Las díficiles relaciones entre Putin y el último presidente de la Unión Soviética

En sus memorias, Gorbachov no menciona para nada a ese funcionario gris del KGB que cuando él estaba en el momento culminante de su popularidad internacional no era más que un espía de segunda clase en Berlín-Este. El momento en el que el actual autócrata ruso se sintió más cerca de Gorbachov fue precisamente cuando fracasó el golpe de Estado que lanzaron en agosto de 1991 los que estaban siendo conscientes de la catastrófica deriva que estaba originando la perestroika e intentaban obligar al Kremlin a dar un golpe de timón. Es curioso que renunciase a su grado de teniente coronel cuando el golpe ya había fracasado y lo justificara diciendo que en ese momento «ya sabía de qué lado estaba». Si hay que aventurar cuál era ese lado, la cuestión ofrece pocas dudas: el suyo propio. Su principal apoyo en su entrada en la vida civil y en la política fue un antiguo profesor suyo, Anatoli Sobchak, que se había convertido en alcalde de San Petersburgo (entonces Leningrado) y en una especie de abanderado de las reformas prooccidentales y en cierto modo alguien que pensaba que Gorbachov iba demasiado lento cuando no estaba constantemente bloqueado.

Es evidente que Putin tampoco es el mismo después de más de 20 años en el poder. Si Yeltsin fue el que optó por separar a Rusia de todo el resto de la URSS por considerar que toda esa constelación de repúblicas soviéticas era una rémora para la supervivencia del núcleo del imperio, Putin ha acabado pensando que no hay mejor futuro que reconstruir aquel espacio vital que Rusia había acumulado a lo largo de la historia.

Y lo piensa porque en realidad Putin se puede comparar con Gorbachov en que ambos han fracasado a la hora de reformar a su país. En el caso del último dirigente soviético es una evidencia palmaria porque sencillamente lo llevó a su desintegración. Es cierto que Putin ha logrado restaurar cierto orden después de una década de desbarajuste político y económico, pero ese es todo su mérito. Rusia es hoy un país que vive solamente de sus exportaciones de hidrocarburos pero ha dejado de ser un foco de innovación tecnológica como lo fue en la época de la URSS, cuando su industria espacial asombró al mundo. Ahora mismo es un país mal gobernado por la corrupción y sin pulso intelectual ni científico. La sociedad sobrevive en una economía extractiva que se limita a importar bienes de consumo porque no produce apenas nada más que las materias primas.

¿Qué pensaba en realidad Gorbachov de la invasión de Ucrania? Como no lo dejó claro en vida, ahora se acumulan testimonios que intentan interpretar si estaba o no en desacuerdo con esta guerra como sí sucedió cuando aprobó la anexión de Crimea. En todo caso, a Putin su opinión le ha importado siempre un bledo. Todo lo más debe pensar que si Gorbachov hubiera hecho las cosas de otro modo él no habría tenido que invadirla, porque la URSS seguiría existiendo.