Bielorrusia retoma la guerra híbrida contra Europa sirviéndose de inmigración ilegal egipcia
Se intensifica la crisis migratoria a partir de la ruta que separa Polonia con el aliado de Rusia
Rusia formaliza la entrega a Bielorrusia de armas nucleares tácticas
Ahmadou sigue las instrucciones de los traficantes de personas que lo sacaron de Camerún: no hablar con nadie hasta llegar a Alemania. «Nos vendieron un billete de avión a Moscú porque Rusia no pone problemas para el visado. Desde allí en autobús a Bielorrusia ... , un viaje duro, pero lo peor viene después: nos soltaron en la frontera entre Bielorrusia y Polonia para cruzar nosotros como podamos», relata. En su caso, logró atravesar a través de una zona pantanosa del río Narew. A pesar de que Polonia ha construido una valla a lo largo de la frontera con Bielorrusia, esa ruta migratoria sigue operativa, aunque el muro hace el cruce más peligroso. «Desde el final del invierno se ha intensificado el movimiento, hay grupos de mujeres con niños atrapados sin agua ni alimentos entre la policía fronteriza de Bielorrusia, que no les permite retroceder, y la de Polonia. Intervenimos fácilmente cuatro veces al día», dice el voluntario Michal Woln.
El Servicio de Guardia de Fronteras polaco registra tal aumento que sospecha que los servicios secretos bielorrusos están llevando a cabo una nueva operación con el objetivo es desestabilizar la UE. «Esta es una acción planificada, no hay espontaneidad por parte de los inmigrantes», denuncia el viceministro de Interior polaco Maciej Wasik. «la presión sobre la frontera aumenta a diario y pensamos que es obra de la inteligencia bielorrusa». La mayoría procede de Bangladesh, India, Eritrea y Etiopía, aunque la policía alemana constata un notable aumento de los llegados a través de esa ruta y procedentes de Egipto. La Oficina Federal de Migración y Refugiados alemana (Bamf) registró 110.516 solicitudes de asilo en los cuatro primeros meses del año, un 78% más que en 2022.
«Alrededor de la mitad de las personas que ingresan ilegalmente a través de la frontera germano-polaca cada mes llega a través de Bielorrusia», calcula Andrea Lindholz, portavoz de la conservadora CSU para migraciones, «en un estado autocrático como ese, los cruces fronterizos a esa escala ciertamente no son una coincidencia, de manera que es lógico pensar que estas entradas ilegales son parte de una estrategia para desestabilizar la UE». Lindholz pide restricciones a las aerolíneas que facilitan la inmigración ilegal a través de Rusia y Bielorrusia. El horario de vuelos del aeropuerto de Minsk registra llegadas diarias desde Sharm el-Sheikh y Hurghada, así como desde Turquía y muy especialmente Rusia. La policía alemana ha contabilizado 1.330 entradas ilegales desde Egipto por esta ruta, el tercer grupo más numeroso después de las más de de 3.000 de Siria y 1.632 de Afganistán.
«Las personas mencionadas por las autoridades alemanas han pasado por Rusia y Bielorrusia, tienen visados rusos recientes», dice la portavoz de la policía fronteriza polaca Anna Michalska, «también tenemos información de Letonia y Lituania, que están interceptando muchas entradas ilegales... este año hemos tenido el doble de irregulares en la frontera polaco-lituana que en el mismo periodo del año anterior». El ministro de Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, ha acusado de hecho a Bielorrusia de organizar «la inmigración ilegal de miles de personas desde muchas regiones» y demanda a Minsk una indemnización de 120 millones de euros como compensación. Landsbergis ha publicado en Twitter que la ministra de Justicia Ewekuba Dibrowolska ha iniciado el proceso judicial y que, si Bielorrusia no atiende esta demanda, recurrirá a la Corte Internacional de Justicia. Para defenderse de esta «guerra híbrida», a principios de mayo, Lituania ha aprobado una ley que permite devolver a los inmigrantes ilegales ya en su territorio se se declara el estado de emergencia.
La ministra alemana de Interior, Nancy Faeser anunció ayer un mayor despliegue policial en la frontera para contrarrestar la «creciente presión migratoria», durante una visita a la aduana de Świecko. En declaraciones a Die Welt, el representante de la Fundación Friedrich-Ebert para Bielorrusia, Christopher Forst, informa de alrededor de 2.500 intentos de inmigración ilegal detectados cada mes en la frontera alemana con Polonia. Los casos no detectados son incalculables. En su opinión, la amenaza de Lukashenko de «inundar la UE con drogas y migrantes hasta que se levanten las sanciones» sigue siendo válida. Jakob Wöllenstein, de la Fundación Konrad Adenauer, recuerda por su parte que «Rusia sabe que el tema de la migración en la UE es una brecha muy divisiva». Y Anna Kravtšenko, de la Fundación Friedrich Naumann, está de acuerdo con que «la migración ilegal podría servir como una fuente adicional de ingresos para los servicios de seguridad bielorrusos, de cuya lealtad depende en gran medida el régimen de Lukashenko».