Erdogán ordena investigar a cinco espías turcos implicados en la desaparición de un desertor sirio
Los agentes habrían recibido dinero del régimen de Al Asad a cambio de entregar al coronel Hussein Harmush, que cruzó la frontera en junio
Cuando el coronel sirio Hussein Harmush acudió esa tarde de verano a la cita con agentes de la inteligencia turca, no sabía que jamás volvería a ver a los suyos. Harmush había desertado en junio a Turquía, donde poco después anunció la creación ... del llamado «Movimieno de los Oficiales Libres», que esperaba provocar la renuncia masiva de aquellos mandos militares que no estaban de acuerdo con la represión en Siria. El Ejército Sirio Libre , liderado por otro coronel, Riad El Asaad , todavía no existía.
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Pero la incipiente guerrilla carecía de cualquier medio. «Hussein no podía encontrar armamento, no podía hacerse ni con una bala», asegura Gofran Hicazi, esposa del coronel. Por ello, cuando un presunto miembro de la inteligencia turca, identificado como Ö.S., le contactó con una oferta de colaboración, Harmush decidió arriesgarse. «Turquía quiere ayudarles», le dijo el supuesto espía, según el testimonio de la mujer. «No confío en ese hombre. Ten cuidado de que no te engañe », dijo Hicazi a su marido.
«No confío en ese hombre. Ten cuidado de que no te engañe», le dijo a Harmush su mujer
A pesar de ello, en septiembre, en una fecha todavía no aclarada, Harmush y otro militar desertor, el mayor Mustafá Kassum , fueron recogidos por Ö.S. en un coche. Era un vehículo oficial de la Organización Nacional de Inteligencia de Turquía (MIT, por sus siglas en inglés), según el testimonio del hermano de Harmush, Ibrahim. Los desertores nunca regresaron.
A finales de septiembre, Harmush apareció en un video emitido por la televisión estatal siria, en el que «confesaba» sus crímenes contra el régimen. Fue lo último que se supo de él. El pasado 30 de enero, la Liga Siria por los Derechos Humanos afirmó que Harmush había sido ejecutado la semana anterior.
Ante las investigaciones aparecidas en algunos medios, que sugerían la implicación de la inteligencia turca en el suceso, las autoridades turcas optaron por negarlo todo. Hasta que, el pasado 12 de febrero, Ö.S. y otros cuatro agentes fueron arrestados por su presunta complicidad en el secuestro de Harmush . Pero al tratarse de miembros de la comunidad de inteligencia, la fiscalía necesitaba un permiso especial del primer ministro, Recep Tayyip Erdogán , para investigar a los sospechosos. Un permiso que ha llegado, por fin, esta mañana.
En estos meses, diferentes versiones han emergido sobre lo sucedido. Se ha dicho que Ö.S. no era un agente del MIT, sino simplemente un traductor. Se ha asegurado, incluso, que estos espías actuaban por su cuenta, a cambio de un pago de 100.000 dólares realizado por el gobierno sirio. Como trasfondo, persisten dos factores clave: la política cambiante del gobierno turco hacia Siria (que de tratar de mantener unas buenas relaciones con el régimen sirio ha pasado a convertirse en uno de sus mayores críticos), y la lucha por el control de los servicios secretos.
Teléfonos «pinchados»
Lo cierto es que, tras la desaparición de Harmush, sus familiares denunciaron la situación al gobernador del distrito, quien ordenó que se iniciase una investigación. A partir de ahí, la cosa se convierte en una auténtica película de espionaje: el análisis de las cámaras del campo de refugiados en el que vivía Harmush mostró a este montando en un vehículo cuya matrícula resultó ser del MIT, y en el que también viajaba Ö.S. El gobernador también llamó al jefe regional del MIT, identificado como M.A.A., para preguntarle sobre estos hechos.
M.A.A. decidió avisar a Ö.S. de que había sido grabado en video , y éste, a su vez, comentó lo sucedido con el resto de agentes implicados. Por desgracia para todos ellos, puesto que la policía había intervenido el teléfono de Ö.S. por orden del gobernador.
La gran incógnita: si los agentes iban por libre o seguían órdenes superiores
Así, poco a poco van emergiendo los detalles de lo sucedido. Días antes del secuestro, el MIT había emitido una alerta policial indicando que Harmush planeaba escapar del campo de refugiados. Y tras la captura del coronel sirio, un segundo grupo de operaciones se hizo con su teléfono, que fue enviado en un coche hacia la ciudad de Gaziantep . Los agentes sabían que, debido a la alerta, la policía estaría rastreando la señal del móvil. De este modo, mientras la policía seguía al teléfono en la dirección errónea, Harmush era conducido a la ciudad costera de Samandagi Çevlik , donde esperaba un grupo de agentes de la inteligencia siria para hacerse cargo del coronel. Allí, frente al Mediterráneo, se consumaba la traición.
Hasta aquí los hechos. La gran incógnita que persiste, por ahora, es si los agentes iban por libre, o seguían órdenes superiores. Algo que tal vez ayude a determinar la investigación autorizada este martes por Erdogán.
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