Los detalles de la vida del máximo líder del Estado Islámico que revela su viuda

Las exclusivas de 'Al Arabiya' o de la BBC que obtuvieron las declaraciones de la primera esposa del líder Umm Hudaifa, señalan cómo la forma de ser de Al Bagdadi dio un giro de 180 grados después de estar recluido en una de las prisiones estadounidenses en Irak. Le pasó algo que según le reconocía el propio Al Bagdadi a su esposa «ella no podía entender». También señala que estaba «obsesionado» con las mujeres y que tuvo numerosas esclavas infantiles. Estos son detalles que pueden ser valiosos no solo para entender el rompecabezas que supone la personalidad de este individuo, sino que por extensión dan pistas de la organización que dirigía y de lo que verdaderamente la movía.

Al mismo tiempo, las víctimas sobrevivientes del Estado Islámico que fueron secuestradas y violadas, así como sus familiares señalan con el dedo a la mujer del líder de la organización diciendo que ella también era una criminal que cometió delitos y fue cómplice de su marido. La duda que planea sobre todas sus palabras es si el arrepentimiento que muestra la esposa en sus declaraciones, clamando ser tan solo una víctima más, se corresponde o no con la verdad de lo ocurrido. Su mirada baja rehuyendo la cámara solo añaden más interrogantes. Sin embargo, sus revelaciones sobre su marido no dejan de tener relevancia.

Lo que ya se conocía hasta el momento es que el nombre real de Al Bagdadi era Ibrahim Awwad Ibrahim al Badri. Nació en 1971 y se crio en Samarra, Irak, en el seno de una familia sunita árabe que se refería a Al Baghdadi como 'El creyente'. La razón no era otra que desde joven se pasaba horas recitando el Corán y era inflexible con los que se desviaran de la ley islámica. Aunque otros ponen en duda esta versión diciendo que lo que le interesaba en aquella época era el fútbol.

En la universidad de Bagdad, hizo su maestría en recitación del Corán. Y el que su familia clamara ser descendiente de la tribu Quraysh del profeta Mahoma jugó un papel crucial a la hora de ser elegido como el siguiente califa.

Con la muerte de Sadam Husein y la entrada del ejército estadounidense, en 2003, Al Bagdadi pasaría a formar parte del grupo insurgente Jamaat Jaysh Ahl al Sunnah wal Jamaah, que atacó a las tropas estadounidenses. Sin embargo, en 2004, sería detenido y encerrado en el centro estadounidense de Camp Bucca, en la ciudad de Fallujah.

En teoría, y contra todo pronóstico, este sitio favoreció su red de contactos con otros sujetos que terminarían estando más radicalizados. No en vano, a Bucca la llamaban la 'universidad de los terroristas'. El antiguo militar Andrew Thompson en el diario 'The New York Times', en noviembre de 2014 declaraba que «estos extremistas estaban básicamente gestionando una universidad para entrenar terroristas en nuestras propias instalaciones». A David Petraeus, el general que lideró la operación de EE.UU. en Irak, también le preocupaba lo mismo.

Por Bucca instalaciones pasaron nueve miembros de la cúpula del Estado Islámico, según el informe «The Islamic State, de Soufan Group» publicado en 2014. Cada grupo le ofreció al otro aquello de lo que carecía. Así, los yihadistas aprendieron de los exbaazistas habilidades para organizarse y disciplina militar. Y estos, por su parte, encontraron un propósito en los militantes islamistas. «En Bucca las matemáticas cambiaron cuando las ideologías adoptaron rasgos militares y burocráticos y los burócratas se volvieron extremistas violentos», dice el informe.

Al Bagdadi llegó a Bucca con un perfil bajo, impartía clases de religión o daba sermones. Sin embargo, al salir se dice que pasó a formar parte de Al Qaida en Irak (AQI) dirigida por el jordano Abu Musab al Zarqawi. Con su muerte el grupo cambió su nombre por el de Estado Islámico de Irak. Y tras el fallecimiento de las dos cabezas salientes de esta organización le tocó el turno a Al Bagdadi, que en 2010 asumió el liderazgo. Fortaleció la organización con fuentes de financiación que pasaban por el secuestro, el robo, la esclavitud o el petróleo, tal como detalló el Departamento del Tesoro de EE.UU. Un testigo de su evolución declaraba a 'XL Semanal', de forma anónima, que tenía la mentalidad de un jefe de la mafia.

Algunas preguntas tal vez puedan ser clarificadas con la información aportada por Uma Hudaifa. Fue la primera esposa del líder del Estado Islámico, nació en 1976, y pertenecía a una familia conservadora. Se casó con Al Bagdadi en 1999. Detalla a la BBC que él era «conservador, pero de mente abierta». Y matiza que no era extremista en ese entonces.

En cuanto a las declaraciones a la cadena de televisión Al Arabiya, se apunta que por aquella época estaba estudiando un máster en una universidad islámica. El cambio en su personalidad hacia posturas extremistas se produjo tras su arresto en 2004. Después de su excarcelación del campamento de Bucca, se dio cuenta que «no era el mismo hombre con el que había vivido antes». 

En la BBC se aclaraba que sufría de problemas psicológicos, pasó a tener mal genio y arranques de ira. Ella sostiene que, aunque nunca lo dijo de forma explícita, su marido había sido sometido durante su detención a tortura sexual. 

En ese sentido cabe recordar las imágenes que dieron la vuelta al mundo de la prisión de Abu Ghraib, a 30 kilómetros de Bagdad, en 2004. Con iraquíes desnudos llevando capuchas, imitando posturas sexuales o tirados por una correa, frente a un perro dispuesto a atacar y la sonrisa de los soldados. Ni 'Al Arabiya' ni la BBC pudieron confirmar con las autoridades de EE.UU., que nunca contestaron, si la suposición de Hudaifa es cierta.

Hudaifa también relató que el comportamiento errático de su marido le llevó a sospechar que pertenecía a un grupo miliciano. Se cambiaban de casa con frecuencia y adquirían falsas identidades. Durante ese tiempo su marido trajo una segunda esposa a su casa, Hudaifa reconoce que le pidió el divorcio, pero eso suponía renunciar a sus hijos, por lo que decidió quedarse.

Después de convertirse en el líder de Estado Islámico en Irak, se mudaron a la zona rural de Idlib en Siria, en enero de 2012. Su marido, apuntaba a la BBC, empezó a vestir un atuendo afgano, llevaba una pistola y se dejó crecer la barba. Cuando se mudaron a la ciudad de Raqqa, llegó la confirmación definitiva. En el verano de 2014, Hudaifa aprovechando que su esposo estaba fuera y un guardia se había llevado a sus dos hijos para enseñarles a nadar sacó el televisor que tenía prohibido usar- un veto que también se extendía al empleo de móviles. Lo que se encontró en pantalla fue a su marido dando un discurso en la Gran Mezquita de al Nuri en Mosul (Irak). Se autoproclamaba califa de todos los musulmanes.

Hudaifa también confirmó que había conocido brevemente a la trabajadora humanitaria estadounidense Kayla Mueller en 2015, después que el Estado Islámico la capturara y la mantuvieran como esclava de Al-Bagdadi. Se supone que la americana murió en 2017, en un ataque aéreo jordano, pero las autoridades estadounidenses siempre han puesto en duda esta versión. Hudaifa apoya la legitimidad de esa duda.

De hecho, señala que la mujer era una tónica constante, sino una obsesión para la organización. En el medio 'Al Arabiya' se indica que «Al Bagdadi y su grupo fueron llevados por sus deseos más allá de los límites de la humanidad«. Y se confirmó que Al Bagdadi retuvo como «esclavas» a más de diez mujeres de la minoría yazidí. Llegando a casarse con una joven de trece años. Hudaifa dijo haberse enterado que otras miles fueron vendidas o asesinadas. Convirtieron el «califato bajo su control en un estado para mujeres», apunta.

Sobre las vejaciones sexuales, torturas y el genocidio del pueblo yazidí, de las que informaron los observadores de la ONU, Hudaifa reconoce que estaba horrorizada y tenía claro que la organización a la que pertenecía su marido había cruzado una línea.

Hudaifa indicó que su marido llegó a casar a su hija de doce años con un hombre de 23 años durante su periodo al frente de la organización yihadista. «Ésta es la verdadera naturaleza de esta organización«, sentencia a la televisión de 'Al Arabiya'. Explica que lo único que le importaba a Al-Baghdadi era su seguridad personal, y que soñaba con conquistar al así como Roma. «Todo esto eran cuentos de hadas».

Cabe destacar que entre las niñas traídas a la casa de Al-Baghdadi había dos niñas, identificadas con los nombres falsos de Zena y Samar para respetar su identidad. Tanto la hermana de Zena, de nombre Soad, como el padre de Samar, Hamid, han interpuesto una denuncia contra Hudaifa. Piden la pena de muerte para ella porque no creen que sea inocente. Hudaifa permanece ahora encerrada en una prisión iraquí, y niega todas las acusaciones contra su persona.

«Ella es responsable de todo. Ella era la que seleccionaba; esta para servirla a ella, la otra para servir a su marido… y mi hermana fue una de esas niñas«, contraargumenta Soad que también sufrió la violencia del Estado Islámico. Fue vendida siete veces y violada. Mientras, los reductos que quedan del Estado Islámico continúan atacando, y Hudaifa y otras como ellas han sido acusadas de ser cómplices de los actos del Estado Islámico. La investigación sobre su grado de participación sigue en marcha.