Entre el «cielo» y el infierno: los primeros dos meses de Milei en la Casa Rosada

Casi diez semanas han pasado desde aquel 10 de diciembre en el que el kirchnerismo dejaba el Poder Ejecutivo en manos de un partido nuevo. No obstante, en la percepción de los argentinos parece que hubiese pasado un siglo. La vertiginosidad de los cambios que se quieren imponer y la rápida agudización de la conflictividad social integran un combo que pone a prueba la capacidad de sorpresa de los ciudadanos.

Nadie en su sano juicio podría decir que el país que recibió el Gobierno en diciembre carecía de desafíos: al cierre de 2023 la pobreza superaba ya el 40% y la inflación anual era de más de 200%. Quien asumiera la Casa Rosada tenía bien en claro que la urgencia era desactivar una «bomba» en materia económica.

A dos meses de ese momento, las percepciones son binarias. Mientras que un sector de los empresarios se muestra esperanzado por la llegada de un cambio, la imagen del Gobierno empieza a decaer entre los ciudadanos, económicamente asfixiados por los aumentos de precios. Mientras que el oficialismo pide tener fe e insiste en que su apoyo místico proviene de «las fuerzas del cielo», los argentinos viven a diario el infierno de la inflación en sus bolsillos.

Puestos a evaluar las luces y sombras de la nueva gestión, hay quienes celebran el cambio de timón. «Nuestra economía ha acumulado numerosos desequilibrios que han derivado en un estancamiento de más de una década, inflación descontrolada, exportaciones insuficientes y pobreza escandalosa, por solo mencionar algunas de las falencias más evidentes. Cambiar esta realidad es algo a todas luces necesario», explica a ABC Natalio Mario Grinman, presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC). No obstante, no se muestra muy optimista con respecto al escenario económico en el año que acaba de comenzar: «Los primeros meses están resultando difíciles y siendo realista debo decir que el 2024 en su conjunto va a ser un año duro».

En los comercios el agravamiento de la crisis se ha evidenciado esta semana, cuando un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) ha revelado que la caída de las ventas minoristas superó el 28% en enero. «Estamos en un estado lamentable de incertidumbre que estos meses se acentuó», admite en diálogo con este medio Alfredo Gonzales, presidente de CAME. A su vez, considera que «todo extremo es malo. Está bien que haya una apertura del mercado, pero con protección de la industria nacional, porque la apertura total nos deja en un lugar poco competitivo».

La caída del poder adquisitivo de los argentinos, producto de la inflación, que en el primer mes de la gestión de Milei fue de un 20%, y la devaluación implementada por el Gobierno han tenido un rápido impacto en el nivel de aprobación del presidente. La consultora de opinión pública CB ha detectado una caída de la imagen del mandatario de más de 7 puntos en relación al mes de diciembre.

«En enero su aprobación paso del 59% de la población al 55% y hoy se ubica entre un 51,5 y un 52%», asegura a ABC el director de la consultora, Cristian Buttié. El analista explica este fenómeno de la siguiente manera: «Milei prometió que el ajuste lo pagaba la casta y la gente observa que la clase política sigue igual y el costo lo pagan los ciudadanos».

Buttié sostiene que la base fija de votantes del Gobierno es de apenas un 30%. «Hay otro 30% que es pesimista con respecto a su Gobierno y lo ve como el peor de los males, y otros que lo votaron recién en la segunda vuelta y que lo eligieron porque lo consideraban el mal menor. Este es el sector que, fruto del incremento de precios y la situación económica, empuja la imagen del presidente hacia abajo», resume.

Para el presidente de la consultora CB, la tendencia a la baja del grado de aprobación tenderá a acentuarse cada vez más, salvo que se produzca algún tipo de mejora económica. Por eso, concluye: «El Gobierno tiene que dar buenas noticias en materia económica muy pronto».