Cameron presiona al nacionalismo escocés
Plantea un referéndum «claro» en 18 meses para romper los planes independentistas
Cameron presiona al nacionalismo escocés
El Gobierno británico ha empezado el año retirando momentáneamente la vista del frente europeo para mirar al norte y desplegar su estrategia de contención del independentismo escocés. El primer ministro, David Cameron, lanzó la primera salva el domingo al anunciar que quiere un referéndum «legal, ... justo y decisivo» cuanto antes en Escocia para resolver las incertidumbres generadas por el discurso del gobernante Partido Nacionalista Escocés (SNP por sus siglas en inglés). Ayer cogió el testigo su ministro de Finanzas, George Osborne, para alertar de la pérdida de inversiones extranjeras que plantea la falta de prisa sobre la cuestión del primer ministro escocés, Alex Salmond.
Un portavoz del Ejecutivo, que se reunió ayer en el estadio de balonmano de la villa olímpica para señalar los 200 días que faltan para los Juegos de Londres, explicó que varias multinacionales habrían transmitido su preocupación por el tema al «premier» y a su responsable de Finanzas. «Una de las cosas que menos gusta a las empresas es la incertidumbre, ya sea legal, política o económica», indicó el portavoz del Gobierno.
El líder nacionalista escocés, Alex Salmond, fue reelegido con la primera mayoría absoluta en la historia de la autonomía escocesa. Y su mezcla de populismo y autonomismo no para de arrancar adeptos. Su programa incluye la promesa de celebrar un referéndum sobre la permanencia de Escocia en el Reino Unido antes de las próximas elecciones, previstas para mayo de 2015. «La independencia de Escocia es casi tan inevitable como cualquier otra cosa, aunque el calendario es difícil de juzgar», aseguraba a «The Times». En su estrategia por no perder el voto moderado, Salmond juega con la fecha e insiste en que planteará la consulta en la segunda mitad de la legislatura. El habilidoso «premier» escocés buscaría hacerla coincidir con el 700 aniversario en 2014 de la batalla de Bannockburn, histórica victoria del soberano escocés Robert Bruce contra los invasores ingleses. El contexto actual de crisis no parece, además, el más adecuado para solicitar a los electores una decisión solemne que podría llevar a la salida de la libra esterlina.
Una única pregunta
Ante tal panorama, Cameron ha decidido tomar la iniciativa. Y ofrece autorizar un referéndum con dos condiciones: que se celebre dentro de los 18 próximos meses, y que se limite a una única pregunta sobre el deseo de permanecer o no en el Reino Unido. Según el Estatuto de Autonomía escocés de 1998, la región puede plantear referendos consultivos, pero solo son vinculantes si cuentan con la aprobación del gobierno central. La vicepresidenta escocesa acusó ayer a Cameron de «interferir en la democracia escocesa».
Unos y otros saben que solo entre el 30 y el 40% de los escoceses defiende la separación del Reino Unido. Por eso, desde el entorno nacionalista se plantea una tercera respuesta posible en torno a la idea de «autonomía plus». Una opción según la cual Escocia pasaría a gestionar todos los impuestos menos el IVA y todas las políticas sociales, y que sí podría contar con un apoyo mayoritario. Esta tercera vía es la que el Gobierno de Cameron quiere a toda costa evitar con su movimiento de ayer.
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