Bernardo Arévalo gana la presidencia de Guatemala y promete «una nueva primavera»

Pero Arévalo no solo ganaba; se convertía en el presidente más votado de la historia reciente del país, tal y como fue su padre, el expresidente reformista Juan José Arévalo Bermejo, que en 1944 ganó las elecciones tras el estallido de la llamada Revolución de Octubre que puso fin a una seguidilla de dictaduras militares en el país y que instaló una «primavera democrática» de diez años. La campaña de Arévalo prometía eso mismo: una nueva primavera en un país que atraviesa un invierno viejo, tras una seguidilla de gobiernos fallidos y corruptos que se denominaban de derecha y conservadores.

Aunque internacionalmente Arévalo y Semilla son vistos como centristas, en un país donde la política habitualmente se inclina hacia la derecha, a menudo se les describe como de centroizquierda o progresistas. Si bien Semilla tiene elementos socialdemócratas, su programa es centrista y también cuenta con muchos seguidores de derecha y centroderecha. De hecho, han sido los votantes moderados quienes han llevado a Arévalo al poder. Y no es para menos. El presidente electo se ha rodeado de jóvenes en sus filas y su campaña (enfocada en redes sociales, sobre todo TikTok) fue dirigida al público millennial y centennial.

La propuesta de Arévalo destaca en cuanto a seguridad y transparencia; dos temas que han quedado pendientes desde las protestas anticorrupción de 2015. En cuanto a seguridad, Arévalo ha prometido aumentar la presencia del Estado en los puntos críticos del crimen, recuperar las cárceles de las pandillas y utilizar la recopilación de inteligencia para desmantelar las mafias. Ha criticado la estrategia antipandillas de Bukele por considerar que «no es aplicable a Guatemala». Finalmente, su apuesta anticorrupción es la creación de la Comisión de Vigilancia Anticorrupción que en los primeros cien días de gobierno presentará una serie de denuncias de casos de corrupción ya identificados y documentados por su equipo.

El presidente electo ya ha recibido la felicitación de su antecesor, Alejandro Giammattei, quien ha prometido una «trabajar para la transición». Además, los mandatarios de México, El Salvador y Honduras han felicitado a Arévalo por el triunfo.

Pero no todo es celebración en el país. Torres y la UNE no han aceptado los resultados. En un escueto comunicado, la agrupación ha dicho que se declaran «en sesión permanente» hasta que «se esclarezcan los resultados con total transparencia». El Comité Ejecutivo de la UNE ha dicho que desconfía en el sistema digital de transmisión de datos preliminares y que no reconocerá ningún resultado hasta que diluciden todas sus dudas en torno a esta modalidad de conteo de votos. Sin embargo, la misma herramienta fue utilizada en la primera vuelta, el 25 de junio, cuando Sandra Torres ganó y la UNE, en esa ocasión, no desconfió de ella.

Mientras en las plazas del país había fuegos artificiales, música, banderas ondeando y cánticos de victoria, en el salón de un hotel de una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de Guatemala, había una mesa vacía. La UNE había cancelado, minutos antes, su conferencia de prensa, tras el aplastante triunfo de Arévalo y Semilla. Nadie dio la cara y se respiraba un aire de desolación y frustración. Y no es para menos; estos han sido los terceros comicios que Torres ha perdido con la UNE. La primera vez que participó, en 2015, perdió la segunda vuelta contra el comediante y conservador Jimmy Morales. En 2019, corrió con la misma suerte frente al actual gobernante, el médico Alejandro Giammattei. Ahora, en 2023, Arévalo —un candidato que a diferencia de sus predecesores, no es ni conservador ni pertenece a un partido de derecha— le ha arrebatado la presidencia nuevamente.