en los diarios digitales y en las redes. Comenzó el siete de marzo de 2021, un año después de anunciar que dejaban de ser miembros en activo de la Familia Real, con las declaraciones a Oprah Winfrey que dieron la vuelta al mundo, desvelando que algún miembro de la familia había realizado un comentario sobre el color que tendría el primer hijo de la pareja. Aunque en 'H&M' no han despejado la incógnita, el excapellán de la Reina teme que las próximas acusaciones del libro afecten directamente a Carlos o a Camila, «acusaciones que sean como el barro, que se le peguen al Rey y no viva lo suficiente para deshacerse de ellas y le puedan causar un gran daño». A tenor del último capítulo de la docuserie los objetivos también podrían ser su hermano Guillermo y Kate.
Si la Reina Isabel siempre antepuso el deber a la familia, ahora el deber de su hijo es cómo gestionar a «una pareja amargada decidida a vengarse», en palabras del excapellán, y mitigar los daños causados a la institución, sobre todo por el espinoso asunto del racismo, que ocupa gran parte de la docuserie y que ha reabierto el debate en Reino Unido sobre si hay o no racismo en la Casa Real. Desde la entrevista del año pasado, 'la Firma' está volcada en neutralizar la versión procedente del otro lado del Atlántico. Para dar la mejor imagen posible de la monarquía se ha puesto en marcha una campaña a todos los niveles: desde el despliegue de 1.000 soldados y 230 caballos para recibir al presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, la primera visita de estado con Carlos como Rey, hasta los numerosos encuentros con minorías étnicas como el del pasado seis de diciembre con la comunidad Sij, en Luton, donde sentado con la postura del loto y descalzo, la cabeza cubierta por un pañuelito y el chal que usan para meditar, el Rey aparecía con el semblante triste y un pequeño derrame en el ojo izquierdo, que podría ser un signo de hipertensión arterial.
No es para menos porque días antes del temido estreno de 'H&M' y cuando la monarquía ya estaba cuestionada por tener visos racistas, Lady Susan Hussey, la madrina del Principe Guillermo, de 83 años, miembro honorario de la casa y dama de compañía de la Reina Isabel, presentaba su renuncia después de 60 años de servicio a la corona. Preguntar repetidamente 'Where are you really from?' (¿De dónde eres realmente?) a la jefa de una organización benéfica contra el maltrato doméstico, una mujer de color, fue «inaceptable y profundamente lamentable», según Buckingham. El heredero y Kate se encontraban en el país donde residen los Duques de Sussex, elegido para su primera visita oficial como Príncipes de Gales y nada más saltar la noticia, un portavoz de Kensington afirmaba que «el racismo no tiene lugar en nuestra sociedad».
El argumento del racismo
Mientras William y Kate pasaban ese mal trago en Boston, otros en California aprovechaban la oportunidad, pues la Fundación Robert F. Kennedy había anunciado que Enrique y Meghan merecían un premio por su actitud «heroica» contra el «racismo estructural» en la Casa Real y con el ambiente caldeado Netflix difundía el esperado trailer. En Reino Unido los periódicos digitales echaban humo, aunque en el caso de los lectores de 'The Times' no sabemos en qué dirección. Tras publicarse la noticia, el periódico de referencia del sur de Inglaterra y conservador, ocultaba los más de 1.400 comentarios de su edición digital: «'Comments for this article have been turned off'» (los comentarios de este artículo se han desactivado).
Aunque la Reina dedicó toda su vida a «servir a la familia imperial de la que todos formamos parte», como dijo en su famoso discurso, y trabajó casi eternamente para integrar a todas las razas, culturas y religiones, al igual que está haciendo su hijo Carlos, los Duques de Sussex inciden de nuevo en el racismo de la institución. No sólo hablan del acoso racista que sufrió Meghan por parte de la prensa en Reino Unido, que le costó una depresión y quizás también un aborto, tal como han desvelado, sino de algo que puede tener graves consecuencias como es recordar el pasado esclavista de la monarquía. Que en un documental protagonizado y producido por el hijo de un Rey se afirme que «el primer viaje comercial de esclavos realizado por Gran Bretaña fue financiado personalmente por la Reina Isabel I y siguieron financiándolo Reyes y Reinas hasta su abolición en 1820» es algo insólito.
Lucha por la popularidad
El profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Leicester, Tom Frost, considera que todo esto afectará al 'status quo' de la Commonwealth: «Carlos es el Rey de otros trece países que están buscando una excusa para convertirse en una república y deshacerse de la monarquía británica, aunque no creo que afecte directamente a la institución en Reino Unido» y añade que «millones de personas de origen africano, caribeño y del sur de Asia tienen razones muy legítimas para no querer a la monarquía, porque fue a través de ella como Gran Bretaña se involucró en el comercio de esclavos». En cuanto a si hay racismo en la Familia Real, «todo el país lo es», hay «racismo institucional (…), en las universidades de Reino Unido hay 230.000 académicos y sólo tenemos 160 profesores negros y durante el Covid, las probabilidades de morir si eras una persona de color eran cinco veces mayor». Sobre el comentario de la piel del primer hijo de los Duques, asegura que ese tipo de opiniones «no sólo se mantienen en la Familia Real, sino en toda la sociedad, la familia real tiene que hacer mucho para contrarrestarlas, pero gran parte de la sociedad británica también».
Pero esta 'guerra civil' de los Windsor también encubre una lucha por la popularidad en el seno de la familia, tal y como desvelan los últimos capítulos de la serie. Aunque el futuro de la monarquía depende del respaldo popular y las nuevas generaciones veían en la princesa mestiza un soplo de aire fresco para la monarquía, el cuento era demasiado bonito para que la actriz de Hollywood pudiera limitarse a tener un papel secundario.
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