De la 'desnazificación' de Ucrania al alto el fuego unilateral: así es el incontable historial de mentiras de Putin

Zelenski ha acusado a su homólogo ruso de utilizar como estrategia militar la tregua anunciada por el Kremlin con motivo de la Navidad ortodoxa

Vladímir Putin, el pasado 5 de enero Reuters

J. Monjardín

Madrid

Las mentiras son una constante en la Rusia de Vladimir Vladimirovich Putin. Desde que llegó al poder en 2000, la autocracia que ha ido construyendo a la imagen y semejanza de la corte de oligarcas que sostiene al presidente ruso se ha cimentado en ... la falta de la verdad y en provocar temor en sus compatriotas y oponentes, también en los países de la antigua órbita de la Unión Soviética. Pero ha sido la invasión de Ucrania el gran epítome de las mentiras, hasta el punto de que las sucesivas derrotas y fracasos de sus planes de conquista se han debido en parte en ese régimen basado en las mentiras para contentar al líder.

El último embuste o táctica para ganar tiempo ha sido la declaración por parte de Putin de un alto el fuego unilateral de 36 horas, que según la propaganda rusa iba dirigido a las tropas para que celebraran la Navidad ortodoxa. Sin embargo, Ucrania -que se ha opuesto al alto el fuego- ha denunciado ataques en varios puntos del país. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha acusado este jueves a su homólogo ruso, Vladimir Putin, de utilizar como estrategia militar la tregua anunciada por el Kremlin con motivo de la Navidad ortodoxa.

«Aquellos que continuaron el terror contra nuestro país y enviaron a toda esa gente suya al matadero, rechazando nuestras ofertas para detener la agresión rusa, ciertamente no valoran la vida y definitivamente no buscan la paz», ha declarado Zelenski durante su mensaje vespertino dirigido a los ucranianos.

«Ahora quieren utilizar la Navidad como tapadera para detener, al menos brevemente, el avance de nuestros hombres en el Donbass y acercar equipos, municiones y hombres movilizados a nuestras posiciones» ha recriminado.

El dominio de la Rusia moderna de herramientas de comunicación avanzadas hace que la desinformación sea «ruidosa, multicanal, inconsistente y, a veces, surrealista», ha documentado la organización Protect Democracy en un informe sobre propaganda autoritaria.

Pretextos de la invasión

La primera gran mentira del gobierno de Putin se basó en la construcción de una narrativa que considerara irremediable la entrada en Ucrania. No en vano, en 2014 la anexión de Crimea revistió de tintes democráticos con un referéndum que sin embargo se llevó a cabo a punta de pistola por los «hombres de verde» enviados por el Kremlin. En esta ocasión, Putin basó la invasión de Ucrania en varios argumentos:

Por un lado, la expansión de la Alianza Atlántica en su entorno suponía una amenaza para su seguridad. En segundo lugar y quizá la principal, es que entraba en el Este de Ucrania reconociendo la independencia de las regiones ocupadas de Donetsk y Lugansk para proteger a los ciudadanos rusos del régimen supuestamente filonazi de Ucrania dirigido por el presidente Volodímir Zelenski (de origen judío).

No lo llame guerra, sino operación militar especial

La incursión de Rusia también parecía solo limitarse a esas zonas pero una vez decretado el inicio de la invasión, que había negado una y otra vez y que por su aparato de propaganda había ridiculizado todos los avisos de Washington sobre lo que se estaba gestando, las fuerzas rusas trataron de lanzar una ofensiva relámpago en varios frentes para llegar a Kiev e instaurar un gobierno títere.

«El propósito de esta operación es proteger a las personas que, durante ocho años, se han enfrentado a la humillación y el genocidio perpetrados por el régimen de Kiev», dijo Putin en un discurso televisado, empleando la ortografía rusa de la capital de Ucrania. «Con este fin, buscaremos desmilitarizar y desnazificar a Ucrania, así como llevar a juicio a quienes perpetraron numerosos crímenes sangrientos contra civiles, incluso contra ciudadanos de la Federación Rusa».

No hay ocupación

Cinco días después de que los tanques rusos cruzaran la frontera de Ucrania, la embajada rusa en Canadá, entre otras, tuiteó una declaración en la que negaba las imágenes que estaban circulando por todo el mundo: «El ejército ruso no ocupa territorio ucraniano y toma todas las medidas para preservar la vida y la seguridad de los civiles», decía el tuit del 1 de marzo, repitiendo las declaraciones anteriores de Putin de que Rusia no buscaba una ocupación.

Ucrania no estaba dirigida por neonazis y no estaba cometiendo genocidio. Putin empleó esas mentiras para cooptar a ciudadanos rusos cuyos familiares serían enviados a luchar en una guerra, matar a otros y posiblemente morir ellos mismos.

Bucha es un montaje

Las mentiras han marcado toda la invasión y que según han documentado medios como el 'New York Times' eso lejos de ayudar ha provocado los grandes fracasos de las fuerzas rusas: el entorno de Putin se había creído la inutilidad del ejército ucraniano, la división de las fuerzas occidentales y hasta la capacidad del propio ejército ruso.

Capítulo aparte merecen los crímenes de guerra. Uno de los momentos paradigmáticos de la invasión fue cuando se descubrieron cientos de cuerpos tirados en las calles y casas de Bucha después de semanas de ocupación rusa, horrorizando al mundo y generando indignación global, el régimen de Putin afirmó que los ucranianos habían escenificado esas muertes. Eso fue una mentira. Un embuste que fue replicado por los aparatos de influencia y desinformación del Kremlin en redes sociales y medios de comunicación de todo el mundo, también en España.

De fondo, aunque sea mentira pero la base de la narrativa de Putin -que se adapta a extremas izquierdas y derechas por igual- es la negación existencial de Ucrania: su nación, su lengua y su pueblo. Para el Kremlin, los ucranianos son simplemente rusos que necesitaban ser devueltos al redil.

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