Los socialistas alemanes intentan reinventarse, con Gabriel a la cabeza

Los socialistas alemanes intentan reinventarse, con Gabriel a la cabeza

Desde el siglo XIX, y a lo largo de buena parte del XX, los socialismos europeos miraron al país del que provenían; pero desde el reciente descalabro histórico del partido socialdemócrata más antiguo del mundo, es comprensible que prefieran no mirar. «Esto no es perder ... una elección, es ser derrocados», dice el analista de izquierda Heribert Prantl. Aunque septiembre tampoco ha sido mejor para los correligionarios en Francia, Italia o Reino Unido.

«Estamos sentados sobre un montón de basura», ha sido la sincera conclusión de uno de los miembros de la ejecutiva al concluir la reunión de crisis del SPD. En la Willy Brandt Haus algunos intentan recordar el día en que se perdió la onda y ser socialdemócrata dejó de ser «cool». Katrin Münch, la secretaria general de las juventudes (Juso), no tiene más tirón que el de los jóvenes de la CDU (JU) o los liberales.

Las socialdemocracias vienen muriendo, según Timothy Garton Ash, sea de éxito, cuando muchas de sus propuestas fueron ejecutadas, por ellos o por los propios conservadores, sea de fracaso, al tener ellos mismos que plegarse a aplicar las políticas de la derecha liberal. Otras bazas propias ya les son ajenas: como el antielitismo, recogido por una nueva derecha, o la crítica antisistema, hoy extraparlamentaria.

El SPD sigue considerándose un partido popular, pero su apelación transversal está en cuestión desde que sólo convence a poco más de uno de cada cinco alemanes. En la última elección, perdió un tercio de sus votantes, pasando de un 35% a un 23%. Desde que el llamado «gobierno del 68», formado por SPD y Verdes, tomó el poder en 1998, el voto socialdemócrata ha declinado dramáticamente a la mitad, en sólo 11 años: de 20,2 a 10 millones de electores.

La derrota fue acogida de inmediato con un «mea culpa», dimisiones y una rigurosa llamada a la reflexión, pero que parecía más echar tierra sobre la ira general. En pocos días, todo el andamiaje se ha venido abajo, pero para ver que lo que queda no es mejor: tres aspirantes, ninguno de los cuales parecía querer exponerse públicamente por salvar al SPD, considerando que tal vez queda mucho para el fin de la era Merkel.

La ejecutiva del SPD ha votado finalmente una nueva dirección. De cara al congreso de noviembre, el ministro interino de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel (50), ha sido propuesto como nuevo presidente y la líder del ala izquierdizante, Andrea Nahles, como secretaria general, mientras candidatos a las vicepresidencias son Olaf Scholz, Hannelore Kraft, Manuela Schwesig y Klaus Wowereit.

Maestro de formación y ex comisario federal para la música popular, Gabriel es un antiguo protegido de Schröder y, como él, pragmático y centrista, pero con una vis montaraz probablemente más resultona en la oposición. No debe ser estimulante ver que la prensa más de izquierda, como «Süddeutsche», lo considere ya el hombre equivocado.

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