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Terrorismo al estilo norcoreano

El asesinato del hermanastro de Kim Jong-un apunta al régimen de Pyongyang por su largo historial de atentados y secuestros

El asesinado Kim Jong-nam, en una imagen de 2001 en el aeropuerto de Tokio AFP

PABLO M. DÍEZ

Más propio de una novela de espías, el misterioso asesinato en Malasia de Kim Jong-nam , hermanastro mayor del dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, apunta directamente al régimen estalinista de Pyongyang. A pesar de sus lazos de sangre, todas las sospechas señalan al joven tirano Kim Jong-un , quien en 2013 no dudó en ejecutar a su tío y número dos del régimen, Jang Songh-thaek, para que no le hiciera sombra. Además, Corea del Norte acumula un largo historial de terrorismo de Estado con numerosas operaciones en el extranjero:

Asalto a la Casa Azul (1968)

El 21 de enero en 1968, casi dos décadas después de la guerra de Corea y en pleno apogeo de la de Vietnam, un comando de élite con 31 soldados de Norte, llamado Unidad 124, se infiltró en Seúl para asaltar la Casa Azul, residencia del presidente del Sur. Su misión consistía en matar al general Park Chung-hee, el dictador que dirigió Corea del Sur desde 1961 hasta su asesinato en 1979 y es el padre de la actual presidenta, Park Geun-hye, suspendida ahora por corrupción. El plan sorpresa del comando norcoreano se vino abajo cuando se encontraron en las montañas con unos campesinos. Extrañamente, en lugar de matarlos, los dejaron marcharse tras adoctrinarlos en las bondades del comunismo con la promesa de que no alertarían a la Policía, que fue justamente lo primero que hicieron al escapar. Aunque el Ejército rival estaba esperándolos, los comandos del Norte burlaron todos los controles disfrazándose de soldados del Sur y se plantaron ante un puesto de vigilancia a solo cien metros de la Casa Azul. Tras estallar un tiroteo al ser descubiertos, huyeron y todos menos uno, que fue capturado con vida, fueron abatidos en días sucesivos en choques con la Policía y el Ejército. Pero dejaron a su paso 26 soldados surcoreanos muertos y más de 60 heridos, entre ellos algunos civiles.

Atentado contra el presidente surcoreano (1974)

Tras el asalto fallido contra la Casa Azul, su residencia oficial, el presidente surcoreano, Park Chung-hee, fue víctima de otro atentado orquestado por Pyongyang. El 15 de agosto de 1974, mientras pronunciaba un discurso en el Teatro Nacional de Seúl, un pistolero japonés de origen norcoreano, Mun Se-gwang, le disparó con un revólver Smith & Wesson robado a la Policía de Osaka. Aunque erró el tiro, mató a la esposa del dictador, Yuk Young-soo, quien falleció horas después.

Secuestro de japoneses (Años 70 y 80)

Entre los años 70 y 80, agentes secretos de Pyongyang secuestraron a ciudadanos japoneses, algunos con solo 13 años, y se los llevaron a Corea del Norte para instruir a sus espías en la lengua y las costumbres niponas. Tras negarlo durante años, el caudillo norcoreano, Kim Jong-il , reconoció por primera vez el secuestro de 13 ciudadanos nipones en la histórica cumbre que celebró el 17 de septiembre de 2002 con el primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi. Según Pyongyang, ocho de ellos habían muerto ya, casi siempre en extrañas circunstancias, y solo quedaban con vida cinco, que regresaron a su país el 24 de octubre de ese mismo año después de permanecer más de dos décadas secuestrados. Aunque Pyongyang solo reconoce 13 raptos, la Asociación de Familiares de Víctimas Secuestradas por Corea del Norte sospecha que podrían llegar al centenar y no se cree las muertes comunicadas por el régimen, ya que el ADN de los restos devueltos no coincide con el de sus parientes. Además de raptar a ciudadanos de otros países, se sospecha que, desde el final de la guerra civil (1950-53), Pyongyang ha secuestrado a miles de surcoreanos, de los que medio millar aún seguirían con vida. Entre ellos destacan la actriz Choi Eun-hee y su marido, el director Shin Sang-ok, secuestrados en 1978 en Hong Kong por orden expresa del cinéfilo Kim Jong-il, quien les ordenó rodar para él películas como «Pulgasari» , una especie de «Godzilla» con mensaje comunista. Ambos escaparon en 1986, aprovechando un viaje a Viena.

Atentado en Birmania (1983)

Durante una visita del presidente surcoreano Chun Doo-hwan a Birmania en octubre de 1983, su comitiva sufrió un atentado con bomba en Rangún que dejó una veintena de muertos, entre ellos cuatro ministros y varios consejeros y periodistas. Gracias a un atasco, el presidente Chun se libró de milagro, pero el atentado rompió las relaciones diplomáticas entre Corea del Norte y Birmania durante años.

Bomba en un vuelo de Korean Air (1987)

En noviembre de 1987, otra bomba colocada por dos espías de Pyongyang hizo estallar en pleno vuelo un avión de la aerolínea Korean Air, matando a sus 115 ocupantes. En una escala del trayecto, que iba de Bagdad a Seúl vía Abu Dhabi, los agentes norcoreanos se bajaron del avión dejando una bomba oculta en un transistor y líquido explosivo en una botella. Al ser detenidos, uno de ellos se suicidó con una cápsula de cianuro. Su cómplice, una mujer, confesó que Kim Jong-il había ordenado el atentado para atemorizar a los turistas y que no viajaran a Corea del Sur durante los Juegos Olímpicos de Seúl 88. Aunque la mujer fue condenada a pena de muerte, el Gobierno surcoreano la indultó al considerar que el régimen le había lavado el cerebro desde niña, ya que se arrepintió de sus actos y colaboró con la investigación en cuanto vio que Seúl no era como se lo habían pintado en Pyongyang.

Asesinatos de desertores

En venganza por su huida, sobre todo a Corea del Sur, el régimen despacha a sus mejores espías para eliminar a los desertores. En 1997 murió de un disparo en la cabeza Yi Han-yong, que era el sobrino de Song Hye-rim, la actriz con la que el «Querido Líder» Kim Jong-il tuvo a su primer hijo, Kim Jong-nam. El desertor de más alto rango a quien también intentaron liquidar fue Hwang Jang-yo, quien había sido presidente del Comité Permanente de la Asamblea Suprema Popular y estaba considerado uno de los artífices de la doctrina «Juche» («Autarquía»). Conociendo cómo se las gasta el régimen, no es de extrañar que Kim Jong-nam le escribiera en 2012 una carta a su hermanastro rogándole por su vida y la de su familia. Evidentemente, Kim Jong-un no le hizo ningún caso.

Tráfico de armas y drogas

Dirigidas por la Oficina 39, que funciona como un auténtico Ministerio del Crimen, actividades ilegales como el tráfico de armas y drogas y el contrabando de cigarrillos o la falsificación de billetes de 100 dólares le reportan al régimen de Pyongyang entre 500 y 1.000 millones de euros al año. En el pasado, Corea del Norte ha simulado accidentes aéreos y hundimientos para cobrar sus seguros de compañías internacionales.

Ciberataques

Además de sabotear bancos y cadenas de televisión de Corea del Sur, los «hackers” al servicio de Pyongyang parecen estar tras los ciberataques que sufrió en 2014 la productora Sony por su película «The interview», que ridiculizaba a Kim Jong-un. Con estos siniestros precedentes y el clima de terror y opresión que impera en Corea del Norte, todo apunta a que el joven dictador ordenó matar a su hermanastro.

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