La Conferencia de paz sobre Ucrania, sin la presencia de Rusia, se conformará con avances mínimos

«Se trata del renacimiento del nazismo. Es una nueva ola de este nazismo ruso. Todo lo que Putin dice, de darles parte de nuestros territorios que han ocupado e incluso no, (...) que parará y que no se congelará el conflicto, son los mismos mensajes que usó Hitler», dijo. Rusia dejó ver su reacción a estas palabras en el flanco oriental de la OTAN, donde Suecia denunció la entrada en su espacio aéreo de un avión militar ruso SU-24, al este de la isla de Gotland, en el mar Báltico. Y en el plano diplomático, siguió apretando las cuerdas a los países sobre lo que tiene influencia: el presidente de Colombia, Gustavo Petro, canceló a última hora su participación, alegando que «el escenario del foro de Suiza no es un foro libre para discutir los caminos de la paz entre Rusia y Ucrania porque sus conclusiones ya están predeterminadas».

El presidente brasileño, Lula da Silva, reafirmó por su parte que solo participará en negociaciones de paz si Rusia también está invitada. «No es posible que haya una pelea entre dos y tener solo a uno para resolver el problema», dijo desde Italia. «Está claro que desde el punto de vista ruso, esta conferencia es algo a combatir y Rusia ha movilizado todo su arsenal diplomático para convencer a los Estados de que no vayan«, explica Wolfgang Ischinger, presidente durante décadas de la Conferencia de Seguridad de Múnich» y lo ha conseguido en buena parte, creo que es una gran lástima que no se haya podido persuadir a China para que participe».

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Aún así la diplomacia suiza confía en alcanzar avances, con un compromiso común con el derecho internacional o con la prohibición del uso o la amenaza de armas nucleares en la guerra. El enfoque más pragmático enfoca las conversaciones hacia los puntos menos controvertidos, como la seguridad alimentaria, la libre navegación en el mar Negro y el trato a los prisioneros.

Volodímir Zelenski también cree posible avanzar desde la «multilateralidad y a la unidad global en torno a los principios de la Carta de Naciones Unidas para poner fin a la guerra y lograr así una paz justa», en referencia a una paz que respete el territorio original de Ucrania. Así lo dijo este sábado en la apertura, dirigiéndose a las delegaciones de 101 países y organizaciones internacionales. «Todo lo que se acordará en esta cumbre será parte del proceso para conseguir la paz que todos necesitamos. Creo que seremos testigos de cómo se hace historia», dijo, y aclaró que aspira a lograr declaraciones consensuadas en favor de la liberación de los prisioneros de guerra de ambos bandos y de la vuelta a territorio controlado por el Gobierno ucraniano de todos los civiles detenidos y deportados, incluidos los menores. Esta es la parte más emotiva de la conferencia, porque trata del destino de miles de niños ucranianos enviados a Rusia, donde han sido dados en adopción y cambiados de nombre. La Administración de Zelenski espera también conseguir un acuerdo que pida el retorno de la seguridad nuclear y alimentaria.

«Si queremos ir hacia la paz, Rusia también debe involucrarse en algún momento, todos tenemos eso claro», reconoció la presidenta suiza, Viola Amherd, «como comunidad internacional, podemos preparar el terreno para conversaciones directas entre las partes combatientes, y por eso estamos aquí, ése es el objetivo». En términos concretos, señaló Amherd, se debatirán «la operación segura de todas las instalaciones nucleares ucranianas, la exportación sin obstáculos de alimentos básicos especialmente a través del mar Negro, el intercambio de prisioneros de guerra, la liberación de los civiles ucranianos detenidos y de los niños secuestrados».

El objetivo es además garantizar «una amplia representación de líderes mundiales» y la adopción de un documento conjunto que sirva de «hoja de ruta» para detener la guerra en Ucrania y establecer «una paz estable y justa», señala por su parte Mijailo Pashkov, del Centro Razumkov de Kiev, aunque reconoce que «se trata de una tarea difícil debido a las diferentes posiciones de muchos países sobre la guerra en Ucrania».

En los pasillos de Bürgenstock, el estado de ánimo dista de la esperanza en un final rápido de la guerra. La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, inyectó cierto optimismo al anunciar un nuevo paquete de ayuda a Ucrania por valor de 1.500 millones de dólares, parte de los cuales se destinarán a reparar las infraestructuras energéticas dañadas por los ataques rusos, pero cabe aclarar que, de los 1.500 millones de dólares, únicamente 879 serán realmente nuevos fondos.