El amianto, el calor y la sed abrasan a los turcos que sobrevivieron al terremoto de hace seis meses
Miles de supervivientes rehacen sus vidas en contenedores y tiendas de campaña al sur de Turquía y se enfrentan a enfermedades entre los escombros
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Corresponsal en Estambul
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Iniciar sesiónHace 6 meses un doble terremoto de 7,7 y 7,6 grados en la escala de Richter afectó al sur de Turquía y norte de Siria y más de 58.000 personas murieron. Tras la fase de los rescates, la intensa cobertura mediática ... internacional de los primeros días y las promesas de ayuda por parte de los políticos turcos, llega la frustración y la impotencia de unos supervivientes que sufren el día a día de un postdesastre marcado por la amenaza del amianto bajo los escombros y la falta de agua en unos días en los que las temperaturas superan los 40 grados.
El temblor afectó a once provincias turcas y la auténtica zona cero fue la histórica ciudad de Antioquía, capital de la provincia de Hatay a orillas del río Orontes, cuya zona nueva quedó arrasada. Con motivo de este medio año discurrido desde la desgracia, el gobernador de Hatay, Mustafa Masatli, hizo un balance en el que aseguró que la mitad de los edificios de la capital resultaron totalmente destruidos o severamente dañados, que el 50 por ciento del escombro ya ha sido retirado y pidió otros cien días para completar la limpieza total. Masatli adelantó además que «en tres semanas» todos los ciudadanos que viven en tiendas de campaña serán recolocados en los contenedores y otras viviendas prefabricadas instaladas por las autoridades. El problema es que hace tiempo que los vecinos han perdido la confianza en las promesas de los políticos.
Ahmed Taskin no piensa dejar su tienda en el centro de Antioquía para mudarse a uno de los campos de contenedores montados a las afueras porque «son un horno en verano y un frigorífico en invierno». Este profesor retirado vive desde el día del terremoto a las puertas de la que fue su vivienda, en una tienda levantada en un pequeño parque protegida por árboles. «Tenemos problemas con el agua potable y la única solución es comprarla en el mercado. No confiamos en los políticos, nosotros confiamos en los voluntarios que siguen enviando ayuda, vienen de Estambul o Ankara y no nos olvidan. No hay reconstrucción por ninguna parte, ni siquiera han terminado de retirar el escombro, pero no nos sorprende porque los políticos no suelen cumplir sus promesas ni antes ni después del terremoto».
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Las elecciones presidenciales se celebraron mayo y tanto Recep Tayyip Erdogan como el líder opositor, Kemal Kilicdaroglu, prometieron reconstrucción y ayuda. Lo que necesitan los supervivientes es que esas palabras se conviertan en hechos lo más rápido posible. El piso del profesor Taskin estaba en la planta baja de un edificio de cinco pisos que presenta enormes grietas y espera la llegada de las máquinas pesadas para ser derrumbado. Lo mismo ocurre con decenas de bloques de este barrio céntrico de Antioquía, situado a solo unos minutos de la plaza Ataturk.
Amenaza del amianto
Falta agua potable y no potable. Sevdar Yilmaz, director de la Cámara Médica de Hatay, señaló en una intervención en el canal Al Jazeera que «el mayor problema que tenemos aquí es no usar agua al retirar los escombros y demoler edificios (…). Esto causará muchas enfermedades en el futuro. Las molestias en los ojos, las molestias en la garganta y dificultad para respirar ya son comunes». El agua es clave para hacer frente al polvo que se levanta durante cada demolición, un polvo que se pega hasta lo más profundo de los pulmones.
«Como resultado del proceso de demolición, surgió la amenaza del amianto. El amianto es un material peligroso y nocivo para la salud humana. Un estudio realizado por la Cámara de Ingenieros Medioambientales de Turquía encontró amianto en aproximadamente uno de cada dos edificios. «Esto supone un grave peligro para las personas, especialmente en esta zona», es el mensaje de alerta lanzado por el responsable de urgencias sobre el terreno de Médicos del Mundo (MDM) en Hatay, Cuma Ali Özbek. La ONG española ofrece servicios de atención primaria a las víctimas y ya observa «un aumento de casos de conjuntivitis, asma alérgica y reacciones cutáneas», todos ellos problemas relacionados con el amianto.
Terremotos en la zona del Mediterráneo
entre el 10 de enero y 10 de febrero de 2023
Menor intensidad (menos de 5,0)
Mayor intensidad (más de 6,0)
6 de febrero de 2023
Italia
Albania
7,5
(Elbistan)
7,8
(Gaziantep)
6,0
6,0
Placa
Euroasiática
Grecia
Turquía
6,7
Irán
7,0
6,7
Placa de
Arabia
Placa de
Anatolia
Malta
Siria
Líbano
Irak
Placa Africana
Cisjordania
Libia
Fuente: USGS
ABC
Terremotos en la zona del
Mediterráneo entre el
10 de enero y 10 de febrero
de 2023
Menor intensidad
(menos de 5,0)
Mayor intensidad
(más de 6,0)
Italia
Albania
Grecia
Malta
Libia
6 de febrero de 2023
7,8
(Gaziantep)
7,5
(Elbistan)
6,0
Placa
Euroasiática
6,0
Turquía
6,7
Irán
7,0
6,7
Placa de
Anatolia
Placa de
Arabia
Siria
Líbano
Irak
Placa Africana
Cisjordania
Fuente: USGS
ABC
«Sobrevivimos al terremoto, pero tendremos que enfrentarnos al cáncer en cinco o diez años por culpa del amianto», son las palabras que más repiten sus clientes al abogado de Antioquía Mehmet Ali Gumus. En una entrevista concedida a la agencia AP, Gumus lamentó que «pasado medio año de la desgracia deberíamos estar hablando de las nuevas residencias construidas y no de las colas de gente esperando agua».
A los problemas salud se le suman los problemas financieros provocados por el seísmo en las familias y desde la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC) realizan un llamamiento urgente de apoyo a las comunidades afectadas. «Muchas personas, particularmente las que perdieron sus hogares e ingresos, siguen luchando con sus necesidades cotidianas, incluyendo pagar los alimentos, el alquiler y otras necesidades. Una vida 'normal' aún está lejos de su alcance», apunta Rubén Cano, jefe de la delegación de la IFRC en Turquía.
Si no fueran poca cosa la inflación y el debilitamiento de la lira a nivel nacional, los supervivientes luchan para recuperar sus fuentes de ingresos. IFRC afirma que más de la mitad de las familias a las que ayuda se han visto obligadas a endeudarse para poder cubrir las necesidades básicas.
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