Claves de Latinoamérica
Sube y baja en la eficiencia anti-Covid: Uruguay cae, Chile sube y Perú se desploma
La variabilidad de la gestión de la pandemia en cada fase convierte la popularidad de los gobiernos en una montaña rusa
El presidente de Chile, Sebastián Piñera
La situación de emergencia por Covid-19 está siendo larga, dando lugar a éxitos o fracasos nacionales sucesivos conforme se van cubriendo las etapas de la pandemia: confiarse por la aparente eficacia en una de las fases puede llevar a la pésima gestión de la ... siguiente, y al revés: no hay que dejarse llevar por el derrotismo porque en el próximo giro de la crisis cabe una gestión redentora. Es un sube y baja que se manifiesta en cambiantes ascensos y descensos en la popularidad de presidentes y gobiernos.
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En Latinoamérica hay tres ejemplos muy claros de esa variabilidad en la cotización por la gestión de la urgencia del momento. Uruguay fue el país que mejores cifras mostró en la primera ola de la pandemia, pero luego se quedó muy atrás en la compra de vacunas; Chile, que no se distinguió en el combate inicial contra la propagación del virus, hoy lidera con diferencia el proceso de vacunación, y Perú, que fue modelo en la aplicación de un paquete financiero de ayuda a la población, ha tenido el peor desempeño económico en la región, fuera del especial caso de Venezuela.
Uruguay se durmió en la compra de vacunas
Uruguay fue líder en América en atajar la primera ola de coronavirus , con cifras de afectación tan bajas que también sobresalían mundialmente: incluso se le llamó la «Nueva Zelanda de Latinoamérica», aunque no llegara a una exclusión del virus como la lograda por ese país insular de Oceanía. Uruguay fue la última nación sudamericana a la que en marzo de 2019 llegó el Covid-19, y se mantuvo en registros extremamente bajos hasta el comienzo de la segunda ola en noviembre. Aunque con esta la propagación se aceleró, Uruguay sigue teniendo, con 70.000 contagios y 700 muertos a fecha de hoy, las cifras más bajas del continente.
No obstante, ha perdido su perfil de eficacia por dormirse en los laureles y no haber comprado con tiempo las suficientes vacunas para sus 3,5 millones de habitantes. Llegó a rechazar hacer compras a Pfizer y se limitó a esperar las dosis que podían llegarle a través del mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud. Al comprobarse que Uruguay se convertía en casi la última nación latinoamericana en recibir vacunas, la popularidad del presidente Luis Lacalle Pou ha descendido, si bien sigue siendo alta (56% en febrero). Dada la escasa población del país, su concentración urbana y la universalidad de su sistema sanitario podría pensarse que el gobierno podrá volver a girar la percepción de la opinión pública.
El gobierno de Piñera mejora imagen
Chile no ha sido especialmente eficaz en combatir la propagación del coronavirus, con cifras absolutas que le sitúan en la parte alta de afectación regional (885.000 infectados y 21.974 muertos); sin embargo, supo prepararse para el proceso de vacunación . Desde temprano negoció con diversos laboratorios y reservó la compra de millones de dosis. Al margen de la orientación ideológica de su gobierno, Chile participó en las pruebas de la vacuna china Sinovac y ha establecido contactos para recibir también la rusa Sputnik V, además de estar inyectando ya las principales vacunas occidentales.
La vacunación superó este fin de semana los 4 millones de personas , alcanzando así al 25% de la población, uno de los porcentajes más altos del mundo y muy por encima del registrado en los países latinoamericanos que le siguen: Brasil (3,9%), Argentina (3,8%), Costa Rica (3,7%) y México (2,6%). Esto ha hecho subir la popularidad del gobierno hasta casi el 60% en febrero, arrastrando también hacia arriba la de Sebastián Piñera, que es del 24%, la más alta desde octubre, mes en que el referéndum constitucional había puesto en evidencia el desgaste del liderazgo del presidente.
Perú, de los mayores estímulos a la crisis mayor
Perú puede haber cerrado 2020 con una caída del PIB del 12%, según la última previsión del FMI, a la espera de los datos definitivos. Esa cifra sitúa a Perú como el país americano más afectado por la crisis, por encima de la caída del 10,4% estimada para Argentina y del 8,5% para México y solo superado por el desplome del 25% considerado para Venezuela, cuyo colapso ya viene de atrás y tiene además otras explicaciones. Cierto que la recuperación prevista para 2021 puede suponer un crecimiento del 9%, más que ningún otro país de la región, pero Perú ha pasado a la cola económica después de haber sido todo un modelo en la anticipación de medidas financieras de ayuda a la población.
El gobierno de Martín Vizcarra se adelantó en aprobar la entrega de cheques de apoyo directo a hogares y negocios y en preparar amplias ayudas fiscales, en programas de estímulos que se acercaron al 17% del PIB, muy por encima de lo que hicieron otros gobiernos del entorno. Sin embargo, el alargamiento temporal de la emergencia y la grave afectación sanitaria (con 1,4 millones de infectados y 48.800 muertos es uno de los países latinoamericanos más afectados en cifras absolutas, después de Brasil, México, Colombia y Argentina) ha tenido duras consecuencias económicas, que no son ajenas a la crisis política que llevó a la salida de Vizcarra.
Costa Rica sigue arriba, Brasil y México abajo
Si la percepción de los mencionados países ha variado sustancialmente en la vueltas y revueltas de la presente crisis, en otros destacados casos la gestión de la pandemia no ha dado giros : Costa Rica, por ejemplo, se ha mantenido a lo largo de los meses como país de alta eficacia, mientras que Brasil y México no han mejorado en sus desacertadas políticas.
Costa Rica, al igual que Uruguay, se singularizó por saber combatir la llegada del virus, demostrando que para hacerle frente no hacía falta ser un país autoritario como China, sino que precisamente los mecanismos de la institucionalidad democrática y un buen sistema de previsión social eran instrumentos idóneos para afrontar la pandemia en todas sus fases.
Por su parte, el negacionismo con que Jair Bolsonaro y, en menor medida, Andrés Manuel López Obrador acogieron la emergencia ha pasado una dura factura: 277.000 muertos en Brasil y 194.500 en México hasta la fecha. Si bien ambos países se implicaron tempranamente en la compra de vacunas , con experimentación de algunas de ellas entre su población, el proceso de vacunación está siendo lento y las altas cifras de afectación han rebajado la popularidad de los dos presidentes.