Putin, en primera línea tras la fallida revuelta: de no traspasar las fronteras del Kremlin a baños de multitudes y selfies

El sábado, en pleno avance de los Wagner hacia Moscú derribando helicópteros y un avión militar, Putin lanzó un mensaje a la Nación condenando la asonada y tachando a los sediciosos de «traidores». Una vez que la crisis quedó superada gracias a la mediación del presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, y al acuerdo alcanzado con los mercenarios para que depusieran su actitud a cambio de levantar los gravísimos cargos presentados contra ellos de «traición» e «intento de golpe de Estado», el lunes por la noche el presidente ruso volvió a aparecer ante las cámaras de televisión para deplorar la «utilización de los patriotas de Wagner» en una acción tan suicida.

Al día siguiente, el martes, en una relumbrante ceremonia de oropeles y enormes alfombras rojas en la Plaza de las Catedrales del Kremlin, Putin rindió homenaje a los pilotos y militares rusos de la Fuerza Aérea que murieron el sábado al ser derribados sus aparatos por los cohetes disparados por los Wagner, además de alabar y agradecer al Ejército y a las fuerzas de seguridad por haber evitado una «guerra civil» y desarticulado, según él, la intentona de los mercenarios, quienes, según aseguró «no tuvieron el apoyo del pueblo».

El miércoles, en la ciudad de Derbent, en la república caucásica de Daguestán, ya en un tono más distendido, el máximo dirigente ruso se dio un baño de masas, llegando incluso a abrazar a la gente que allí le esperaba y besando a algunas mujeres, que respondieron también con efusivas muestras de aprecio. «Hubo una increíble demostración de apoyo y de alegría por parte de la población de Derbent», declaró hoy jueves entusiasmado el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Según sus palabras, «el presidente no podía negarse a ir al encuentro de la gente (...) tales muestras de adhesión prueban el gran apoyo popular que tiene».

Esta tarde, Putin tuvo otra aparición pública en un foro denominado «Ideas fuertes para los nuevos tiempos», en donde intervino para elogiar a las empresas rusas y asegurar que las sanciones occidentales no han conseguido hundirlas. Agradeció el apoyo que está recibiendo tras los dramáticos acontecimientos de la semana pasada y en un stand dejó su firma en una pantalla táctil para gráficos junto con un extraño dibujo de un rostro ondulado y sonriente